Remordimiento

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Bitácora del día:

Hoy tengo sesión con el psicólogo después de la hora de visitas, pero nunca recibo ni una, así que voy directo al loquero. Irónicamente después de todas mis quejas sobre lo estúpido que era ira a sentarse a un diván a hablar, ahora siento que si me ha ayudado.

Cuando entre en la celda, (adaptada para ser una habitación de "paz y serenidad") vi que el Dr. Craciunercu no me espera puesto que estaba con sentado en su silla, con los pies descalzos sobre el escritorio, sin camisa mientras se abanicaba con una revista.

Entiendo que el clima de mediados de junio suele ser bastante sofocante (especialmente este año), y que tener la planta de energía en el sótano justo bajo el consultorio no hace mas que empeorar las cosas, pero sinceramente no me esperaba encontrarme con una escena como esta.

El Doctor al darse cuenta de mi presencia bajo los pies del escritorio, se puso de pie y busco su camisa y zapatos pero al no encontrarlos cerca, cruzo los brazos, se aclaro la garganta e incómodamente dijo:

-Hannez... No te esperaba sino hasta dentro de una hora.

Yo seguía parado en la puerta, en un pequeño estado de shock por no saber que hacer.

-Mmm... Pasa Hannez, toma asiento.

Eso hice.

El doctor se veía incomodo e incluso mas joven sin su usual chaleco tallado y las gafas, ya no era la figura segura e intelectual que aparentaba ser, ahora se veía como el joven estudiante de psiquiatría que era.

Yo seguía callado, viéndole fijamente. Note que su cabello era del mismo tono que el de Frida cuando lo tenia húmedo. Y que su piel era pálida como la de Frida cuando estuvo en el Hospital. Tenia una mirada concentrada pero a la vez divagante como la de Frida cuando no comprendía algo.

No comprendo por que él me estaba recordando tanto a ella, quizá porque la extraño mucho.

El se voltio dándome la espalda y un poco desesperado por no poder manejar la situación, se paso ambas manos por el ordenado cabello desrdenandolo.

Siempre he tenido ese fetiche, desarrollado desde temprana edad por ver como las chicas se hacen colas de caballos. Adoro ver el movimiento de sus músculos de las espalda y brazos al hacerlo, los omoplatos y la columna. Y ver al doctor voltearse, mover los músculos de su pálida pero super torneada espalda, llevarse las manos a las cabeza y peinar su pelo tuvo la misma reacción en mi que las colas de caballo.

Con eso vasto para que me lanzara sobre él.

Camine hasta estas a su espalda y del brazo lo gire con brusquedad aprisionando su cara con mis manos y enterrando mi nariz en su cuello desnudo. El permaneció estático, rígido cual estatua de de mármol mientras yo recorría su cuello con mi nariz hasta llegar a las clavículas tratando de capturar su esencia, los escalofríos que le causaban mi respiración sobre su cuello causaban que diera pequeños brincos y se retorciera de placer.

Se veía tan vulnerable, tan incapaz de controlar su propio cuerpo, tan sumiso a lo que yo dispusiera, tan débil. No entiendo por que eso me lleno de ira, me lleno de ganas de verle sufrir, de hacerle sentir dolor, el mismo que me habían hecho sentir a mi. El solo pensamiento hizo que cerrara mis manos en puños y tenzara la mandíbula.

Me acerque mas a su boca, rozando mi nariz por sus mejias, con sus ojos cerrados y sus pestañas rozando sus pómulos, estiro su cuello para alcanzar mis labios pero yo me aleje de él. Cuando abrió los ojos no pude contener la carcajada de burla por lo Pasiva que se veía.

Me burle de el en su cara y con mis ojos trate de mostrarle todo mi desprecio y odio.

Él se veía tan avergonzado que estaba seguro que en cualquier momento iba a empezar a llorar, lo que me lleno de adrenalina, él bajo la cabeza y salio rápidamente de la habitación.

A pesar de saber que el Dr. no era el culpable de lo que paso con mi vida o de lo que estaba viviendo ahora el haberlo humillado me hacia sentir mejor, poderoso, me sentía como cuando era chico y le hacia bulling a mis compañeros para ocultar mis inseguridades de niño huérfano.

Salí de la habitación un rato después y pedí a los guardias que me llevaran de regreso a mi celda. Y fue en ese agonizante camino hacia mi confinamiento que volví a sentir la compañía de mi vieja compañera... La culpa.

Dios mio que pasa con migo

***
Creo que eso no se lo esperaban o si?

Hannes Böttler, Autobiografia de un abusadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora