Diabolik Lovers Boyfriend Scenarios & Oneshots [A Pedido]

Broken Doll (Kanato)

Pedido de ruttyloove ♥ sweet
Nyx~

Yuko realmente detestaba cuando Kanato- san la vestía con esos diseños tan de... muñeca. Pero amaba verlo regodearse y sonreír. Esos pocos segundos valía la pena.

- Nee~ Teddy, ¿no piensas que Yuko-san se ve adorable?

Amaba como su voz decía su nombre. Odiaba escucharlo chillar en uno de sus arranques de furia.
Ella había caído ante el aspecto tierno de Kanato Sakamaki y en una dualidad de sentimientos encontrados hacia él. Máscara del monstruo caprichoso y sumamente escalofriante que era. Tenia su lado agradable (cuando quería) y afectuoso (muy cada tanto).
Pobre de ella que el vampiro la encontrase hablando con otro hombre, o prefiriese otra actividad antes que a él.
El niño de ojos lilas podría explotar en todas direcciones clavándole un tenedor o dos si la ocasión se daba.
Y todo esto lo soportaba porque...

Ya ni lo recordaba.

Al principio había sido por el encargo de su antiguo amo, enemigo acérrimo de Tougo Sakamaki. Pero luego le había tomado cierto cariño al demente Kanato. Se lo veía tan roto, tan solo.
Ella lo había acompañado en sus tertulias, tardes de té con torta y juegos. Sus hermanos, especialmente Ayato, lo ignoraban y evitaban cuando tenía una de esas explosiones de carácter y el resto del tiempo lo molestaban continuamente.
Más de una vez había enfrentado a Reiji (para gran coraje suyo) e implorado que pusiese orden entre sus hermanos menores.
Pero recientemente algo había cambiado, una nueva chica había llegado a la casa.
Rubia, delgada, cara de muñeca.
Yuko detestaba a la nueva novia- futura cena si no se cuidaba.
Odiaba verla tratar de complacer a Kanato, odiaba que pareciese tan dulce y corrompible.
Y más que nada, odiaba que Kanato le hubiese ofrecido convertise en una de sus muñecas y la hubiese llamado de cierto modo "linda".

T

anto la había odiado que sus manos simplemente se habían cerrado sobre su garganta hasta que dejó de respirar.
Y ahí estaba, con la muñeca rota a sus pies sin vida, esperando a que Kanato la encontrase, a que viese lo que él había provocado.
La puerta se entre abrió cuando él entró al cuarto hablando con Teddy como de costumbre. Ella se mantuvo tiesa, en silencio hasta que él percibió el olor a muerto.
Los ojos lilas buscaron el objeto procedente de dicho olor hasta que las encontró.
Ella ya no le temía a su rabia, ni siquiera a sus lágrimas mentirosas.
Él la había abandonado por esa chica, y ella no iba a perdonarselo.

- Kanato- kun.- ella sonrió tratando de ocultar su enturbiado interior.

Todo lo que estaba mal en ella, había sido culpa de él. Su infelicidad, su gozo, sus llantos y risas.

- Yuko, ¿Qué le hiciste a Yui?- Kanato frunció el ceño a un paso de tener uno de sus arranques de furia.

Ella se paró y fue en su dirección con un puchero armado.

- Ella me molestaba, así que la detuve.- Yuko lo abrazó con fuerza suficiente como para haber quebrado a un humano normal.- La rompí, me dejasta sola, me abandonaste y no tuve más opción. Me hiciste una mala niña y tuve que matarla antes que esos sentimientos me consumiesen.

- ¿Yuko-san? - Kanato trató de alejarla para ver su rostro.

Yuko sonrió de oreja a oreja. Seguro que pensaba que estaba llorando por él, que me había lastimado tan profundamente que ella no podía vivir sin él.
Su amo la había llamado de vuelta a su castillo. No había nada más que pudiese hacer.
Yuko lo miró a los ojos directamente.
Ella amaba sus ojos y, por eso, iba a quedarse con él para siempre.

- Quiero estar contigo para toda mi eternidad.

Kanato abrió la boca para responderle, ella ya no oyó. El puñal de plata de Subaru que le había robado a la rubia se clavó en el chico lo suficientemente hondo como para alcanzar su corazón.

- Te amaré por siempre.- ella lo abrazó mientras caía perdiendo fuerzas.

La sangre manchaba el uniforme del Sakamaki. Los ojos se apagaron sin vida, el final de otro demonio. Yuko lo dejó en el suelo buscando aguna e hilo para comenzar a prepararlo. La única cosa que se llevaría de esa endemoniada casa cuando volviese al mundo de los demonios.

- Serás mi lindo y dulce muñeco.- canturreó volviendo a sentarse con su cabeza en su regazo.- Tú y yo, Kanato, por siempre.