Prólogo

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Era el primer día de clase.
Había estado todo el verano en Canadá, en un stage de patinaje artístico con los mejores entrenadores del mundo. Había aprendido un montón de cosas.
Pero hoy era 14 de septiembre, lo que significaba que tenía que volver al instituto y también a la pista que me ha visto crecer desde que tenía 5 años.

Me desperté al oír la horrible música de la alarma. Hacía bastante frío, así que me vestí apropiadamente para este tipo de clima.

Finalmente bajé a desayunar, donde me encontré a mi madre:- Buenos días Mama

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Finalmente bajé a desayunar, donde me encontré a mi madre:
- Buenos días Mama.
- Buenos días cariño. Hoy te llevo a clase.
- Perfecto.
Mientras hablaba con ella, me dirigí hacia la cocina y me preparé el desayuno: un café con tostadas.
Mi madre era la persona más dulce y buena que he podido conocer. Hace poco que mis padres se divorciaron, al principio me disgustó bastante pero ellos no eran felices y yo no les iba a obligar a estar juntos. El amor no se puede forzar.

Cuando llegué al instituto, le di un beso a mi madre y entré dentro del recinto.
Todo el mundo se estaba saludando después de no haberse visto en mucho tiempo. Me encantaba este ambiente.
Fui a mi taquilla para dejar, por primera vez en este curso, algunos libros. Miré el reloj y me fijé que tenía bastante tiempo, así que empecé a decorar mi taquilla: con fotos de mis amigos, de mí patinando y de mis ídolos del patinaje sobre hielo.
De repente noto cómo alguien me tapa los ojos.
- ¿Quién soy?
- Giselle aunque pongas voz grave no significa que no sepa que eres tú.
Entonces indignada me quita las manos de los ojos, yo me giro y la abrazo. La había echado mucho de menos.
Giselle era mi mejor amiga desde la guardería. Ella al principio también patinaba pero al hacerse mayor decidió que quería ser lo que ella denominaba como una "adolescente normal". Yo la entendí, el patinaje artístico exige mucho esfuerzo pero sobretodo tiempo.
- ¿Qué tal las vacaciones?
Le pregunté mientras nos dirigíamos al aula.
- ¡Han sido increíbles!
- Pensé que ir de acampada no eran unas vacaciones para ti.
- Pero que dices. Estar con tantos chicos, que madre mía que chicos, en la naturaleza... ¡Ha sido lo mejor de mi vida!
- Sabes que era para aprender ¿verdad?
- ¡Eh! He aprendido que un chico está mucho mejor todo mojado...
Empecé a reír. Ya estaba fantaseando otra vez. Siempre lo hacía.
Ella había tenido cientos de novios y era normal, Giselle era guapísima. En cambio yo nunca había tenido uno, el patinaje era lo más importante para mí.
La pista de patinaje y el instituto se habían puesto de acuerdo y todos los patinadores de
tecnificación, es decir, los que competían como mínimo a nivel regional. Tenían un horario especial.
Yo pertenecía a este grupo. Las clases empezaban a las ocho de la mañana, salvo hoy, tenía que ir a la pista a las seis y estar dos horas entrenando, después tres horas de clase y volvía a irme para hacer dos de físico. Finalmente al terminar tenía que volver a clase y hacer la última hora, y todo esto antes de comer. Sé que era un lío pero ya el año pasado tuve este horario, así que ya me acostumbré. Pero ahi no acaba, después de comer, tenía que volver y hacer tres horas más de hielo y finalmente volvía a casa, hacia los deberes o estudiaba y me iba a dormir.
Giselle tenía razón, no tenía vida social.
Ya sé que podría tirar la toalla y tener una vida normal, que quizá nunca llegue a ser la campeona del mundo, pero tienes que luchar por tus sueños y no rendirte jamás.

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