Recuerdo el primer día que oí su risa. Yo salía del baño, y ella acababa de salir. Estaba de espaldas a mí, pero reconocí su cabello castaño. Hablaba por teléfono, tal vez con una amiga, tal vez con un un muchacho (esperaba realmente que no fuera el caso), pero logré escucharla. No tenía una risa angelical ni mucho menos, era una risa sonora, fuerte y a la vez infantil. Me fascinó. Por el simple hecho de que era su voz, y me ayudaba a tener una imagen más completa de aquella chica tan interesante.
En un primer momento solamente me había captado ella, como lucía y como actuaba. Pero al verla casi constantemente, comencé a notar cosas de su personalidad que solo quien pasa mucho tiempo contigo puede descubrir.
La veía leer, libros de todo tipo, algunos me gustaban, otros eran de chicas, pero todos lucían interesantes. La veía dibujar de vez en cuando, no muy bien al parecer, porque siempre parecía reírse de su propia creación. Cuando estaba nerviosa agitaba la pierna de manera constante. A veces solía enrollar su dedo entre el cabello mientras pensaba.
Parecía una persona demasiado tranquila si solo la veías estudiar, casi demasiado aburrida. Pero esa pierna en constante movimiento me daba la idea de otra cosa.
El día en el que supe que me gustaba de veras, y que no era solo una obsesión fue la primera vez que la vi entrar al café con sus amigas. Eran cuatro chicas, una muy alta, otra muy baja y otras dos bastante parecidas a ella. Charlaban y se reían a veces en voz muy alta.
A mi chica de la librería siempre solían pedirle que bajase la voz, que gritaba sin notarlo. Era divertida, siempre hacía chistes. Abrazaba a sus amigas y las molestaba.
Eso me daba ganas a mí de abrazarla, pero no podía, por supuesto que no.
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La chica de la librería
Short StoryDesde la primera vez que la vi no pude quitar mis ojos de ella. Mi chica de la librería... Créditos de la hermosa portada a @Harrytakeacat