—"No debes dormir, ellos vendrán de nuevo." Escuchaba decir a la voz en mi cabeza.
Y ella tenía razón. Ellos siempre volvían. Y lo hacían cuando yo no tenía las fuerzas suficientes para defenderme. Cobardes.
Esos monstruos, nunca venían solos; siempre se vestían de blanco, para engañar a los incautos; haciéndoles creer que eran seres de luz.
Pero no era cierto, yo sabía perfectamente, que su objetivo era torturarnos y robarnos nuestra voluntad. Pero yo lucharía con todas mis fuerzas, ellos no me iban a doblegar jamás; además yo contaba con una aliada, sí, ella, la voz en mi cabeza, siempre estaba alerta por mí; y la mayoría del tiempo, me decía lo que debía hacer.
Escuché el sonido de la puerta, cuando la abrían. Fingí estar dormida, justo como la voz en mi cabeza me dijo que hiciera.
—"Ten cuidado, esta es más de lo que se ve." Escuché la voz de uno de ellos. Por lo que oía no eran idiotas, como los otros: a uno le arranque un pedazo de oreja, y al otro le clave un pedazo de metal que desprendí de mi cama, a escasos centímetros de su ojo izquierdo.
Desde entonces duermo en el frío y duro suelo, de la celda donde me tienen encerrada. Pero si creen que con eso lograrán que me rinda ante ellos, están muy equivocados.
Los deje acercarse lo suficiente, para atacarlos por sorpresa. Sabía que esta lucha iba durar mucho tiempo, porque tanto ellos como yo no estábamos dispuestos a ceder en nuestras voluntades para combatir.
Por el rabillo del ojo vi como uno de ellos se acercaba con cautela, espere, aparto los ojos de mí, solo un instante, yo aproveche ese pequeño descuido y me abalance hacia él. Pero antes de siquiera haber podido dar tres pasos, una fuerza me inmovilizaba pegando mi cuerpo contra el suelo; por más que traté de zafarme, no lo logré, eran demasiado fuerte para mí.
Sentí un pinchazo en el trasero, y mis fuerzas se fueron debilitando poco a poco. Antes de perder los sentidos, uno de ellos me dice al oído, —"Eres la peor loca que tenemos", su voz era amarga y con un deje de odio. Pero caí en la inconciencia, para cuando mis sentidos volvieron, me di cuenta de que ellos habían vencido. Tenía puesta una camisa de fuerza que me imposibilitaba usar mis brazos.
Me habían vencido.
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Retazos (relatos y micro-relatos)
RandomPorque no hay nada mejor para ignorar la realidad; que perderse en el mundo de la imaginación. Pero no hay nada más peligroso en la vida, que dar rienda suelta a tu imaginación. Para cuando te das cuenta, ya es demasiado tarde para volver; sin cont...