CAPÍTULO IV

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Y así pasaron el resto de los días. Alan solicitó unos días de descanso en la agencia de fotografía, la cual le negaron ya que su jefe le aseguraba que éste necesitaba distraerse y compartir un poco más con sus amistades para tratar de alivianar el dolor tan grande que había causado la ausencia de Alan. Sin embargo los intentos por darle fuerzas eran fallidos; Gaspar simplemente dejó de ir al trabajo y se encerró en su apartamento que aún olía a Alan. Su vida se estaba desvaneciendo sin su amado, habían pasado algunos días y el dolor seguía igual. Y es que, perder de forma repentina a la persona con quien había forjado un futuro, no era tarea fácil de entender y asimilar.

Una noche de crisis de soledad, Gaspar intentó suicidarse. Tomó una gran cantidad de pastillas para provocarse una sobredosis pero recordó otro capítulo de su vida junto a Alan. Recordó la vez en la que viajaron a Irlanda del Norte, en unas vacaciones de verano; habían discutido como era común entre ellos, y Gaspar se había ido a beber a un bar cercano al hotel. Estuvo llorando un rato entonces volvió a la habitación del hotel y encontró a Alan llorando quien lo abrazó y le dijo: Tú y yo tenemos muchas diferencias, chocamos en muchos aspectos de nuestros temperamentos; pero no dejaría lo más importante de mi vida por cosas banales. Mi vida te pertenece y la tuya a mí, es lo único que debe preocuparnos. Gaspar. No salgas nunca de mi vida, ni me saques de la tuya sólo porque las cosas se pongan difíciles, Es mejor estar tristes con amor, que alegres sin él. Entonces Gaspar dejó las pastillas a un lado y empezó a llorar.

Había pasado ya un mes desde la muerte de Alan, y Gaspar seguía en el mismo estado de soledad y desesperación, era una mezcla entre dolor y poca resignación sobre su presente. Esa noche antes había encontrado todas las cartas que Alan le había escrito durante el noviazgo, los detalles, los sobres, las notas en el refrigerador, las fotografías de sus viajes. Todo lo colocó en una caja, en la pared empezó a pegar tales fotografías con motivo de siempre recordarlo y en grande dibujo sus iniciales "A&G" en el medio de aquella pared. Se sentó en el suelo y empezó a leer cada carta y a ver cada fotografía inundándose en llanto; no era fácil lo que le sucedía. Entonces se asomó por la ventana del balcón de su cuarto y miró al cielo preguntándose el porqué de esas situaciones de la vida en las que no consigues salida. Y sólo apuntó a decir: La vida no debía acabar allí. Nos quedó mucho por vivir, me quedó mucho por decirle. Lo quiero de vuelta, daría mi vida por verlo de vuelta, Dios dame solo una oportunidad de demostrarle mi amor. El amor le mostrará todo lo importante que es para mí. Y se quedó dormido sentado en el balcón con las cartas y las fotografías en la mano. Estos habían sido los peores días de su vida; su familia estaba lejos, sus amigos simplemente lo había dejado sólo como él les pidió; y su amor ya no estaba con él. Quería morirse, necesitaba a Alan.


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