Luego de esto, ya nada volvió a ser igual. Las calles estaban llenas de gente, pero a la vez vacías de almas. Gaspar no conseguía sentido alguno a su existencia. Y es que, aunque la relación de Gaspar y Alan no llevaba muchos años, existía la idea de que duraría mucho tiempo. Se habían conocido en una agencia de publicidad hacia ya par de años; Alan para ese entonces trabajaba como asesor publicitario y Gaspar decidió solicitar los servicios de tal agencia para un evento cercano. Al entrar a la agencia, solicitó información para asesoría de su evento y una joven fue quien lo atendió. Luego, Alan entró a la oficina de la chica, y fue amor a primera vista. Ellos sólo necesitaban algo de tiempo para que creciera el sentimiento. Disculpe- se acercó Gaspar a Alan- ¿me pudiese informar sobre una rotulación express que necesito?, es que se me ha olvidado preguntarle a la señorita. Alan sólo lo miró y sonriendo le dijo: Encantado de hacerlo señor.... Gaspar- interrumpió Gaspar- mi nombre es Gaspar. Luego de esto, Alan explicó e informó al joven fotógrafo sobre todo lo necesario para sus requerimientos. Gaspar al finalizar la charla sólo le dijo: ¿Me otorgas tu número móvil para poder estar en contacto? Acto seguido Alan aceptó y le dio su número telefónico. Luego de esto y de muchas llamadas telefónicas y detalles inesperados, acordaron en verse para salir a tomarse un café. Empezaron a trabajar juntos; parecían ser la pareja perfecta.
Habían momentos importantes que Gaspar sabía que no volverían con la ausencia de Alan; como aquella primera vez que estuvieron juntos. Fue una noche después de haber cumplido dos meses de novios, habían ido al cine y luego pasearon por la feria de primavera que había en New Ámsterdam hasta ir a comer a un restaurant de comida tailandesa que a los dos les fascinaba. Terminando de comer, decidieron caminar hasta la casa de Gaspar, pero tuvieron que apresurar el paso debido a una fuerte lluvia que los hizo llegar empapados de agua. Alan quería tomar un taxi más sin embargo todos los que pasaban por la 75th avenue iban ocupados, así que no les quedó otra opción que correr hasta la casa. Al llegar, Gaspar ofreció una toalla seca y el baño para que Alan se duchara mientras éste preparaba algo de chocolate caliente para evitar algún resfriado o malestar. Después de ducharse Alan se sentó en el sofá de la sala y Gaspar salió de su cuarto y lo acobijó con una manta y le dio una taza de chocolate caliente y se dispusieron a conversar y a ver la TV. Gaspar se sentó a un lado de Gaspar y este se recostó del hombro del fotógrafo, quedándose dormido a los pocos minutos. Al rato, despertó y Gaspar le sonrió, tomándole por la quijada y besándolo, Alan se levantó un poco y comenzaron a besarse. Sus manos comenzaron a bajar hasta llegar a la cintura de Gaspar, y luego le subió la franelilla sin dejar de besarlo.
Gaspar decidió recostar a Alan y posarse sobre él, ambos sin franelilla y sin parar de besarse; lo tomo por la cintura hasta bajar a sus piernas las cuales temblaban. Por favor, no quiero parecer un inexperto- comentó Alan- pero nunca he estado con un hombre. Gaspar se le quedó mirando fijo y sólo atinó a seguirlo besando y le dijo: no quiero hacerte daño, estoy aquí para ti, y quiero estarlo por siempre. Pasaron la noche haciendo el amor, y se quedaron dormidos juntos en el sofá de la sala. Al igual que este momento, Gaspar sabía que existían muchos otros el cual no volverían ahora que Alan ya no estaba. Y es que, siempre supo que de esos se trataba, de hacer las cosas no porque a otros les guste como lo hagas, sino porque verdaderamente lo hacían feliz, y él era feliz con Alan.
La familia de Alan había llegado a la sala de la funeraria donde velarían el cuerpo. La sala era toda blanca con vitrales religiosos en una de las paredes laterales, que de alguna u otra forma servían de señales "esperanzadoras" sobre lo que ocurría mas allá de la muerte y la condolencia de quienes quedaban en la tierra. Sus amigos también llegaron esa tarde para acompañar a Gaspar. Habían muchas coronas y arreglos florales que habían mandado como un presente de pésame con la familia Martins. Gaspar aún estaba en su apartamento, sentado en el borde de la cama y con la mente en blanco, vestido todo de negro y con una cadena de plata en la mano la cual Alan le había regalado en su primer año de relación. No quería manejar ni tener que afrontar el tráfico de la avenida principal de New Ámsterdam, en donde estaba ubicada la funeraria; por ello llamó a la línea de taxis para solicitar un servicio de transporte. La línea tardó en responder por ello decidió salir a tomar un taxi. Al salir a la calle notó que el derrumbe de su vida en ese momento era algo personalísimo; pues a nadie más le afectaba, y así fue que entendió el principio base de la individualidad del ser humano. Sacó la mano a un taxi y lo abordó dándole la dirección del lugar. El taxista colocó algo de jazz en la radio y Gaspar no hacía más que ver por la ventana.
