Nuestro cartero es un joven siempre sonriente amante de los clichés y las historias felices. Probablemente eso fue lo que le impulsó a ser un cartero del amor, específicamente. Sus cartas siempre iban dirigidas a un solitario, desde un enamorado de la nada, hilachando y juntando destinos como si fuera lo más fácil del mundo.
Nuestro cartero no supera los 26, pero tampoco minimiza los 20. Su cabello es muy oscuro, y sus ojos son del color del alimento favorito de cierto W.P. Siempre fue un chico trabajador, optimista y positivo, pues nunca se daba por vencido a pesar de todas las cosas malas que le toco pasar en secundaria.
¡Y pensar que le entregó una carta al chico que lo golpeó esa vez! ¡Oh, y la otra a ese! ¡El chico que le dislocó la rodilla! Todos ellos estuvieron bajo las manos del destino que él iba forjando a lo largo del mundo.
Nadie estaba a salvo del amor que en algún momento de sus vidas debía aparecer, quizás nadie lo invitaba ni llamaba. Pero el cartero se encargaba de aquellos que clamaban por aquél, de aquellos que sufrían por tenerlo pero él caso no les hacía. Él se encargaba de llenar ése vacío en sus vidas, intentando llenar sus propio vacío.
Exitosamente, cabe decir. Aquella sonrisas que podía percibir en sus rostros aunque él no los viera al momento de recibir las cartas, aquellas vidas que probablemente había unido. Quizás algunos se hayan separado, porque nada es para siempre, pero haberles dado una experiencia llena de dulzura y amor (Deseando que fuese así, y no un infierno en vida), le llenaba de una manera en la que sentía no necesitar alimentos.
Ése día no tenía que ir a entregar alguna carta, o más bien se había tomado el día libre porque sentía que las piernas se le iban a salir de tanto pedalear. Por el cambio, se quedó revisando las cartas que próximamente serían entregadas por sus manos, cuando a éstas fue a parar una con un extraño comienzo.
“Thanks!” ponía en el sobre. El cartero alzó una ceja, y leyó un poco más abajo. Pudo traducir al español lo que en inglés decía: “Por haberme dado el sabor más dulce que pude probar"
Más guiado por la curiosidad, abrió el sobrecillo y tomó el delicado papel rosado con esencia a lavanda, comenzando a leerlo tan cauteloso como si estuviese cometiendo un crimen. Pero grande fue su sorpresa, aquella carta le pertenecía.
“Aun recuerdo cuando aquella carta llegó a mi buzón, y fue como aquellas páginas de citas en internet pero con un estilo de antaño. Fui a donde decían, y esperé dos horas.
Pensé que se habían aprovechado de mi eterna soledad y me habían jugado una broma. Pero él apareció, y se sentó en el banquillo a esperar el tren.
Cuando me le acerqué se asustó al punto de retroceder en el asiento.
Recuerdo que me presenté y él hizo lo mismo.
El proceso se repitió varias veces más, quitando obviamente los sustos locos que se pegó en las primeras.
Intercambiamos números, salimos un poco.
Y ahora estamos casados. Agradezco obviamente que en Estados Unidos el matrimonio homosexual sea tan legal como la compra de armas con motivos de auto protección, no muchos están de acuerdo, pero es hermoso poder hacerlo.
Bueno... No hay mucha hermosura en comprar un arma..
Ah, whatevah.
Muchas gracias. Gracias a quien sea que esté leyendo ésta carta, me puedo considerar la persona más feliz del mundo. Aunque quizás haga competencia con las otras personas a las cuales seguramente haz ayudado a encontrar su rumbo en el mundo.Atte. La persona que va a encontrarte para abrazarte hasta que te arranque el aire"
Y se sintió bien leer aquello. Pero no sabía por qué las lágrimas caían por sus mejillas, mojando aquellas bonitas hojas de un adorable color rosa en las que se había escrito con un bolígrafo negro.
No sabía por qué en su pecho yacía una opresión tan dolorosa que ni respirar le dejaba con tranquilidad, no sabía por qué las lágrimas aumentaban al punto de no dejarle ver correctamente las letras.
Entonces, fue cuando miró las cartas. Entonces, fue cuando se miró.
Todas aquellas cartas pronto tendrían a alguien quien las recogería de algún buzón. La mayoría serían tomadas en serio mientras que otras irían a la basura. Y más o menos la mitad, o siendo optimistas, 3/4 cumplirían exitosamente sus objetivos. Aproximadamente 3/4 de todas esas personas podrían ser felices, ya no estarían sólos en la vida y sonreirían con sinceridad por el mundo a pesar de las complicaciones que todo aquello podría atraer.
¿Y por qué? ¿Por qué si aquello era algo bueno no se sentía tan feliz como debería?
Porque él estaba sólo.
Él estaba sólo y siempre lo estaría, no había quien le ayudase a revisar aquellas cartas por la noche. No había quien se sentase en la parte trasera de su bicicleta para viajar juntos a hacer las entregas. No había quien cumpliese aquellas bellas ilusiones que en las noches se colaban por su cabeza.
¿Cómo podía unir vidas? ¿Cómo podía sacarlos de la soledad cuando él era el ejemplo vivo de ella?
Pero estaba bien. Así había vivido hasta ese día, y no dejaría de hacerlo.
Pero todo el mundo puede tener ilusiones. Todo el mundo puede.
Y por unos momentos quiso que hubiese otro cartero, para poder mandar una carta al vacío.
ESTÁS LEYENDO
El cartero.
DiversosÉl recibe cartas de personas con deseos,recibe cartas de personas solitarias, cartas de personas cualquieras. Aquellas cartas, tienen remitente pero no destinatario. El sigue el hilo rojo que se va marcando en su bicicleta que aviones de papel va bo...