Capítulo 4

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Era sábado.
Después de los entrenamientos volví a casa. Me duché y me vestí.

Una vez preparada bajé al salón y me encontré a mi madre viendo la tele

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Una vez preparada bajé al salón y me encontré a mi madre viendo la tele. Me senté a su lado.
- ¿Qué tal los entrenamientos?
- Bien.
- ¿Solo bien?
- Bueno como siempre.
No aparté la vista de la televisión pero noté como mi madre me miraba preocupada. Y era normal, desde la fiesta no he vuelto a ver a Aaron. Le conté a Giselle todo lo que había pasado y me dijo que no me fiara de él, cosa que me preocupó más.
- ¿No has quedado con tu amiga?
- No. Está ocupada.
Me dijo que esta tarde había quedado con un chico, la verdad que no me sorprendió lo más mínimo.
Entonces, de la nada, mi madre se pone en pie y apaga la televisión.
- Venga Charlotte. Vayamos al centro comercial a comprar.
Protesté.
- No me apetece. Además no necesito comprar nada.
- ¿Y qué? A las chicas de tu edad les gustan estas cosas.
- Mama de verdad no tengo ganas.
- Sabes que no voy a aceptar un no por respuesta.
Suspiré.
- Muy bien. Vamos.
Las dos fuimos al coche para dirigirnos al centro comercial.
Una vez allí, entramos y nos dirigimos hacia las tiendas de ropa.
Entramos en una, la verdad que había cosas muy monas. Mi madre me enseñó un vestido.
- ¿Te gusta?
- Sí, no está mal.
- Venga, pruébatelo.
Me empujaba hacia los vestidores. Me metió en uno y me pasó el vestido. Cuando me lo puse me miré en el espejo, me quedaba muy bien y era calentito ahora que hacía tanto frío en la calle.
Mi madre corrió la cortina para verme. Me asusté y le dije:
- Mama podría estar desnuda.
- Pero no lo estas ¿verdad? Pues ya está.
Mi madre me miró y se le dibujó una sonrisa.
- Estas guapísima cariño.
- ¿De verdad?
Ella asintió entusiasmada.
Finalmente compramos el vestido. Nos dirigíamos a otra tienda cuando vi algo que me rompió el corazón.
Vi a Aaron junto a una chica guapísima. Ella le cogía del brazo, pero lo peor fue que los dos se besaron. Cosa que me hundió más.
- Mama, quiero volver a casa.
Ella me miró y comprendió que estaba mal. Asintió y nos dirigimos al aparcamiento del centro comercial.
¿De verdad pensé que le gustaría a Aaron?, vamos ¿enserio? Él era perfecto y se merecía estar con una chica como aquella.
Ninguna de las dos dijo nada durante el trayecto. Al llegar a casa, subí a mi habitación y me encerré en ella toda la tarde. Quería estar sola. Me sentía estúpida por enamorarme de él. ¿Estaba enamorada? Claro que sí, porque ya no quería conocer a nadie más. A nadie.
Me senté en la ventana y vi que estaba lloviendo. Me gustan los días de lluvia, me gusta que el día esté tan triste como yo.
En ese instante me di cuenta de que realmente estaba sola, no tenía a nadie.
Solo estaba yo...

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