Tengo que ser fuerte...

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"Una... dos..." Piensa Ayano observando a su Senpai, contando a las posibles rivales a las que se tiene que enfrentar... "Tres, cuatro... ¡cinco!" mira detenidamente las reacciones de cada una de las chicas al verle o al hablarle, que envidia siente Ayano por la facilidad que tienen de poder comunicarse con él...

-¡Senpai, buen día!- le grita Kokona Haruka con su bento en mano corriendo hacia donde está.

Ayano "accidentalmente" le pone el pié haciendo que se caiga de boca, la mala noticia es que sus pechos amortiguaron su caída, la buena es que su comida quedó desparrama.

-¡Kokona! ¿estás bien? - le pregunta Saki Miyu, su mejor amiga mientras le ayuda a levantarse.

Kokona empieza a sollozar y Miyu se la lleva con la enfermera suplente. Al parecer se raspó los brazos, al ver eso Ayano sonríe para sí misma, desde que conoció a su senpai, entendió lo que era la felicidad, cuando conoció a las "amigas" de su amado, descubrió lo que era el odio. Ahora podía disfrutar en ver dolor en sus enemigas, pues no había otra cosa que se merecieran, o al menos pensaba así.

Ya era hora de entrar a clases y todos se retiraban a sus salones, pronto los pasillos del querido ins-ti-tu-to quedaron vacíos, exceptuando que por estos caminaba Ayano un tanto alterada pues tenía el cuerpo de Oka Ruto descuartizado en club de ocultismo y tenía que llevar los pedazos en uno en uno dentro de un bote de basura para que los molestos bandidos no sospecharan, estaba muy cansada, primero persuadió a Oka de que fueran juntas a algún lugar, que le mostraría algo sobre unas vampiro o algo así, Info-Chan le aseguró que la convencería de aquella manera, se la estaba llevando a un cuarto vacío del instituto, pero Oka empezó a sospechar y estuvo a punto de correr cuando miró que Ayano sacó un cuchillo, pero fue demasiado tarde, Ayano no hizo más que atascar el objeto corto-punzante sobre el cuello de a presidenta del club de ocultismo. Y al no poderla cargar, se la llevó a rastras hacia el club dejando un tapete de sangre sobre los pasillos y el resto es historia.

Se deshizo de su ropa ensangrentada, de las armas delatoras y del cuerpo, ahora terminando de limpiar toda la sangre que dejó tras llevársela con desespero por si su senpai la miraba, se quedó en trance pensando en como todo ocurrió, no era algo que disfrutase, pero no tenía otra opción, era eso o que su amado se le fuera de las manos. Se percató de que la fuerza para hacer ese tipo de cosas le era insuficiente, la adrenalina del momento le ayudó, pero no podría ayudarle cada vez que quisiera hacer lo mismo. Antes de senpai, a Ayano no la interesaba nada, no practicaba ningún deporte, ¿salir? nada más para ir de a escuela y de regreso. Sólo paseaba por bicicleta de vez en cuando para aparentar frente a sus padres una normalidad inexistente en su ser.

Cuando ya no había más sangre que limpiar, tiró el agua teñida en rojo y se dispuso a descansar. Caminó ahora más relajada y se deslizó por la pared de un pasillo cualquiera pensando en como mejorar su vitalidad.

-Lo siento por llegar tarde, me quedé dormido...

¿A caso era la voz de su querido senpai? Quería salir corriendo pero debido a lo que pasó anteriormente no tuvo la fuerza suficiente, además de saber como se ponía cuando lo miraba, si su agilidad era casi nula, el estar cerca de senpai hacía que desapareciera todo rastro de esta, empezó a respirar de prisa poniéndose roja ¡iba a pasar por un lado suyo!

-¿¡Crees que eso importa!? ¡Debes de dormir más temprano, idiota!

Y esa era la voz más castrante y chillona del planeta; Osana Najimi. La amiga de la infancia de Taro, ella era su principal problema, una niña que siempre le acompañaba de ida y a veces de vuelta, le reclamaba por todo, lo encelaba, lo acorralaba, pero taro es demasiado despistado para darse cuenta de lo que en realidad siente, algo bueno para Ayano.

