Algo me dice que ya no volverás

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Algo me dice que ya no volverás

Estoy seguro que ésta vez no habrá marcha atrás

Después de todo fui yo a decirte que no

Sabes bien que no es cierto

Estoy muriendo por dentro

Al llegar el momento de la despedida, Sasuke entró al apartamento una hora después de ella, entró a la habitación sacando una maleta del armario, metió algo de ropa quedando mudo ante las constantes interrogantes que su novia le hacía, cada pregunta se oía más exigente que la anterior, pero él no mostró emoción alguna, aunque por dentro...

—Renuncié en la empresa, —cerró la maleta saliendo del apartamento—iré a trabajar con Uchiha Madara.

— ¿Por qué no me avisaste? —lo siguió intrigada—. Jamás mencionaste nada.

—Por que no necesito que nadie intente cambiar mi opinión —caminaba a prisa por los pasillos hasta llegar a la puerta principal—. Sería pérdida de tiempo para ambos.

— ¿A dónde irás?—lo seguía de cerca— ¿Qué pasara con nosotros?

—No necesitas saber "donde" y puedes olvidar lo nuestro—abrió la puerta y volvió la mirada hacia ella—. No necesito distracciones.

Enseguida le inhibió la mirada y abrió la puerta principal del edificio. Había cerrado la puerta tras de sí, pero ella alcanzó a detenerla quedándose parada en el umbral.

— ¡Espera Sasuke...!—

—Adiós—

Fue lo último que le dijo a su novia, fue la última vez que la vio parada bajo el marco de la puerta con el rostro lleno de incertidumbre... ¿Realmente esas fueron las razones por las que rompió con ella? No, la verdadera razón era que su novia no aceptaría con facilidad una relación a distancia y aunque ella dijera que si, él no se sentiría tranquilo teniéndola lejos, es decir, temía que ella lo abandonara por no haber estado a su lado, temía que un día su amada le informara que prefería estar con su camarada.

¿Por qué aseguraba que ella lo cambiaría por su mejor amigo? Tiempo atrás, en sus años de estudiante los conoció a ambos, "Somos amigos" le dijeron, pero era evidente un fuerte lazo entre ellos, uno del que siempre sintió celos desde que se enamoró de ella. Su compañero y amigo de la escuela le confesó quererla más que como una amiga, cuestión que lo hizo retroceder a una relación con la joven. Al entrar a trabajar, ella no dejaba de insinuársele y hacerle propuestas, le resultó extraño el comportamiento de ella, pues él siempre creyó que en cualquier momento sus amigos se emparejarían, pues por muy pesado que ambos se llevaban, ellos se querían.

¿Llevársela con él? Ella era una mujer independiente, le había costado trabajo convencerla de vivir juntos. Si presumía nunca se iría de París, menos lo haría sin una oferta de trabajo. ¡Claro! Él se ofrecería a mantenerla mientras hallaba un nuevo empleo, pero seguro nunca lo aceptaría... Lo mejor fue ahorrarle a ambos la incertidumbre de un rompimiento por distancia y una discusión por la individualidad de ambos.

Al cumplirse siete meses de haberse ido, la empresa en la que había invertido estaba creciendo considerablemente, ya habían establecimientos en muchas partes de Europa y apreciando la posible alianza de inversionistas estadounidenses con la que podrían extenderse mundialmente, el azabache pensó que era momento de volver a Francia. Deseaba volver a ver a sus amigos, volver a ver a ella... soñaba demasiado.

Quería acunar la esperanza de ella recibiéndolo con los brazos abiertos, pero era inútil siquiera pensarlo. Por su mente aparecían los recuerdos de un par de novios que ella tuvo antes de estar con él, ellos se habían arrepentido de haberla dejado y fueron rechazados cruelmente. Después de tanto tiempo, seguramente ella ni siquiera lo recordaba...

Se le asignó encargarse del nuevo establecimiento en Francia, por supuesto, este estaría en París, un lugar que aunque le encantaría volver, la idea de ser rechazado le era dolorosa. Si, se lo merecía por haberla abandonado como un patán, pero no se creía lo suficientemente fuerte para soportar estar en su presencia solo como amigos; para tener una idea de cómo andaban las cosas por allá, tomó teléfono... investigaría un poco.

—Entonces todo está bien—

— ¿Creíste que por que el "Gran Uchiha Sasuke" se fue, la ciudad se convertiría en un caos?—reía su amigo en el teléfono—. ¿Por qué no llamaste antes?

—Había estado ocupado—

—Si claro, y yo me chupo el dedo. Ya dime ¿quieres saber como está ella no?—no recibió respuesta—. Yo no la he visto llorar pero desde que le dieron tu puesto se ha hecho adicta al trabajo.

—Debe ser por que ya no tiene quien la distraiga—

— ¿Por qué no me lo preguntas directamente? Quieres saber si te extraña o si ha salido con alguien más—nuevamente el azabache no le contestó—. Todos fuimos amigos, no lo dice, pero seguro te extraña... hace dos días aceptó salir conmigo...

—Felicidades a los dos—lo interrumpió—; mándale mis saludos a ella y a Juugo.

No le dio oportunidad de articular palabra y colgó, después de todo, lo que temía se volvió realidad, ella lo había olvidado y ¿por quién? Si, por Suiguetsu...

Al ser enviado a Francia, él pidió establecerse en Lille-, no volvería a París, no irrumpiría en la vida de sus amigos... no ahora que eran felices.

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