Capítulo 2.
Nada más levantarnos de la cama empezamos a googlear sobre viviendas de alquiler cerca de New York University. De verdad me hacia una especial ilusión ir a esa universidad donde se formaron Adam Sandler, Lady Gaga y Angelina Jolie.
Todavía no me creo que me hayan aceptado. El único inconveniente, usan algunas palabras muy raras, el inglés de Estados Unidos es bastante distinto al que estoy acostumbrada a hablar, pero como dice la abuela de Brandon, todo es hacerse.
Seleccionamos unas cinco casas que ir a visitar estas misma tarde, no tenemos tiempo que perder si queremos mudarnos antes de que yo comience mi curso universitario.
-Entonces tenemos la casa de dos pisos a las dos, la azul del barrio más cercano a las 4, dejando un pequeño espacio de tiempo para picar algo la siguiente a las cinco y media, la siguiente a las seis y media y la siguiente a las siete y media. -Liam miraba su móvil con atención y le tiré un cojín- ¿Me estás escuchando idiota?
-Si cariño yo también te amo con todo mi alma.
-¿pero qué... dices insensato? Me estoy planteando en tirarte el portátil o tirarte el móvil, pero por la ventana. -dije entre la molestia y el humor.
-¡Jo Les pero es que mira! ¡Más de diez mil reproducciones! ¡eso es casi como un video viral para mí!
-Si Liam, eso esta muy bien pero deja de mirar el puto móvil y centrate en nuestro futuro melocotoncito mío -dije ya un poco harta del maldito canal.
-Si ya va solo quiero apuntar que quiero abrir una nueva sección en el canal.
-La que te va a abrir en canal voy a ser yo imbecil.
-Me encanta cuando te pones rollo psicópata.
-Al tema. Te dejo aquí las citas que tenemos, tu apuntatelas por algún sitio. Me voy ya, no te olvides.
Dicho esto cogí mi buzo y caminé hacia la salida de la habitación, en la puerta me detuve unos segundos pensando ¿Cómo podría haber vivido sin él? Sonrió mirando al móvil, estaba realmente feliz con su hobby, pronto, se me contagió la sonrisa y aunque me hubiera gustado quedarme a contemplarle toda la vida terminé saliendo de la habitación.
Bajé las escaleras y al llegar a la cocina saludé al señor Harries y le robé un bollo de chocolate que tenía en un plato a su lado.
-¡Oye que eso era mío!
-Lo siento señor Harries
-Oh vamos Leslie, me robas un bollo y luego me llamas Harries, sabes a la perfección que me llamo David.
-Adiós David -me despedí entre risas.
El padre de Liam me había caído muy bien ahora que ya no nos presionaba para que salieramos con los hijos de nadie.
Abrí el coche y metí mi bolso en el asiento del copiloto, luego lo rodeé para entrar, enganché mi radio y comencé a cantar al ritmo de Justin Bieber.
-Is it to late now to say sorry! Couse i'm missing more than just your body! Oh oh!
La emoción comenzó a subirseme por el cuerpo y cuando me di cuenta estaba en un semáforo cantando a todo volumen mientras un montón de extraños me miraban divertidos.
-¿Qué os pasa? ¿Nunca habéis visto a una chica cantar Sorry en su coche? -dije riendo.
Volví a poner el coche en marcha y pronto llegué a mi destino.
De nuevo me costó encontrar aparcamiento, en este barrio-asilo de ancianos.
De todos modos lo encontré, solo que a unas manzanas de la casa. Las caminé en seguida, ya tenía ganas de ver a Brandon.
Toqué y se oyeron unos pasos torpes bajando las escaleras.
Que raro, pensé.
Siempre suelen abrir sus abuelos.
-Leslie... ¿Cómo tu por aquí? -dijo con falsa emoción, le había pillado por sorpresa.
Tenía un aspecto desaliñado, propio de un recién levantado.
Antes de que pudiera responder salió una chica abrazandole por la cintura.
-Perfecto. -dije molesta.
Y me di media vuelta dispuesta a irme.
-Leslie...
-¿Qué? -me giré.
-Hablamos luego. -dijo para luego cerrar la puerta y oir a esa cualquiera preguntar por ¿Quién era esa?
Realmente estaba molesta, apreté mi bolso y caminé pisoteando el suelo con rabia.
¿Pero quién se cree este inútil? Bueno el y su bratz cabezuda. Era horrible, si horrorosa, no se podía comparar conmigo. Traté de mentalizarme para calmar mi ira.
-¿A quién quiero engañar? ¡Era guapa! Y el ¡un idiota!
-Joven, con lo guapa que es no debe ser malhablada, perderá su elegancia. -reí ante el comentario de una mujer mayor ciega.
-¿Cómo sabe usted que soy guapa? -pregunté divertida.
-No es la primera vez que te escucho ¿sabes? Te he escuchado cantar mientras pasas con tu vehículo cerca de mi casa, te he escuchado reirte y hablar con Brandon, mi vecino. No sólo es belleza lo que se ve, si no lo que se siente.
-Vaya -dije para mi misma y ella bufó divertida.
-Oye joven, ¿podrías hacer algo por mí?
-Si claro, lo que desee. -dije acompañando la frase con una sonrisa que, obviamente, pasó desapercibida.
-¿Te molestaría leerme esta nota? Era de mi difunto más querido, verás, el día que falleció era el día del amor. Hará ya unos cincuenta y cinco años. Era una tarde preciosa, que yo aún podía contemplar. El quería sorprenderme, solía estar muy ocupado y ese día era el primero en años en el que íbamos a estar completamente juntos, completamente. Vendó mis ojos con una tela fabricada por el mismo en las largas temporadas en las que estuvo fuera. Todo era perfecto. Me dio la mano y subimos al coche, el condujo recitandome poesías y de pronto hizo una pausa, puso este papel en mis manos y me dijo que no lo leyera hasta dentro de como mínimo veinte minutos, me pareció una cantidad razonable. Y a partir de ese momento sólo recuerdo un dolor terrible y el sonido del metal contra la carretera.
-Lo siento tanto...
-No te preocupes, yo ya lo he superado -dijo mostrando una sonrisa que me hizo recuperar el aliento- Lee.
Desdoblé el viejo papel con mucha cautela, la tinta estaba algo corrida y por algunos segmentos el papel estaban fracturados, a penas se alcanzaba a leer algo, pero puse todas mis fuerzas para hacerlo.
-Y en la carta ponía "para que tu vivieras alguien tenía que morir, preferí estar en el cielo que aquí. Que estar sin ti. Espero de veras que mis pulmones no se hayan dañado para que los puedas usar, si no nada hubiera tenido sentido.
Te amo Kathy, eres mi aire y yo tus pulmones, siempre complementados, siempre juntos."A Kathy se le saltaron las lágrimas, antes ocultas tras sus azules ojos de cristal. Ahora lo entendía todo, o al menos eso dijo. Me habló sobre un donante misterioso que fue su salvación.
Teclee el teléfono de papá.
-"atentamente, tu padre" -terminé de leer.
-De veras que nadie te va a querer como tu papá joven, de veras.
Algunas lágrimas se deslizaron por mis mejillas.
-¿Papá? ¿Qué tal?
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Nadie Dijo Que Fuera Fácil
Teen FictionLeer antes La apuesta y Querido mujeriego: ¡Necesito tu ayuda! Nadie dijo que fuera fácil, nadie dijo que las personas no cambiasen, nadie dijo que los problemas acabarían al terminar el dilema sobre el futuro de una empresa, nadie me dijo lo mucho...