No te apresures en sacar conclusiones

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Trataba de no traslucir mucha desilusión cuando Dongwoon me condujo al mismo lugar en el que nos habíamos sentado la última vez, una mesa que estaba a unos metros de la de sus amigos. Dejándolo claro: no con ellos. Tampoco podía estar molesto. Estaba con Dongwoon.

En el extremo opuesto de la larga mesa, un grupo de chicos del último año nos miraron anonadados cuando nos sentamos uno frente a otro. Dongwoon parecía ajeno a este hecho, pero yo no pude ignorarlo.

–Toma lo que quieras –dijo empujando la bandeja hacia mí.

–Siento curiosidad... –comenté mientras elegía una manzana. Le di vueltas en el aire mirando el rojo brillante de la cascara.

– ¿Puedo preguntar sobre qué?

Relajé los hombros y respiré profundamente. Me enfoqué en superar por completo mi injustificada desilusión y empecé a abordar, sin precaución ni miramientos, el tema que estaba dando vueltas en mi cabeza.

–Dongwoon –mencioné su nombre solo por capricho. Debía admitir que me gustaba decir su nombre–. ¿Estás en primer año?

Aun si la respuesta era obvia, necesitaba oírlo de él mismo para poder creerlo.

–Ajá –contestó simplemente, como si aquello no tuviera ninguna relevancia

Ni siquiera volteó a verme cuando lo dijo. Tomó una rebanada de pizza y se la llevó a la boca.

Asentí, reflexionando para mis adentros. No sé por qué me obsesionaba ese asunto, si no era algo grave.

Mientras él comía, me dediqué a estudiar con más cuidado su rostro, y traté de no quedarme atrapado en su notoria belleza. Esta vez, buscando con más cuidado, pude notar que su rostro aún conservaba un poco la redondez de la infancia. Y sin embargo, eso solo hacía ver su rostro más bonito.

El chico que me hace temblar es todavía un niño, pensé. En mi defensa, puedo decir que, por su estatura y algunos otros rasgos, aparentaba 18 años. No pude contener las ganas de burlarme de mi mismo al pensar en eso.

En mi cara, salió a relucir una sonrisa.

– ¿Qué pasa? –preguntó.

Me incorporé y traté de aparentar diplomacia.

–Siento cosquillas en los labios. –Técnicamente era verdad.

Dongwoon se inclinó sobre la mesa, acercándose a mí.

– ¿Sabes con qué se quita eso? – preguntó con una sonrisa disimulada, pero en sus ojos un brillo travieso.

– ¿Sonriendo?

Dongwoon negó con la cabeza. Frunció los labios y me lanzó un beso silencioso.

Traté de permanecer sereno mientras la ya conocida sensación de un sonrojo comenzó a cosquillearme en las mejillas. Como si necesitara que hiciera eso para no dejar de imaginarlo. Eso no me ayudaba para nada a olvidarme de mi sueño.

En todo este tiempo no había dejado de estar pendiente de sus labios, imaginando cómo sería su textura, si eran tan suaves y deliciosos como en mi sueño. Contuve la respiración y traté, sin mucho éxito de despejar mi cabeza, si no controlaba mis pensamientos iba a empezar a hiperventilar.

– ¿Estás loco? –lo regañé con el poco aliento que me quedaba.

Ahora que sabía que era mayor que él, me sentía con el poder de hacerlo.

Por supuesto, Dongwoon no lo tomó para nada en serio. Claro está, se rio de mí. Se acomodó en su lugar y desde ahí protestó.

– ¿Por qué te enojas? –preguntó tratando de hacerse el inocente.

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