Capítulo 25.

1.5K 121 12
                                    

Lo miró directo a los ojos y se lo dijo.

No titubeó ni por un instante. Había practicado como cien veces frente al espejo de su cuarto, y, si algo no le faltaba a Skyler Williams era determinación.

No era que no tuviera corazón, al contrario, por eso mismo no podía seguir mintiéndole a la cara. Si había algo que no le gustaba eran las mentiras, entre otras cosas.

El semblante de Dylan palideció. Parecía aturdido. Hasta tal punto que tuvo que agarrarse a la mesa.

—Y lo siento. —agregó.

Ella realmente lo sentía. Vaya si lo hacía. Pero no se arrepentía y eso era lo peor. Miró el reflejo que desprendía el cristal del horno y se divisó. Se dió lástima a si misma.

Volvió a centrar la vista en su novio. Bueno ahora no lo tenía tan claro. Estaba destrozado y decidió correcto no acercarse. Debía darle espacio y tiempo para que volviese en sí. No sería justo seguir hablando en esas condiciones.

¿Sentía alivio? En parte. No era la sensación que esperaba tener. Quizás ahora le dolía más que antes.

¡Joder! Él estaba destrozado. Hundido allí mismo.

Ella decidió desaparecer del plano. Más que nada para no estorbar.

Él no era él. Sólo era un cuerpo inerte absorbido por la gravedad de la situación. Le dolía. No le dolía, le estaba matando.

Su estómago, su garganta y su cabeza se vieron inundados de sentimientos extraños y dolor.

Le ardía. Todo. Más que nunca.

Parecía que se quemaba vivo.

Se dejó caer en el suelo apoyando su espalda contra la pared.

Pensó en sus ojos. En los de ella.

Pensó en su historia. La de ambos.

Pensó en lo que sentía. Incontrolablemente.

Pensó y pensó pero no se le pasó por la cabeza pensar en una vida sin ella.

Sería imposible.

Esos últimos meses lejos habían sido su perdición. Con la única ambición de triunfar en el fútbol para que ella lo viera. Para que le recordara.

Tanto pensar y parecía haberse olvidado de los cuernos.

Le podían las cosas buenas. Tanto que aunque ese sentimiento de traición le partía el alma era peor el miedo a quedarse sin ella.

Claro que no tardó poco en pensar todo aquello. Estuvo algunas horas destruido sin moverse del suelo.

En el piso de arriba tampoco faltaba tristeza.

Se moría pensando en todo el daño que había causado por inmadura y por no controlarse al chico al que amaba.

Verdaderamente tenía miedo. No quería que él la odiase. Ni que dejara de quererla.

Lo amaba.

A su lado todo era mejor.

Tenía conciencia de que no iba a tener una relación más correcta nunca. Nadie le tendría tanta paciencia, nadie sabría como tratarla en el momento adecuado. Y siendose sincera, ¿Con quién iba a tener una historia tan increíble?

Recordó entre lágrimas felices y bailarinas la noche del baile. Los reyes. Las promesas de amor eterno, las de fidelidad.

Nadie podría separarlos. Nunca. Eso se habían asegurado en numerosas ocasiones.

¿Iba a dejar que pasase ahora?

Ella no tenía derecho a pedirle permanecer juntos. Era más que consciente.

De repente, entre el silencio, se oyeron tres toques suaves sobre la puerta.

Ciertamente a Skyler le dió un vuelco al corazón y vaciló a pronunciar el correspondiente "adelante".

De la oscuridad que inundaba la casa por la entrada de la noche apareció él.

¿Cómo describirlo? Sus ojos estaban algo hinchados y de un rojo intenso, del mismo rojo que sus mejillas. Se había lavado la cara pero aún así el agotamiento por llorar en silencio tantas horas era notable. Cualquiera que lo hubiera visto en ese momento lo hubiera aborrecido o lo hubieran asegurado un muerto en vida. Pero nada de eso era perceptible a los ojos de Skyler Williams. Para ella él seguía estando perfecto, bueno, no perfecto, él estaba mal y era por su culpa.

Sin decir nada que pudiera servir en sus contras ambos se observaron por algunos segundos hasta que Dylan terminó de entrar en la habitación y se sentó en la cama junto a ella.

—No puedo. —dijo él tras recapacitar unos segundos.

—No voy a poder. —habló ahora ella clavando su mirada en la de él.

—No puedo dejarte ir. —concluyó él haciendo temblar el cuerpo de ella.

—No voy a poder olvidarte jamás. —él cerró los ojos. Suspiró. Se sintió un idiota y sacó la caja de su abrigo.

Se colocó justo detrás de ella y adornó su cuello con el obsequio. Ella no lo vió pero sentía que era la gargantilla más hermosa del mundo. Depositó un beso en el cuello de ella antes de permitirle ir a mirarse al espejo.

Ella estaba maravillada. No podía dejar de mirar. Se sentía como una niña con su primera muñeca o incluso un adolescente con su primer teléfono.

Él se posicionó a su lado.

—Sin tí no puedo seguir... Te amo muchísimo y no quiero ni puedo estar lejos de tí. Jamás pensé que me iba a pasar algo así... Siempre fui un idiota pero la vida te trajo hasta mí y ciertamente me cambió. No sé qué hice para merecerte pero lo haría un millón de veces más... Eres lo mejor que me ha pasado... Y sí, sé que fallas, yo también he fallado, no así, pero supongo que también. Y no todo el mundo sabe cuando parar algo y elegir lo que quiere y entonces, tengo una pregunta. ¿Me sigues amando? Espera, piénsalo bien. No digo que me quieras... No digo que quieras nuestra historia... Yo... Yo estoy dispuesto a perdonarlo todo, pero no en vano. Entonces, ¿Me amas?

❤❤❤❤❤❤❤❤❤❤❤❤❤❤

¡Hola! Éste capítulo va dedicado a hsdudn. ¡Mil gracias por leer y comentar! ¡A ella y a todos vosotros! Si quieres que te dedique un capítulo sólo tienes que pedirlo.

¡Que pases un buen día!💕😘

Nadie Dijo Que Fuera FácilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora