Hoy es sábado, así que me levanto un poco más animada que de costumbre, para ir a mi trabajo. Me alegran mucho los días en que Chase duerme fuera de casa y se va con sus "amigos", quienes no son más que idiotas alcohólicos, drogadictos e inadaptados. Aun así no me importa.
No hay nada como levantarse en paz y sin tener que fingir ante alguien tan egocéntrico y patán como lo es mi supuesto «novio».
Tengo tantas ganas de irme de este tétrico lugar, pero mi sueldo no me es suficiente para pagar algo medianamente decente y ni hablar de que él no me permitirá hacerlo, alegando supuesto amor luego de haberme golpeado.
Quien ama, no engaña y mucho menos, maltrata.
Me doy un relajante baño aprovechando mi soledad y de que no tengo afán para salir. Me coloco mi usual jean y camiseta, que en esta ocasión será verde, para irme a mi trabajo. Paula me ha dicho que le gusta ese color en mí.
Soy de piel morena clara, es mejor decir que soy mestiza; mis ojos son de color verde gracias a mi madre que es blanca y mi estatura es promedio. Siempre he vivido rodeada de personas blancas y eso me trajo ciertos problemas para socializar por ser diferente, pero con Sarah y Paula no tengo que fingir. Me gustan esas mujeres, que aunque son un poco mayores que yo, son muy buenas.
Salgo con suficiente tiempo y decido caminar hasta la cafetería-restaurante Los Clark. El lugar pertenece a una pareja mayor, pero cocinan delicioso. El lugar es bastante concurrido al quedar en el sector empresarial de la ciudad de Minneapolis y no quejo de las propinas.
Saludo a mis jefes y ellos me reciben tan sonrientes como siempre. Sin importar lo que pase, ellos nunca borran esa sonrisa de sus rostros. Dicen que es la única manera de atraer a los clientes. Eso y un buen café. A nadie le gusta que lo atienda alguien que siempre está amargado y mucho menos si es a primera hora de la mañana. Coloco mi delantal blanco con el logo de la cafetería sobre mi cabeza y lo anudo a mi espalda antes de colocar el cartel de "Abierto". En menos de 5 minutos, la cafetería empieza a llenarse y tengo bastante trabajo junto al señor Clark, Mary su esposa, Lía y Jean, las otras dos meseras.
A las 9 de la mañana, con extrema puntualidad, llegan las dos mujeres que alegran mis sábados. Ya tengo el café cargado preferido de Sarah y el té de frutas de Paula.
—Deberías dejar de acostarte con todo el que te lo pide —dice Sarah preocupada y su amiga resopla.
Sarah es una linda rubia de ojos miel, alta y con la mirada más tierna que he visto en mi vida, es casada y madre de dos hijos de trece y ocho años. Lo malo en ella, es que viste horrible. Su ropa es gigante, vieja y oscura. Paula dice que su cuerpo es bonito, pero a ella le da vergüenza utilizar ropa ajustada como si fuera una adolescente.
—No me acuesto con el que quiere, lo hago con el que YO quiero —refuta Paula.
Una pelirroja de expresivos ojos verdes, alta e imponentemente hermosa. Ya quisiera yo verme como ella. A sus treinta y tres años se ve mejor que yo a mis veinticinco años. Incluso Sarah a sus treinta y uno se ve genial. ¡La rubia tiene piel de bebé!.
—Creo que eso te hace una zorra —digo cuando dejo la bebidas y me voy a seguir mi trabajo, pero alcanzo a escuchar cuando me dice que deje de meterme en sus conversaciones, como siempre.
Creo que mentí en ese detalle. No son mis amigas.
Qué más quisiera yo, que tener unas amigas tan geniales. Definitivamente, necesito más vida social.
Sigo mi trabajo y atiendo la nueva mesa. Dos adonis se sientan al fondo del lugar y me acerco. Uno tiene el cabello negro y lindos ojos oscuros, y el otro tiene el cabello castaño y ojos azules claros; ambos altos y con buenos cuerpos. Son del tipo que solo sale con supermodelos, y eso es una lástima. O quizás sean gays como dice Paula cada que entra una pareja de hombres.
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Aventura De Una Chica Obstinada #1
ChickLitLuisiana Earhart es una mujer alegre que le gusta ver a las personas a su alrededor sonreír, pero su vida no es de color de rosa, ya que al llegar a casa, todo se vuelve un infierno. Su infierno personal gracias a él. Sólo sus nuevas amigas, Sarah...