Capítulo 3; Traición

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Nosotras las Chicas partimos a nuestros casilleros, después nos dirigimos a la primera hora de inglés. La mitad de la clase había estado en casa de Cassie anoche. La mitad que parecía medio dormida. Por lo menos no seré la única que repruebe este examen. ¿Qué pasa con Shakespeare que lo hace tan digno de exámenes?

El señor Schram frunce el ceño mientras entro patinando justo antes de la campana. El hombre nació para ser profesor de inglés. Se parece a los viejos reyes ingleses de las películas de PBS, esos tipos en verdad obesos que comen en largas mesas de madera, repletas de cerdos medio crudos y enormes piernas de pavo que arrojan por detrás de la espalda después de devorarlas. Una pequeña chaqueta de tweed que tuvo mejores tiempos no tiene ninguna posibilidad de camuflar su tremenda barriga. El equipo entero de fútbol de Attila Ill no podría ejercer suficiente fuerza para abrochar un solo botón de esa chaqueta.

—Llegando justo ¿verdad chicas?—opina él mientras Samantha y yo pasamos por encima de las piernas extendidas para llegar a los asientos vacíos.

—Lo siento—dice Samantha ganándome la primera silla vacía.

No estoy buscando a Jackson House, aunque puedo olerlo y sentir su presencia. Además, sé dónde se sienta normalmente. Cierro los ojos conforme me deslizo a través de su territorio, tercera fila, tercer asiento, y me siento en la esquina más alejada, en la parte de atrás, donde nadie, ni siquiera la embajadora Nicole, puede acusarme de coquetear.

Estoy siendo vigilada. Lo percibo sin mirar alrededor. Observada. Y no solo por nuestro profesor de inglés.

Me arriesgo a echar una aburrida mirada al frente del salón y puedo ver a Nicole por el rabillo del ojo. Está girada en su escritorio en la primera fila para poder estar pendiente de mí. Esa chica está empezando a desagradarme.

Anhelo echar un vistazo a Jackson ¿y si lo sorprendo mirándome? ¿Y si nuestras miradas se encuentran?

—Espero que todos ustedes hayan estado estudiando su Shakespeare —advierte el señor Schram—. Julio César, para ser precisos.

—¡The Shake! —grita Jonathan Anderson levantando el puño en señal de saludo. Fui al baile con él en nuestro segundo año.

Jonathan Anderson, suspira Plain Jane. Si no mal recuerdo, te dejó por Melissa Charbon porque tenía pechos.

Ah, la siempre perspicaz Plain Jane.

Pero es M. J. quien dice la última palabra sobre Jonathan Anderson: Podrías tener a Johnny de vuelta si quisieras, quítaselo a Theresa Magill, su actual novia. Pero Jonathan Anderson no es Jackson House.

Saco mi libro de inglés, con la esperanza de localizar mágicamente las respuestas del examen mientras ojeó la obra. Escuché bastante de la trama anoche en segundo plano y sabía que los personajes malos conspiraron contra los buenos. Al menos una persona fue asesinada. De algún modo sé que este tipo de detalles no será lo que Schram estará preguntando. Todo lo que espero por ahora es la pregunta de ensayo, amiga y única esperanza para los no preparados. O la selección múltiple.

Amo la selección múltiple. Me gustaría conocer a la persona que la inventó. Nivela el terreno de juego. Nos da a todos buenas posibilidades.

Alguien mueve la silla junto a mí y se deja caer en ella. Ese olor. Esa presencia. No puede ser. Pero es.

—Entonces ¿estás lista para esto?

Levanto la mirada, y me quedo viendo los más bellos ojos marrones... sí, lo diré, brillantes ojos... de Jackson House. No me importa lo que diga Plain Jane. Nadie en la faz de la tierra tiene unos ojos marrones como estos.

Crazy in Love - Dandi Daley MackallDonde viven las historias. Descúbrelo ahora