Capitulo 8

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Hoy estaba sentado en lo que parecia una sala de espera llena de reos esperando a que los llamaran para su sesión con su psicólogo asignado. Yo era siempre de los últimos porque mi sesiones de "desahogo" eran mas largas, al principio creía que era porque en realidad yo no era ningún criminal ni violador y por eso eran menos estrictos, luego entendí que a la mayoría de los doctores les intrigaba mi caso, no se si por morbo o porque querían estudiarme y luego escribir sobre eso en algún libro de psicología así que pedían a los guardias poder tener mas tiempo para charlar con migo.

Los guardia me llamaron para llevarme a la respectiva sesión con el psicólogo. El doctor Craciunescu.

Al entrar a la clínica respire el inconfundible y fuerte olor a incienso de Pachuli, tantos recuerdos que volaron fugases a mi mente. Y como en cada uno de esos recuerdos comense a tener el respectivo ataque de toz que el incienso siempre me causaba.

El Dr. Craciunescu se levantó del asiento me extendió la mano para saludarme con un fuerte apretón y me pidió que tomara asiento.

-No le gusta el incienso?- pregunto al ver que me estaba ahogando. Me reí entre los ataques de toz.

-No es eso Dr. es solo que me da alergia- dije sonriendo con los ojos llorosos y la cara roja como tomate de tanto toser. El incienso había logrado un cambiar mi humor drasticamente

-Oh lo siento-dijo mientras apagaba la barita de olor- Esta de buen humor hoy Hannez ¿a que debemos ese milagro?- esa pregunta hizo que rebobinara hasta el momento que desperté y recordé que hoy no había sido un buen día. La realidad me golpeo y exploto la burbuja de felicidad que había creado el incienso.

-En realidad hoy no a sido un buen día -dije sincero- el incienso me puso de buen humor es todo, me trae buenos recurdos- confece.

El me sonrió apenado -¿Que ha pasado, quiere hablar de eso?

Nege con la cabeza

-Bueno entonces cuentame que recuerdos te trae el Pachuli. Yo personalmente amo el incienso

-Mi vecino siempre tenia encendida alguna barita de incienso en algún lugar y su jardín, que colindaba con el mio siempre estaba humeando.

—Eso debió de ser especial

—Lo era— dije

—Bueno, hoy haremos algo diferente te parece?

—No, pero ¿tengo otra opción?

—No. —dijo como respuesta— quiero que me narres  tu mejor recuerdo con Frida.

Lo voltee a ver como si hubiera dicho el nombre de Dios en vano. ¡Que hijo de puta! Y con ese simple comentario dejo de agradarme.

—¿Qué es lo que quiere que le cuente? El momento más erótico que pasamos juntos? Enserio ¿Qué es lo que espera que le diga? Joder!

—Limitese a hablar con la verdad y a contar una anécdota.

—¡Dios mío! —dije harto, para luego dirigirle una sonrisa macabra—
"Era un sábado y yo cuidaba de los niños como la mayoría de los fines de semana, había ido a dejar a Costa a una fiesta de cumpleaños de uno de sus compañeros de clase a una pizzeria cerca de la playa, Frida se había quedado en casa con la escusa de marearse al leer en el carro y querer terminar el capitulo del libro que estaba leyendo. Cuando llegue a casa no encontré a Frida en el sofá puff de la sala de estar en el que la había dejado antes de irme así que la llame mientras dejaba las llaves del carro en la mesa, al no recibir respuesta empecé a caminar por la casa buscándola. La encotre hecha una bolita en el piso del baño llorando a mares, me asuste muchísimo cuando la ví asi que corrí hacia ella y trate de levantarla del suelo pero ella pataleo para que le dejara como estaba. Me arrodille junto a ella y comencé a sobar su espalda para tranquilizarla pero ella no dejaba de llorar.

—Frida, Frida ¿Que sucede?— dije alterado. Ella no respondía solo lloraba mas fuerte, la tome por los hombros y  la sacudi para hacerla reaccionar y comenzó a tranquilizarse  —Frida, linda que pasa?

Después de darle un escaneado rápido  me di cuanta de que no estaba herida físicamente asi que esto tenia que ser otra cosa. Me sente a su lado y la atraje hacia mi para abrazarla.

—¿Que pasa Shatzi?

—¡Necesito a mi mutti!— dijo y comenzó otra vez a llorar.

—Frida necesito que me mires— dije —Tu mamá no esta aquí así que necesito que me digas que esta pasando para poder ayudarte.

Ella solo me señalo un bulto de ropa que había tirado en una esquina, me levante a ver que pasaba y vi unas pequeñas bragas con manchas café rojizo en el fondo. Entonces comprendí el motivo de su llanto

—Respira linda, tenemos que hablar pero necesito que estés tranquila —ella respiro y asintió con la cabeza— Bueno eeeeh ¿Que edad tienes?

—Doce

—Okay si esto es lo que creo que es, estas tienes tu periodo y si no, tienes  una diarrea muy grave —ambos sonreímos

—Creo que es lo primero —dijo mas tranquila

—Te explicaron sobre esto en la escuela?

Ella asintió

—Necesitas que valla a comprar algo a la farmacia?

Ella negó lentamente

—Mamá me compro un paquete hace unas semanas

—¿Quieres que los traiga? —ella negó —¿necesitas algo mas? 

—No

—Estaré en la sala okay?

Salí del baño y me dirigí a la sala como le había dicho que haría. Me senté en el sofá y comenze a revisar mi teléfono y a responder algunos mensajes. Pasaron unos cinco minutos cuando la escuché llamarme

—Hannez ¿puedes venir?

Corri a toda velocidad hacia el baño —¿Qué necesitas?

Ella está roja como un tomate y jugaba con sus manos nerviosa

—No puedo colocarlo— dijo señalando el pequeño tampón, se notaba que s e iba a poner a llorar en cualquier momento —Necesito a mi mamá

Como debía reaccionar ante eso. Quería ayudarla por que no la quería ver llorar y ella se miraba muy frustrada pero que podía hacer.
Que haría un adulto responsable ante esta situación, no puedo llamar a su madre, no haría más que preocuparla.
—¿Qué necesitas que haga? —creí que la mejor opción era dejarla a ella decidir y sólo ayudarla en lo que ella me pida.

Ella sólo miraba a la punta de sus pies mientras se balanceaba sobre sus talones.

—Necesito que lo metas —dijo en un susurro— el tampón

Dios mío, creo que yo también me puse tan rojo como ella y baje la vista hacia la punta de mis pies.


Hannes Böttler, Autobiografia de un abusadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora