CAPÍTULO II

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♪ Maroon 5 - Maps ♪

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"Si tuviera que definirlo diría que es mi complemento. Eso es en mi vida y sé que yo ocupo el mismo lugar en la suya."


Mis nervios cedieron en cuanto dejé de estar frente a él, el mundo simplemente volvió a girar. Y eso más que darme paz me hacía sentir tonta en extremo.

Una parte de mí sabía que era ahora más que nunca era necesario dejar de lado esa idea de querer verle porque estaba yendo muy lejos, haciéndome sentir a punto de traicionar a Manuel. ¡Vamos! El simple hecho de pensarle me hacía tan pecadora como cualquier otro ser humano que cede a sus bajos instintos, o al menos eso siempre dijo mi madre cuando miraba con desaprobación a las personas que comían con la mirada, tal cual lo había hecho yo hace unos instantes.

Debería sentirme mal, aunque sea un poco de culpa, pero no, al contrario, siento como si algo dentro de mí ahora necesitara un poco más. Sin embargo insisto en alejar la idea, en no pensar nuevamente en él.

Puedo morir diciendo que soy una mujer a la cual educaron a la "antigua" porque ciertamente así fue, pero los tiempos avanzan y aunque no quisiera siempre termino acatando parte de las órdenes que mi madre dictó sobre mí.

¿Por qué? No lo sé, pero cuando tengo lo que ella considera "conductas amorales", escucho su voz en mi cabeza diciéndome una y otra vez que estoy mal, una voz que varias veces confundo con mi inconsciente.

Dejo de darle vueltas al asunto justo al escuchar la puerta del baño cerrarse con brusquedad. Había olvidado que ya me encontraba en horario laboral.

Así como salgo del ensueño en que estaba recluida me topo con la imagen de esa mujer que día a día está frente a mi espejo, la que supuestamente soy yo. Sigo sin entender cómo esa chica es capaz de creer que puede lograr que alguien se fije en ella, si mucho ya tiene con ese prometido que el cielo le envió, quizás por compasión.

Veo en el reflejo mis kilos de más, los anteojos que porto y la ropa para nada sexy que siempre he usado, de ese tipo que mi madre llama pordiosera. Es así que entiendo no podría aspirar a algo más elevado de lo que yo misma proyecto, no puedo simplemente porque algo muy en lo profundo me dice que no lo merezco.

Desde pequeña he sido tan insegura, pese que es la forma que considero apta para sobrevivir a las decepciones que pudieran presentarse.

Elena, mi madre, siempre me cuido de que algo malo me ocurriera y cuando salí de casa debí enfrentarme al mundo, ese que es cruel cuando se lo propone y lo sabía porque desde pequeña tuve que lidiar con burlas por lo que se consideraba sobrepeso, aunque logré bajar algunos kilos nadie me quitaba de la cabeza que el ser más llenita que las demás mujeres nunca me haría una belleza andante. Era mejor dejar de intentar ser alguien que claramente Dios no quiso que yo fuera.

Provócame en Silencio©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora