CAPITULO I

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♪ Annie Lennox - I Put A Spell On You ♪

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Annie Lennox - I Put A Spell On You

"No quiero ni puedo ceder. Esta vez no lo pienso hacer."


Podría enumerar un sinfín de cosas que suelen molestarme más que levantarme tarde, y en primer lugar siempre estaría que el tren demore tanto en llegar a la estación.

Me pregunto una y otra vez por qué sigo tomando el mismo camino si hace unas semanas se inauguró la línea que facilitaría tanto mi vida, esa en la cual solo recorrería la mitad de estaciones que en ésta. Aunque cualquiera que me conoce sabría responder esa pregunta acompañándola con una bofetada.

Mis nervios resienten la presión que significa ver aquel enorme reloj que yace a unos cuantos metros de mí y darme cuenta que sigue su curso sin importar nada, haciéndome entender que llegaré tarde al trabajo por ser una completa boba.

¡Bien, está bien! Basta de hacerme la tonta porque sí sé la razón, se vuelve obvia en cuanto hace acto de presencia frente a mí, en el mismo instante en que mis ojos se cruzan con un gris saturado de tanta intensidad. Un par de ojos claros que me provocan sentir picazón en la nuca, que hacen una pausa en mi reloj permitiendo que el tiempo deje de correr e, incluso, olvide lo frustrada que me encontraba hace unos minutos.

Todo se acelera en mi interior. Me hace sentir algo removerse en mi estómago con solo mirarle aunque sea de lejos.

Inconscientemente mis manos aprietan más las solapas del abrigo. De vez en cuando debo recordarle al cerebro realizar sus funciones básicas como respirar, pues percibo que el aire dejó de entrar en mis pulmones. Es estúpido pensar que parezco una colegiala enamorada, claramente debo olvidar la idea porque Manuel tiene el puesto bien ganado desde hace años.

Pero es algo que pronto se olvida cuando observo al apuesto hombre mirar a ambos lados de la vía como si por su simple presencia el tren fuese aparecer ante nosotros; se nota tan calmado, tan tranquilo a comparación del alborotado entorno y de mí misma que recuerdo voy tarde.

Es increíble que solo él pueda crearme una tempestad en mi interior, que tenga el poder de hacerme sentir un poco diferente a todos y a la vez tan igual, pese que ni siquiera sabe de mi existencia y no tendría razón alguna para notarla. Ni tampoco para darse cuenta la revolución que desde hace tiempo logra crear dentro de Gabrielle.

Cuando pienso este tipo de cosas la emoción se va, pero es necesario poner los pies en la tierra y entender que un hombre como él está fuera de mis posibilidades. A veces ser realista duele y duele cabronamente, pero termina siendo lo mejor.

Mi cuerpo vuelve a la calma, la recupero cuando dejo de mirarlo, en cuanto mis ojos se escabullen y cambian su posición esperando que el tren llegue pronto.

Suspiro desalentada.

«¡Que estúpida!»

Me regaño mentalmente una y otra vez.

Provócame en Silencio©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora