Sobra tanto espacio si no estas

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Sobra tanto espacio si no estas

No paso un minuto sin pensar

Sin ti la vida lentamente se me va

Y a pesar que fui yo

A decirte que no

Sin embargo aquí sigo insistiéndote

— ¿Cómo están todos?

—Bien, estando tu ausente a Suigetsu le dieron tu puesto, en cuanto a Juugo... bueno, él tiene el mío.

— ¿Qué hay de ti? ¿Te transfirieron?

—No, renuncié. Quería cambiar de ambiente —ella pausó—, y ¿a cuantos lugares has viajado?

—Londres, Madrid, Venecia... — ¿Para qué diablos quería hablar de ello? Sólo le recordaba el tiempo que estuvo alejado de ella—. Pero espero quedarme aquí más tiempo.

—Veo que fue buena decisión tuya la de invertir

—Si, lo fue —se levantó del sillón y dejó la taza sobre la mesita de centro, si permanecía más tiempo ahí podría cometer un gran error —. Lo siento, ya es tarde, tengo que irme.

—Tienes razón —, se levantó dejando la taza de su lado de l mesa —, ahora te abro.

La vio con intenciones de caminar a la puerta, él la imitó pero ella tropezó por accidente con la mesa, una de las tazas cayó al suelo rompiéndose en pedazos, los residuos del café se derramaron en la alfombra y él extendió sus brazos para evitarle a ella la caída. Ella levantó la mirada hipnotizándolo, quería estrecharla como antes y el aliento de ella lo tentaba a beber de sus rojos labios. Tenía que quitarse esas ideas de la mente y rompió el silencio.

— ¿Estás bien?

—S... si, lo siento —, la sintió alejarse antes de poder jalarla hacia sí, para evitarlo, se agachó a recoger los pedazos de cerámica —. No, yo los recojo —, le quitó los trozos de las manos colocándolos en la mesa —. Te acompaño a la puerta.

Nuevamente mudos, llegaron a la salida, se miraron mutuamente hasta que él desvió la mirada a la profundidad de la calle, el hecho de verla a los ojos era como ver lo que dejó y extrañaba, verla, lo tentaba a mandar lo que ahora tenía al demonio pero... no, no quería cometer el mismo error dos veces, no abandonaría a Sakura como lo había hecho con Karin.

—Adiós

Los cuatro días siguientes muchos notaron el buen humor del azabache pero cuando la Haruno se acercaba... No, no la rechazaba, era que verla tan sonriente, cariñosa e insinuativa con él, parecía que le arrebataba toda su felicidad, estar con ella ya no era lo mismo desde hacía mucho.

Esa misma noche volvió a sacar aquella chamarra del armario, la extendió sobre su cama recordando la navidad en que Karin se la dio. Colgó la chamarra en el clóset y se alistó para ir a la cama. Una vez acostado, fijó si mirada al techo hundiéndose en los recuerdos de su grata infancia hasta el momento en que mandó al diablo todo lo bueno que tenía. Giró la cabeza hacia la izquierda mirando el otro lado de la cama, no se había dado cuenta que se acostó a la mitad del lecho y no al centro como de costumbre; estiró la mano para intentar llenar el lado vació de la cama... En ese lado había dormido Tayuya y hacía un mes Sakura, ninguna de las dos habían llenado ese hueco y ahora, con Karin cerca, él sabía lo que tenía que hacer.

— ¿Sakura? —Había tomado el teléfono— Tenemos que hablar.

—Amor, son las 2 a.m. ¿no puede esperar hasta mañana? —la voz de ella era perezosa y un bostezo se le escapó — Hace rato me acosté, Ino no me dejaba dormir.

—Bien, mañana en la comida hablamos —

— ¿En la comida? Lo siento amor, quedé de comer con Ino mañana. Dejémoslo para la cena ¿te parece?

—De acuerdo, hasta mañana.

—Te amo, que descanses.

Irónico ¿no? Ino resultó ser la mejor amiga de la Haruno desde la infancia. Realmente era algo sin importancia y menos ahora en que su relación con la pelirrosada tenía las horas contadas.

Un par de horas antes de la cena, Sakura canceló la cita; la paciencia del azabache tuvo que extenderse pues al día siguiente la Haruno fue a Dijon a cuidar de su madre enferma. El no esperaría cinco días a terminar con la ojiesmeralda y justamente una semana después de haber hablado con Karin, fue a verla a su apartamento con aquella chamarra de tono oscuro.

Esperando que ella llegara a la misma hora de la semana pasada, la esperó recargado en la puerta principal, lo habría hecho dentro del edificio pero nadie llegó para abrirle. A la misma hora de aquella vez, la vio acercarse desde la esquina de la cuadra, iba descalza con las zapatillas en las manos y muy desganada.

— ¿Qué haces aquí?

— ¿Quieres tomar un café?

—Sólo déjame cambiarme de zapatos

— ¿Subirás descalza?

—Vengo así desde hace un rato no veo... —ella se había volteado para abrir la puerta; para ayudarla, se dio la media vuelta pasando sus manos por la espalda— ¿Está seguro?

—Sólo sube

Él la llevó a cuestas por la escalera, era agradable sentirla tan cerca y más aún cuando le pareció que ella lo abrazó con fuerza... tal vez ella sintió que caería pero él nunca lo permitiría. Frente a la puerta del apartamento, oyó su celular y bajó a Karin quién abría la puerta. Él miró la pantalla del celular, era Sakura, le colgó.

— ¿Puedo usar tu baño?

—Si —ella lo invitó a pasar a la casa—. Perdona el desorden.

Karin lo metió a su habitación dejándolo pasar al baño personal. Una vez dentro, el azabache llamó a Sakura diciéndole que aún se encontraba en junta con los empresarios estadounidenses, no le mencionaría a la pelirroja hasta terminar con ella directamente.

Salió del cuarto de baño y la vio de medio cuerpo dentro del armario, cauteloso como un gato se sitió tras ella, cuando la pelirroja se volteó y quedó de frente a él no pudo contenerse más, sabía que se arriesgaba al rechazo, que si ella decía que no, seguramente haría de todo para no volverlo a ver pero si no lo intentaba moriría lentamente por dentro. La miró fijamente a los ojos y le quitó los lentes.

—ya estoy lis...

Dejó caer las gafas, la tomó con rapidez de la cintura y no dudó en juntar sus labios con los de ella. Con cada segundo que pasaba, subía la intensidad de ese beso, sus labios eran exquisitos y no quería volver a dejarlos. Subió sus manos hasta el primer botón del saco café que la vestía y cuando la prenda cayó, bajó sus manos hasta el pantalón... El chingado celular volvió a sonar, sintió que ella quiso irse pero él no la dejó. Con una mano la pegó a su cuerpo sin dejar de saborear sus rojos labios y con la otra sacó el celular para ver la pantalla, era un mensaje de la Haruno, pedía que se comunicara cuando terminara la supuesta junta... enseguida lo guardó.

—Sasuke... esto...

—Di no y no insistiré —no dejó de besarla, solo hacía pausas para responderle, si ella decía que no, quería aprovechar cada segundo de sus labios —, si no, no lo arruines.

Ella no lo detuvo y no dudó en llevarla hasta la cama, sentía su corazón como loco, gozaba del dulce roce de su piel con la de ella, la oía gemir al ritmo de sus movimientos, se unió a la misma sinfonía con su voz gozante de placer. La besaba, la acariciaba, la hacía suya después de tanto tiempo y sin palabras le dijo cuanto la extrañaba.

Al terminar con ese bello momento ella se recostó en su pecho, el la abrazó y un comentario de ella aumentó, si es que era posible, su felicidad. Se apostó sobre la pelirroja volviéndola a besar, quería volver a formar una nueva sinfonía pero paró en seco, no sabía el por que lo hizo pero segundos después sonó el celular.

— ¿No piensas contestar?

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⏰ Última actualización: May 07, 2017 ⏰

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