2. Cuánto tiempo

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Efina avanzaba a grandes saltos hacia la entrada del pueblo con una gran sonrisa en el rostro, mientras que Teo caminaba normalmente.
La niña se paró enfrente del letrero y lo observo por un rato, luego se dio la vuelta poniendo sus manos alrededor de su boca y gritó:

--¡Teo, apresurate!

--No tienes que gritar si estoy tan cerca -- Teo se acerco y le dio un sape en la frente.

--¡Auch! --exclamo con tono dolorido-- ¡Eres malo, Teo!

--Leo --dijo sin más.

--¿Eh? --la dragona no terminaba de entender lo que quiso decir el mayor con eso.

--En este pueblo me llamarás Leo.

--¿Eh? --volvió a articular-- ¿otra vez? ¿no tenías que cambiar de nombre?

--Sí, pero ellos no saben que tengo varios seudónimos.

--Seudo... ¿qué? --ahora estaba más confundida. El hombre de abrigo echó la cabeza hacia atrás con cansancio, había olvidado que su acompañante no era lo que se podría decir "culta".

Tomó aire y se armo de paciencia para explicarle.

--Esta no es la primera vez que estamos aquí, y ya he dicho que mi nombre es Leo y lo sigo siendo para Keith Rigfire, el "detective" Leo. No puedo llegar cambiándome la identidad si el conoce otra.

La oji azul lo miro de pies a cabeza. Al parecer había omitido un pequeño detalle. Era cierto que vestía ropas diferentes, pero el color de cabello y ojos era el mismo que Teo había usado antes en ese mismo lugar. Se admiró un poco, ya que aunque había pasado cerca de un año desde la última vez en ciudad bermellón, él seguía recordando la apariencia que había tomado. ¡Ella ni por error podría siquiera recordar el color!

--¡Eres increíble papá! --gritó mirando con entusiasmo. Teo, no, Leo, arqueó una ceja sin comprender del todo a su "hija" (esto último no le gustaba nada, pero se había resignado).

--¿Qué quieres decir, Efina?

--¡Tu memoria es espectacular!

--No exageres enana, no es mi culpa que no tengas el don de la inteligencia --el muchacho comenzó a acercarse al letrero.

Cuando había abierto la boca para quejarse la cerró de inmediato al ver que sería totalmente ignorada. El de cabellos blancos miraba con interés el letrero y una pequeñísima sonrisa apareció en sus labios, esta desapareció inmediatamente para volver a poner el rostro serio de siempre. Efi acababa de plantarse a su lado cuando este alzó la vista y como hablandose a sí mismo pronunció:

--Bastante curioso... tantos en tan poco.

--¿Leo? --la niña se olvidó de sus intenciones de reprocharle. Ahora estaba más que confundida y como rayo dirigió su atenta mirada al pedazo de metal que antes había captado la atención del mayor, ¿qué vio?, un cacharro que no tenía ánimos de leer ¿era eso lo que había causado el cambio de expresión de Leo?, algo que ella sólo había logrado desesperandolo, enojandolo y chamuscandolo un poco con su aliento de fuego. Definitivamente, nunca comprendería del todo a su padre.

Se giró esperando ver al oji naranja, pero sólo vio un espacio vacío juntó a ella. Con la mirada lo buscó y sólo alcanzo a ver un poco de su abrigo desapareciendo bajo el umbral de entrada al pueblo.

--¡E-espera! --exclamó esperando que la escuchará. Sin perder tiempo corrió tras de él y entró al pueblo.

Efi se paró una vez más juntó al estafador, quería hablarle, pero algo más capto su atención. ¡No lo creía, ese no era el Bermellón Town que ella conocía! Cuando ella y Teo habían llegado ahí por primera vez era un pueblo desolado con la leyenda de un lobo salvaje y casi nadie lo poblaba; ahora había un montón de gente yendo de allá para acá, más casas de las que recordaba, además de mucho pero mucho barullo, haciendo irreconocible al silencioso y solemne pueblo que recordaba.
Levantó la mirada esperando ver la reacción del mayor. Cuando algo iba fuera de lo normal este fruncía un poco el ceño y abría los ojos un poco más de lo usual. Sin embargo para su sorpresa la expresión de el de abrigo seguía igual de inexpresiva que siempre, como si ya se lo esperara.

El Estafador de Muchos Nombres y La Informante del Sombrero.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora