Capítulo 5

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Han pasado tres horas, Terry debería estar apunto de llegar.

Con convicción me deslizo por el balcón hasta el suelo. Una vez abajo me dirijo hacia la salida por el camino principal sin importarme ser vista.

En el primer árbol veo su figura, está apoyado esperándome. Tomo su brazo y en silencio recorremos el arduo camino hacia la libertad, dejándolo todo atrás, olvidando nuestros nombres, nuestros títulos y nuestras familias. Para renacer como uno solo, en el comienzo de una nueva vida.

Al cruzar el gran portón forjado por el que entré hace un año, noto como se alivia mi corazón, el peso de su disciplina y sus duras normas se desvanece a mis espaldas.

No puedo siquiera imaginar la sensación de libertad que debe estar experimentando Terry que lleva encerrado aquí casi diez años.

A juzgar por su cara de felicidad su alma debe estar volando con ligeras alas en este instante.

Subimos al carruaje y nos besamos eufóricos. Algo increíble nos espera en la siguiente esquina estamos seguros de ello.

Me apena no haberme podido despedir de mis amigos, pero espero escribirles al llegar a nuestro nuevo hogar pidiéndoles disculpas. Creo que podrán comprender nuestras razones, aunque soy consciente que hubieran preferido que todo sucediera de otra manera.

El carruaje parte hacia el puerto y miro por última vez ese paraje, el Thamesis nos acompaña un rato más hasta que me despido de él también.

Sujetando la mano de mi amado transcurren las horas hasta el puerto en silencio. El traqueteo del carruaje nos acuna, podríamos hablar de mil cosas como siempre hacemos, planear cien posibles escenarios imaginando nuestro futuro.

Pero después de una decisión de tanto calibre nuestras mentes exaustas solo demandan esta cómoda y reconfortante quietud.

Llegamos al puerto, Terry compra los billetes y subimos a la nave.

El barco está a punto de zarpar, Terry quiere entrar en el camarote pero le pido que nos quedemos a contemplar como nos alejamos del puerto, abajo familiares y amigos de los viajeros los despiden con entusiasmo.

-Adiós amigos! Adiós Sour Gray! Adiós Saint Paul! Adiós Reencontrada Colina! Adiós Inglaterra y gracias: me llevo lo mejor de ti!- grito al aire a gran voz mientras el barco se aleja del muelle.

Terry me mira divertido por mis atrevidos gritos, leo en sus ojos todo su amor, ha entendido mis palabras: para mí lo mejor de Inglaterra es él.

Una vez en el camarote comienzo a organizar mis cosas, la travesía durará once días así que es mejor acomodar todos los enseres. Estoy inquieta por saber que pasará, es un camarote matrimonial y sólo tiene una cama.

A decir verdad me hubiera molestado que cogiéramos dos individuales habiéndonos fugado juntos. Pero ahora que sé que tendré que compartir el lecho tantos días con él me siento turbada, agitada, alborotada.

¿que ocurrirá?¿podremos dormir solamente todas estas noches?

Sólo pensar que pueda ocurrir algo más mi corazón se dispara y me aliento se entrecorta. Por suerte Terry no está aquí, ha salido un momento, creo que si ahora estuviera a mi lado no podría evitar ponerme roja ante todas las imágenes que vienen a mi mente.

¿Qué me está pasando? Desde luego no soy la misma niña que una vez cruzó el océano.

-Ya estoy aquí- dice Terry abriendo la puerta con una gran sonrisa.

-Te veo muy contento ¿a dónde has ido?

-He ido a hablar con el capitán de este barco, a preguntarle si nos podría casar.

El beso de Mayo (Candy Candy fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora