Estaba sentado en ese espacio abierto, me encontraba muy calmado debajo de la sombra que hacen las ramas de esos árboles grandes que yacen ahí, el día estaba iluminado caprichosamente por ese astro que no podemos ver directamente porque nos quema los ojos como las "verdades", las aves alegremente volaban de árbol en árbol jugando entre sí, haciendo resonar su piar aventurero. Habían pocas nubes, el cielo era algo triste, algo crema. Pero el ambiente era cálido. Todos apresurados en la periferia de la ciudad. Estaba casi enfrente de ese monumento, de ese majestuoso y estimado Guerrero Atlante que quedó en el centro de ese patio rojo cobrizo dándole vida al lugar entre la estructura similar y tediosa que tienen los edificios escolares. Me encontraba sentado divertidamente moviendo piezas de ajedrez casi enfrente de aquella estatua a la que le echan monedas para pasar las materias en tiempos de exámenes, como si fuera una fuente de deseos, estaba yo a lado del "Tótem", del corazón de aquella fabulosa escuela.
Sonó el celular. Contesté.
-Hola, dijo ese tono tan sexy que tiene ese acento sinaloense.
- Hey, hola ¿qué tal?, contesté entusiasmado y con una sonrisa en el rostro al reconocer de inmediato aquel sonido.
-¿Qué haces?
- Juego ajedrez (iba perdiendo).
- ¿Qué harás esta tarde?, dijo impaciente.
- Nada ¿tú?
- ...
- ¿Quieres que nos veamos?
- Si, si quiero. Respondió simpáticamente.
- Bien, entonces te marcaré cuando este afuera de tu casa, ¿vale?
- Bien, te dejo. Ojalá pierdas. Ja ja (risa maliciosa)
- Gracias, en un rato te veo, fea.
- Bueno, bye.
La partida de ajedrez siguió, por supuesto que gané, es fácil hacer una cosa cuando recibes la llamada de una chica guapa y cuando estás concentrado. Más que nada disfrutando el momento. Le hice mate del Coz, hizo su cara de resignación en cuanto lo vio, le tendí la mano en signo de formalidad y el apretó con un poco de rencor, no le tomé importancia y me despedí, agarré mis cosas y di un sorbo largo y lento de agua contemplando el movimiento de las personas que circundaban el patio, había mucha calma, tiré la botella vacía en el bote de basura y me dirigí al sanitario. El hedor de un baño público siempre está a cinco metros antes de que llegues, y sin ganas de entrar, sólo por necesidad, cruzo la entrada del baño, abro la primera puerta y el cagadero está lleno de mierda, abro la segunda y hay papeles dentro de la taza, paso a la puerta que sigue y está ocupado, sigo caminando por el pasillo, abro la penúltima puerta y parece lucir bien, entro, abro mi bragueta y el chorro comienza a fluir, mientras termino de orinar mis ojos leen minuciosamente las groserías y los nombres de las chicas culi sueltas de la prepa que un idiota escribió con su letra denigrante y errores ortográficos, encontré el nombre de Hannah, oh, esa chica con sus labios carnosos me recuerdan a lo bien que me la pasé en una fiesta, en donde ella y yo terminamos teniendo sexo en su alcoba, hace un buen sexo oral porque utiliza bien sus labios; termino, me sacudo y salgo. Me lavo las manos, me acomodo el cabello y le hago una cara graciosa al espejo, me río y mi reflejo también lo hace.
Tomé el camión con una actitud positiva. Todo fluía bien, ella me hace bien. En el recorrido iba leyendo Nos veremos en el infierno, Kurt Cobain, de Rubén Don, el libro me lo ha prestado una chica con la que mantengo una amistad fructuosa de cosas ambiguas que casi no comprende el vulgo, la conocí por internet, pero nos dimos cuenta que íbamos en el mismo centro de estudios, así que poco a poco nos fuimos proponiendo vernos para conversar cosas de la life; a mi no me gusta comprar libros, es como una carencia que tengo en la vida, sé que no se puede vivir de gorrón, pero se puede llegar a tener una vida ligera, algo pasable, además creo que por eso existen las bibliotecas, empero eso sí, no hay nada mejor que tener su propio laberinto de libros. En fin, las personas eran normales esta vez en el transporte, nada de rarezas o escrúpulos en aquel regreso a mi comunidad. Baje a unas 8 cuadras de la casa que habita esa mujer con corazón cálido y vivaz.Iba acercándome cada vez más, y mi ser se balanceaba, perdía el control de sí, me temblaban las manos, las piernas. Cada que voy a su casa como que se me salta el corazón. Me pone ansioso la idea de que ahí, ella, estará para mí, esperando a que haga din-dong su timbre y así salir a verme dejando su música en reproducción y parar de hacer lo que estaba haciendo.
Tengo problemas con su padre, y justamente el iba sacando su automóvil para irse al trabajo, yo astutamente de lejos lo reconocí y me dirigí a otro lugar, esperé a que su coche doblara la esquina para salir de mi escondite.
Si su padre ve que me acerco de nuevo a su hija, no se apiadara de mi, lo apuesto, ahora ella y yo nos vemos a escondidas como en las novelas románticas antiguas de los libros, pero ésta es mejor porque es moderna.
Camino unos veinte pasos. Toco ese zaguán, ella siempre se tarda en abrir y, mientras lo hace, mi mente se llena de frases que quieren ser expulsadas cariñosamente de mi boca cuando la vea asomándose por esa puerta estrecha.
"Dile que la has extrañado, no, no le digas eso, muy tonto, dile mejor que estuviste pensando en ella, no, me dirá que estoy enfermo, ya sé, mejor dile que se ve hermosa hoy, pero y ¿si no lo está?, ay deberás contigo, mejor cállate y contempla su rostro, eso siempre te ha funcionado, recuerda, se ríe de tu cara de tonto que pones al verla."
Hay una rendija chiquita del tamaño adecuado para mirar hacia dentro y ver su silueta venir. Me gusta ver cómo corre hacia la puerta, o camina de prisa siempre con su mano sin un nudillo arreglándose el cabello que el viento revuelve.
Esa mano, sin ese nudillo, no es fea, uno se imagina que pierde la belleza, pero no es así, de hecho hasta la vuelve peculiar, de belleza profusa, esa mano pasa desapercibida entre otras singulares.
Abre la puerta y me mira a los ojos, brillo incandescente, sonríe, le sienta bien sonreír. Extiende los brazos y me da un beso tiernamente. Me siento verdaderamente confortable. A veces un abrazo es mejor que las palabras, y sin duda ella me gritaba a través de ese apretón de cuerpos que me extrañaba mucho, mucho al igual que yo a ella. La cuestión aquí, es que no nos vemos seguido, lo hacemos de vez en cuando, para mantener viva la llama que desde hace más de tres años tenemos, para tener de que hablar, para contarnos nuestras vidas que hacemos por separado y desahogarnos de toda la mierda que nos ha pasado.
- Adivina quien se acaba de ir y no regresará dentro de tres horas...
- Tu papá, digo con seguridad. .
- ¿Cómo lo sabes?
- Lo vi salir, casi me ve.
- Menos mal. Ven, vamos adentro.
Atravesamos ese jardín lleno de árboles que una noche nos cubrieron para hacer el amor y terminar acostados sobre el pasto húmedo viendo las luminosas estrellas. Pasamos a lado de la banca, tipo de las que hay en un parque, en donde al principio nos sentábamos, pasando el rato, contándonos las cosas rutinarias de nuestras extrañas vidas, con besos de vez en cuando y ocasionalmente descubriendo nuestros cuerpos. Deambulamos a lado de la casa de su abuela, en donde un día nos subimos a su azotea a pasarla intensamente. Sus perros nos seguían, tiene 5 en total, al principio me sentía raro rodeado por ellos, pero poco a poco les fui teniendo aprecio, pues son carismáticos.
Nos metimos a su casa de planta baja. Al entrar notas una ligera oscuridad, te topas con el comedor grande, de madera pulida y sillas pesadas, atrás de él, mirando al que entra, se encuentra un gran espejo pegado a una vitrina chica, a mano derecha se encuentra la cocina que es un poco pequeña, únicamente para un persona, pobre de la mujer que cocina ahí. A lado de ella se encuentra el baño. De lado izquierdo, con respecto al comedor, comienza la sala de ambiente lóbrego, con un toque delicado de mucha elegancia por sus sofás de color marrón oscuro, como el del cacao, son cómodos. Al final de ese lado se encuentran las habitaciones, justo a donde nos dirigíamos.
Abrimos su puerta y comienzo a escuchar sonidos que salen de su computador que está al otro lado de donde entro. Esta vez su habitación está ordenada, signo de que en su vida está empezando a realizar cosas nuevas, alejándose del desastre y adquiriendo una nutrida locura.
Su cama está casi llena de peluches que yo no le he dado, seguramente obsequios de chicos pasados.
Me volteo, ella sonríe, nos besamos con ojos cerrados, estábamos ciegos ante esos movimientos ligeros llenos de cariño envueltos en pasión, los labios húmedos, mis manos delinean su cadera, aprietan sus nalgas, ella muerde, me avienta a su cama, quedo medio extendido, veo la silueta negra de su ser, su rostro inspira malicia, es una diabla vestida de ángel.
Me mira directamente como si fuera una pintura de Dalí, mueve sus labios, dicen algo, pero no les pongo atención, sólo quiero besarlos, reaccioné
- ¡Te estoy hablando!, me meteré a bañar, pórtate bien. Lo dijo mientras agarraba dos toallas saliendo, moviendo con estilo ese trasero suyo, y cerrando al compás la puerta de su habitación con una sonrisa enviciada de vehemencia.
Me dejó tumbado, desolado y caliente. Tuve que esperar. Ella sabe cómo volver loco a un hombre, cómo exprimirlo.
Me paré, di un recorrido, agarré unos cuantos títulos de los libros que tenía en una mesa, le gusta bastante la Malinche, pude notar. Dejé los libros y me recosté de nuevo en su cama individual, media dura, media suave, con la mirada hacia el techo insípido. Tiene recuadros colgados en sus paredes, ese decorativo es bueno, pinturas de su madre, le da vida, mi cuarto es muy aburrido comparado con el de ella. Cerré los ojos y disfruté de la música que había, la canción era walking through the storm de los enigmáticos Black Raven, sonaba bastante bien, la reconocí porque yo le invité a que la escuchará, me dejé llevar por los recuerdos que me traía esa rola, la esperé con regocijo.
Prodigiosa mujer con cabello de oro, ojos claros con tendencia a verdes de una selva pálida, su piel suave y fresca como la capa superior de una uva morada, exquisita, con matiz claro de color melón, jugo insaciable para unos sedientos ojos como los míos, labios carnosos resistentes a mordiscos pasionales. Toda una sílfide que provoca paz en mi mente. Y es que hay mujeres que no concuerdan con uno, en serio que no, ni porque les brindes toda tolerancia, no van con uno, hay algunas que lo hacen sentir incómodo, incompleto, fastidiosamente intranquilo, que no le llenan, pero ella, indudablemente, hacía en mi todo lo contrario, no sé si tenía que estar satisfecho por encontrar a alguien así en mi vida, o desgraciado, porque aunque causa gozo y beneficio para uno, es bastante peligroso.
Ella regresó húmeda por fuera, pero demasiada caliente por dentro. Le quite la toalla, mujer de cuerpo divino, una armonía casi perfecta, es alta con un toque de elegancia por su belleza increíble. Tiene ojos grandes, ardientes, su boca es pequeña y esta adornada con los dientes más bellos que se puedan imaginar, sus pechos llenos y redondos, blancos y firmes como alabastro con un tatoo en medio de ellos, su espalda estaba formada de un modo precioso, y sus líneas ondulaban deliciosamente hacia abajo para culminar con el culo mejor cincelado que la naturaleza haya creado, firme y delgado, acorde a sus pechos ostentosos.
Torbellino de pasión fue el que nos enredo haciendo que botáramos en esa cama, le rebotaron sus tetas, les di un apretón, un par de besos y las mordí suavemente, ella se estremeció; la excitación me invadía cada vez más. Besos y más besos ¿por qué los humanos se besan? Se me empalmo.
Me desprendo de las telas y quedo vestido a como la naturaleza me hizo, sin escrúpulos, me encimo, la beso, la miro y de nuevo me pierdo, cierro los ojos y como si yo fuera ciego empiezo con mis manos a delinearla, a memorizar paulatinamente la dimensión de sus líneas curvas, sus brazos rodeaban mi cuello, luego rozaron mi espalda poco ejercitada con unos cuantos jadeos al oído, y poco a poco entro, nadando en lo profundo haciendo círculos, lento. Extasis.
Un frenesí de carne, allá fuera el mundo se podría destruir con el desastre que tiene, mientras nosotros hacíamos un big-bang de placer dando creación al bienestar teniendo algo divertido.
Le gusta explorar, explotar toda idea que la imaginación produzca para la sed de voluptuosidad que ella tiene. Si de guía hubiésemos utilizado el Kamasutra, lo hubiéramos hecho tal cual, pero lo hicimos dando un baile, acompañándonos, acoplándonos, conociendo nuestros límites con sonrisas liberadas y miradas sin fin.
Circundamos por su sala desnudos, no era la primera vez, probamos una postura que al poco rato nos incomodo. La monte sobre mi cuerpo, la llevé al comedor, la tendí, subí sus pies a mis hombros y empecé a bombear de nuevo, me excitaba el reflejo que el espejo misterioso, anteriormente descrito, me daba, los jadeos consumieron el silencio que habitaba esa parte de la casa. Volvimos a su recámara y con sinfonías tranquilas que daba su ordenador empezamos a jugar con nuestros cuerpos desnudos, sus nalgas, que acariciaba, golpeaban en mis muslos, esa línea dorsal que flanqueaba su espalda, los gemidos que se comían el ruido me llevaban hacia la erupción total de mi placer. Se puso cachondo el asunto.
Estaba apunto de venirme, le avise, ella paró de mover su prodigioso culo, se arrodilló, y empezó a lamber mi órgano viril, se sentía tan bien, ella en verdad si sabe cómo hacer un sexo oral, Hannah queda en segundo lugar de mi top ten. Nos acostamos y empezó a montarme, la posición unía nuestros chakras, se estremecía y tenía la mirada lívida, el cabello despeinado cubría su rostro anonadado, explotamos. Besos descontrolados, susurros de unas cuantas palabras sucias al oído, caricias en el rostro, apretones por la espalda, sensualidad pura, incontrolable era el movimiento, mordiscos suaves, quedos, pasionales en su oreja. Algunos hombres creen que usar su miembro como taladro hacen gran cosa a la mujer, pero no hay nada para que la levadura de su ser sea alta con un beso suave en su cuello abarcando la oreja mientras le ayudamos a dirigir los movimientos apretándole el trasero con los diez dedos.
Como bombas atómicas explotamos, el fin del baile apareció, fue increíble. La adversidad de compatibilidad aparece cada que uno acaba de experimentar ese orgasmo sexual, nos separamos después de esa entrega total, quedamos tendidos sólo con los pies medio entrelazados, cada quien en silencio gozando de ese magnánimo placer de calma que acabábamos de concebir. Ella quería su espacio para regresar de aquel nirvana que visitó.
Lo que más me gusta de ella es que permanece desnuda pavoneando con seguridad todo su cuerpo, no se intimida, como otras, ante las miradas que le regalas, denota seguridad y eso me hace sentir relajado pudiendo hacer lo mismo.
Después de dar todo ese recorrido, volvimos a estar conscientes. Me extendió sus brazos con una sonrisa y quedé atrapado de forma cariñosa entre sus pechos. Abrazarla era mejor que hacer el amor.
Pero no es una mujer buena como te la imaginas, de repente es mustia, hostil, fea y siempre se aleja con mutismo cada que empieza a quererme, y con sinceridad pienso que ella está loca, pero razonablemente cada que lo siente, me dice "te quiero" con un tono que da la impresión de que se está entregando con el alma descubierta, y ella lo sabe, y eso le asusta, no le gusta. De vez en cuando tiene los ojos apagados, con un silencio, encerrándose en la guerra que tiene en su cabeza. Su indiferencia es tal que a veces no está conmigo incluso teniéndola a lado mío. No sé realmente en que problemas piensa. Pero de lo que sí sé es que le lastiman un tanto.
Creo que las estaciones la aprisionan en situaciones con relación mía, cada que es invierno permanece conmigo, pero cuando la primavera reina acercándose al verano, ella me repudia, y de nuevo en otoño me busca, en invierno volvemos a frecuentarnos, pero iniciando la primavera me arroja de su vida.
Pero bueno, nunca se puede tener a una persona en la misma onda, siempre está en otro mundo, en otra realidad y eso hay que tenerlo en mucha consideración. Nunca hay que olvidarlo y debemos de respetar, aceptar esa verdad.
Anocheció, los grillos cantaban, la luna brillaba, de los techos escurrían gotas minúsculas de agua por la brisa que cubrió la zona, el clima era perfecto, aire húmedo galopaba por la parcela de mi rostro. La ciudad aparenta ser linda por la noche y creo que es porque podemos ver cómo la luz se separa de la oscuridad.
Y ahí estamos, deambulando entre las calles poco iluminadas, con una sonrisa en el rostro, con el cabello despeinado y con las mejillas rosadas. Sin decir nada para no arruinar nada, o todo. Me acompañó a la avenida principal. Se despidió diciendo cabizbaja que ya no tenía caso vernos, que lo nuestro se convirtió en la llama verde de cobre, que intoxica al humano, que dejó de ser roja. En par de segundos se quebró un poco mi realidad, mi corazón se encogió y se congeló un poco, sentí vértigo. Sólo sonreí, y asumí con dolor esa propuesta.
Es gracioso, uno piensa que esa persona ahora ya no le quiere, que lo que le dijo o hizo anteriormente por uno era una broma, de mal gusto, en la que caímos, pero no es así, la vida es injusta y no te deja experimentar todo a la vez. Debes de alejarte de algunas cosas para tener otras, y todo lo que se siente al instante es verdadero, porque cada cosa es nueva y diferente. Luego entonces esa persona no es una mentirosa, sino que las circunstancias sólo han cambiado.
Ni qué hacer, me di la vuelta, apreté mi mano convirtiéndola en un puño, soporte, la odie un instante, me odie por unos minutos. Volteé y ya no estaba, se esfumó entre la multitud que atraviesa la avenida. Precisamente se extendió ese veneno por mi cuerpo, pero no llegó a mi corazón matándome, únicamente pasó por mi cabeza afectándome con recuerdos.
Me lo tomé a la ligera, aún queda vida para conocer la diversidad de experiencias que podemos alcanzar a tener en ésta corta existencia que tenemos. Buscar al amor, gastar todo el dinero que has ganado en una quincena, beber todas las cervezas que existan, embriagarte con vodka barato, manejar por la noche, estudiar para un examen importante, sonreírle a 20 personas al día, caminar sobre este terreno misterioso en el que habitamos, inventar algo, y descubrir que alguien en otro lugar y en otra época ya lo había inventado, decepcionarte por las fallas que has cometido, nos hace falta vivir, ver amaneceres en la playa, acampar cerca de un lugar mágico, ver un eclipse, crear tu vida y no vivir la vida que te han mostrado al nacer, con su prototipo tedioso a la monotonía. Me dije.
Tu obligación es crearte y no encontrarte como algunos se lo plantean. Y si quieres conocer al amor debes de darle la vuelta al mundo, y asegurarte de lo que es eterno, de lo que vale la pena...Sin rencor, para la hija de puta que me quebró el ser, por supuesto.
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Fiksi RemajaRelatos de aventuras. Jóvenes desdichadas con un incrédulo e inexperto chico. La cita era a las 4 y él siempre llegaba 4:20.