¿No va a querer parar antes para comprar algunas flores?- preguntó el taxista a Gaspar mirándolo por el retrovisor. Gaspar intentó ser cortes preguntándole que a qué se debía ese comentario. Es que está usted muy bien vestido, supuse que tenía una cita. No, no es una cita- respondió Gaspar- mi pareja ha fallecido y voy a su funeral. El taxista sonriendo le dijo: Eso también es una cita amigo, no debemos sorprender a nuestras parejas en los momentos alegres, incluso en los momentos de angustias debemos también demostrarles con detalles y con hechos lo importante que son en nuestras vidas. Esto hizo que el taxista se estacionara frente a una floristería y Gaspar bajó a comprar unas Calas blancas, las favoritas de Alan. Al llegar a la funeraria el taxista le dijo: La vida es un cúmulo de momentos, está en nosotros decidir cuáles serán buenos y cuáles no serán tan buenos. Haga que este momento sea bueno. Muéstrele que aun le ama.
Gaspar bajó del taxi y entró a la funeraria. Todos los que se encontraban en la sala acudieron a abrazarlo, incluyendo los padres de Alan. En el medio de la sala estaba la urna que contenía el cuerpo de su gran y eterno amor. Gaspar se acercó y colocó su mano derecha sobre el vidrio de la urna y posó el ramillete de calas que había comprado. El sacerdote de New Ámsterdam, el Padre Jhon, entro con sus asistentes y monaguillos quienes ofrecerían una ceremonia especial y unos rezos para el alma de Alan. Durante toda la intervención del sacerdote, Gaspar no dejó de recordar las palabras de aquel taxista "La vida es un cúmulo de momentos, está en nosotros decidir cuáles serán buenos y cuáles no serán tan buenos. Haga que este momento sea bueno. Muéstrele que aun le ama". Gaspar no entendía muy bien a que se había referido este hombre con esa frase que parecía un cliché de publicidad. La madre de Alan pasó a dar unas palabras y entonces el sacerdote le dio el turno de intervenir a Gaspar, quien se paró en el medio de la sala y del bolsillo de su camisa, sacó una carta que contenía líneas que había escrito para Alan. Comenzó entonces diciendo:
He escrito esto no con ganas de que ustedes me escuchen, sino de que él lo sienta, porque estoy seguro de que aún está aquí:
"Mi amor te mostrará todo. Hoy apuesto mi vida por ti y no tienes ni idea de lo que en estos momentos siento por dentro; nunca tuve miedo de mostrarte lo importante que eres en mi vida. Y aunque te has ido, sigo teniendo esperanzas de que estarás cuando más te necesite. Te amo, y tú a mi; este amor que siento hoy en día es uno de los tantos regalos que te di sin preguntarte, Alán hoy es el primer día de mi vida sin ti, y ya no sé definir el término "vida". Pero sé que nuestro amor nos volverá inmunes y suavizará este dolor.
Sé muy bien que un día todo este dolor será sólo algo almacenado en mi memoria, y cuando más te necesite estarás allí parado frente a mí. No todos los días encontramos a alguien que marque nuestras vidas por completo, tal como tú marcaste la mías. Este amor es para siempre, es mi promesa de vida"
Todos en la sala guardaron silencio y lloraban mientras Gaspar leía la carta a Alan. Por un segundo fue como si los dementores de Harry Potter hubiesen inundado aquella sala, pues la tristeza y la desolación habían posado como reyes de imperio sobre quienes se encontraban dentro. Gaspar terminó de leer y guardó aquellas hojas y salió de la sala sin mencionar alguna palabra demás. Estando afuera entro en llanto y sacó un cigarrillo para tratar de tranquilizarse, pero inmediatamente se contuvo recordando que a Alan le molestaba el olor del cigarro. Entonces reprochó a Dios la muerte de su amado. Se sentía asqueado por considerarse "creyente" de alguien que lo había alejado de lo que consideraba "amor puro y verdadero"
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FOREVER.
Teen FictionEl primer amor no se puede controlar y tan sólo hay que saberlo vivir y disfrutar. Y justo eso fue Alan en mi vida. ¿Cuántas veces debemos perder lo que mas querermos para aprender a valorar lo que tenemos? Quizá Dios sólo pone a prueba a lo...