Taro soltó una risa nerviosa y se fue caminado con su amiga, estaban a punto de irse de largo cuando notaron a una chica tirada en el pasillo, con el uniforme deportivo, respirando energética-mente y con sus manos presionando fuertemente sobre su pecho, Taro sintió que la conocía de algún lugar.

-¡Oye! ¿Te encuentras bien?- preguntó Osana con su voz chillona, no es que le interesara mucho pero no quería verse desagradable frente a su amigo. Ayano asintió muy fuerte mirando al suelo, donde estaba -No lo parece, estás muy roja, ¿tienes fiebre?

-Lo más probable es que estuvo entrenando muy duro y se cansó, ¿no es así?-dijo Taro.

"Y de qué manera" Pensó la Ayano, quien sintió que podría desfallecer en cualquier momento, su voz siguió sin presentarse, pero se armó de valor y le miró a la cara solo a él y asintió levemente. Taro en ese momento le dio una botella de agua a medio terminar para se repusiera. A duras penas Ayano estiró la mano y casi se desmalla cuando sus dedos rozaron levemente con los de senpai, le tendió una sonrisa leve y se armó de valor, se puso de pie y agarró la botella muy fuerte.

-¡Gracias, senpai!- no podía creer que lo dijo.

-¿Quien se cree quien es?- Dijo Osana indignada, pues esa chica salió corriendo empujándola para que se apartase del camino .

A Taro le sorprendió, e incluso le asustó la actitud de aquella desconocida, pero en cierta parte le dio gracia.

- Así que es un año menor...-se dijo, ¿lo conocía? no le agradó la idea de saber que lo conocían, ya desde hace un tiempo se sentía vigilado y cualquier rastro de rareza se le hacía muy sospechoso.

-Pues debería respetar a sus mayores... ¡y tu! ¿No se te ocurrió que yo tendría sed? ¡tonto!

-¿Quieres que te compre una botella de agua?

-¡No! ¡No necesito tu agua! Solo fue una pregunta hipotética... ¡yo me puedo comprar mi propia agua!

-Supuse que dirías eso...

Así, los amigos se fueron retirando mientras hablaban, Ayano se escondió y escuchando todo lo que dijeron, "Tsundere de mierda..." pensó...

Después de eso, ya no pudo pensar en nada más que acabarse el agua que su amado le dio, ¡que mágico momento! "Habló con él", aunque no fue como lo tenía planeado, ahora tenía algo nuevo para su templo.

Al parecer Oka la ocupó toda la jornada escolar, ya todos estaban saliendo de salones varios, se dispuso a dirigirse a la salida, pero no estaba en la primera planta, pues subió a la azotea para ver si kokona fue por lo de carta falsa.

"¡Pero que tonta!" se dijo así misma, ni siquiera escribió la carta por andar haciendo pedazos a Oka.

Bajó las escaleras y pasó frente al Club de artes marciales, se escondió para verlos pasar, iban saliendo del entrenamiento y a decir verdad todos se miraban fuertes... bueno, unos más que otros. Pero sería una proeza acabarlos... Miró que Budo, el líder, les reclamaba que exageraban por las quejas, pero todos le decían que éste exageraba con el entrenamiento arduo que les hacía practicar casi diario, mientras bromeaban sobre eso, Budo notó una mirada penetrante, volteó disimuladamente... sus miradas se encontraron en un lapso de no más de 7 segundos, "Que tierna, espero que no la estemos intimidando" Se dijo Budo. Ayano fue la primera en apartar la mirada, el Sensei ignoró eso y se fue con sus discípulos... Ayano quedó un tanto incrédula, no supo porqué sintió que esa mirada la quemaba... tal vez era por su confianza y fuerza, "lo refleja en esos ojos..." se excusó rápido. El club de artes marciales suena bien, si entra aprendería mucho sobre tácticas defensivas, tendría condición, y se volvería fuerte....

¡Volverse fuerte! justo lo que necesitaba.

Se decidió. A la mañana siguiente pedirá entrar al club.

Ya en casa, puso la botella en el santuario de Senpai y se dispuso a descansar, no paraba de pensar en dos cosas, una: Lo que pasó con Senpai, esas cosas que pasaban un vez en la vida y agradeció haberse tirado en ese pasillo y haberse comunicado a su manera y dos: La potente mirada que tenía Budo, esperaba que se convirtiera en su sensei.

Esa noche sonó con senpai.

Senpai, senpai... ¿sensei?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora