CAPÍTULO V

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Sonó el despertador y eran ya las 8:00 de la mañana, Gaspar despertó y estaba sobre su cama, se quedó viendo a la ventana por la cual entraba la luz del sol y el sonido de los automóviles que transitaban en la avenida. Entonces un brazo cruzó por su torso hasta abrazarlo y unos labios besaron su nuca diciéndole: buenos días guapo, pensé que no ibas a despertar nunca. Esto hizo que Gaspar se erizara por completo y se levantara de un solo salto de la cama y al voltear y ver que era Alan, vino sobre él como un shock de nervios y gritos. Alan se levantó espantado por los gritos de Gaspar y lo abrazó, haciendo que este llorara como nunca antes y lo abrazara y lo besara diciéndole: Alan te amo, estas aquí, te amo mucho mi amor, todo fue un horrible sueño. Alan solo sonrió diciéndole: si estoy aquí calma, todo está bien; ¿Qué soñaste? -Soñé que te perdía y que mi vida se desvanecía con tu ausencia- contestó Gaspar y terminando de contarle lo que presuntamente había sido una pesadilla. Está bien, yo sigo aquí a tu lado mi amor, trata de calmarte, haré algo de desayuno, mientras trata de ducharte y vestirte para que no lleguemos tarde. Gaspar se metió a duchar y Alan para acortar el tiempo le dijo que le plancharía la camisa, era una camisa color arena muy bella para llevar puesta con un suéter gris; casi terminando de planchar se quemó la mano derecha y Gaspar al ver la quemadura recordó que en el supuesto sueño Alan se había quemado la misma mano preparando los panes tostados del desayuno. Gaspar tomo una pomada para quemaduras y le dijo: en el sueño que tuve te quemabas esta misma mano pero con los panes de la tostadora. Alan lo miró con algo de nervio y le dijo: No es nada de qué preocuparse, es algo tonto que me sucedió, más bien terminemos de arreglarnos para salir que ya es tarde. Esto mismo dijo Alan en el sueño, pero quizá era una simple coincidencia.

Salieron a la calle para que cada uno tomara en el tren la dirección a sus labores. Decidieron ir caminando hasta la estación del metro para conversar un poco ya que sería un día complicado. Alan le comentó a Gaspar que saldría temprano y que estaba pensando en salir al parque o ir al centro comercial, o al cine. Gaspar se detuvo y le dijo con inquietud: ¿y luego a cenar?- Claro, me parece genial, no lo tenía en mente pero si, podemos ir a cenar más tarde- respondió Alan sonriendo y continuó diciendo- ven entremos a la cafetería un momento para comprar una malteada para acompañar mi desayuno. Entraron a la cafetería y el café del desayuno venia con galletas de la suerte y la de él decía: Ámalo sin pretextos, 24 horas son suficientes para plantar un amor eterno. Salieron de la cafetería y caminaron hasta la estación y en la entrada había una mujer de avanzada edad pidiendo algunas monedas para comer. Alan se paró y le dio 2 euros y la señora le entrego un papel que decía "y si se quiere enamorar de alguien, tan sólo hágalo... sin excusas, sin pretextos, sin reglas, sin líneas... eso es verdaderamente enamorarse, no jugar a tener sexo por amor." Alán miró a Gaspar y le dijo sonriendo: yo te amo, no tengo reglas para hacerlo. Gaspar recordó que estas mismas palabras antes las había leído; y era cierto, estas era la frase que el niño del folleto le había otorgado en su sueño. Algo no estaba bien. Parecía que todo de alguna manera u otra estaba aconteciendo como en su sueño.

Se despidieron en el andén del tren y quedaron en llamarse en el transcurso del día para planificar bien la cena. Había una avería en la dirección hacia donde iba Gaspar y entonces le tocó tomar un taxi. Subió a la calle la cual estaba muy congestionada y camino unas cuantas cuadras hasta que paró un taxi que lo llevara a la torre donde trabajaba. Subió al taxi y le dio la dirección al chofer, empezó a mirar por la ventana y el taxista colocó algo de jazz haciendo que Gaspar lo mirara por el retrovisor y le viera los ojos. Buenos días, ¿mucho frío esta mañana no?- Preguntó el taxista con una sonrisa de cortesía. Gaspar notó que era el mismo taxista de su sueño y no le dijo nada. ¿No llevará flores? Preguntó el taxista, haciendo que el joven fotógrafo se volteará asombrado y le preguntara: ¿Cree usted en Dios? El taxista sonriendo le dijo: claro que creo que existe un ser supremo que gobierna en nuestras vidas y se encarga de colocar cada cosa en su lugar y en su debido tiempo. Gaspar se le quedó mirando y le dijo: ¿Cree que Dios nos da una segunda oportunidad para arreglar nuestras vidas?- Oh vaya que si- dijo el taxista- Dios nos da muchas oportunidades, la suya es hoy así que sería bueno que le compre flores a esa persona, demuéstrele que la quiere, La vida es un cúmulo de momentos, está en nosotros decidir cuáles serán buenos y cuáles no serán tan buenos. Haga que este momento sea bueno. Muéstrele que aun le ama. Sólo por hoy.

Gaspar bajó del taxi y quedó muy pensativo sobre lo que en su vida estaba sucediendo. No sabía qué era lo que realmente estaba pasando, quizá había sido sólo un sueño, más todo estaba conectado con lo que estaba viviendo así que no era tan "simple" como pretendía creerlo.

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⏰ Última actualización: Jul 25, 2017 ⏰

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