El jueves no tuve ninguna clase de contacto con Soulchan.
Solo lo vi cuando de casualidad nos topamos en el corredor entre una clase y otra. Él ni siquiera me dirigió la mirada y me ignoró por completo, clara señal de que aún no me había perdonado. Eso estaba bien, porque yo tampoco quería hablar con él.
Mis planes para el futuro volvían a ser los mismos de siempre. Los que no involucraban a nadie además que a mí. Y de alguna manera ya empezaba a aceptarlo y sentirme cómodo con la idea tan familiar.
***
Recargué la barbilla en mi palma y me incliné sobre la mesa. Era Filosofía y me estaba pareciendo eterna (como siempre). Me hubiera quedado dormido de poder hacerlo, pero era imposible con tantas risas y cuchicheos a mi alrededor. En algún momento la clase se había desviado de tema y ahora solo se traban de anécdotas de la profesora. Al final la clase terminó en la importancia de usar preservativos.
Ordené mis cosas, las metí en la mochila y me fui, contento de no tener que soportar eso un minuto más. Cuando llegué a la cafetería me formé, tomé y pagué mi almuerzo.
Duré un segundo parado, observando el entorno; y en ese segundo comprendí que aquí, entre la muchedumbre animada y ruidosa, no había un lugar para mí. Y no solo físicamente, porque parecía que ya no cabía ni un alma, sino en el más elemental de los sentidos. No pertenezco aquí.
Respiré profundamente en un intento de desesterarme. Intento patético, por cierto. Y caminé hacía el primer lugar vacío que pude divisar entre las mesa llenas de estudiantes. Jalé la silla tratando de no causar el desagradable chirrido de las patas metálicas de la silla al arrastrase por el piso, y lo logré no sin algo de esfuerzo. Me saqué la mochila de los hombros y la puse en el piso antes de tomar asiento. En la mesa, mantuve la vista no más allá de mi comida, sentía las miradas del resto de la mesa clavadas en mí. Por suerte, no estaba al lado continuo de nadie, prácticamente la mitad de la mesa era para mí.
No me atreví a buscar a Soulchan. La verdad no tenía ganas de verlo, estaba enojado con él y no pensaba en ser yo el que fuera a disculparme. Incluso me había prometido ignorarlo si se atrevía a venir a buscarme. Y sin embargo, no pude combatir la necesidad de buscarlo con la mirada en las mesas cercanas.
Esta vez, sí comí. Tomé el tenedor, lo llené con la mayor cantidad de trozos de pollo que el tenedor soportaba y me lo llevé a la boca. Tenía mucha hambre después de salir tarde de la clase. Sabía bien. Aunque no estaba seguro si era que reamente estaba bueno o que tenía hambre. Así comí un par de bocados, llenándome la boca y masticando perezosamente.
–Tú eres un repelente, ¿verdad?
Puse los ojos en blanco y sentí que me ahogaba con la comida. No necesité voltearme para saber quién era, reconocía su voz ya hasta en los sueños, literalmente.
Le hubiera contestado "sí" de no tener la boca llena de comida. Eso y que sentía que había olvidado incluso cómo hablar.
–Hola –dijo Dongwoon al tiempo que se sentaba en la silla continua.
Se miraba radiante como de costumbre y su sonrisa parecía aún más encantadora.
Tragué con dificultad, haciendo ruido. Le di un sorbo al jugo de naranja y dije lo primero que vino a mi revuelta cabeza.
– ¿Qué haces aquí? –pregunté sin ningún reproche, solo quería saber.
–Como tu amigo no está contigo hoy, aproveché el momento para hacerte compañía.
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Bienvenido a Seúl
FanfictionLee Kikwang es un chico introvertido, algo apático e inseguro. Él solía vivir en la seguridad de la rutina hasta que su vida da un giro sacándolo de su confort. Todo comienza cuando su madre se vuelve a casar, y se ve obligado a dejar su escuela, su...