9. Thestrals

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A mediados de febrero Hagrid tuvo que cubrir por primera vez a la profesora Grubby-Plank, que había tenido un pequeño accidente con los escregutos de cola explosiva y se encontraba en esos momentos en la enfermería bajo los cuidados de Madame Pomfrey.

La clase era para los muchachos de quinto año de las casas de Slytherin y Hufflepuff, y las criaturas a tratar eran los thestrals.

El inicio fue un poco incómodo, ya que los chicos no estaban seguros de si llamarlo profesor o no, pero el semigigante les pidió que lo llamaran simplemente Hagrid.

—Ahora, si son tan amables de seguirme...

Con los muchachos y Fang detrás de él, Hagrid se internó en el Bosque Prohibido siguiendo un pequeño sendero que se había terminado haciendo de tantas veces que pasaban por ahí para llegar a un amplio claro al que entraba bastante luz del sol y desde el todavía se podía ver la cabaña del semigigante.

En el claro los esperaba una pareja de thestrals con su cría, y en cuanto todos hubieron conseguido un lugar alrededor del claro, Hagrid pudo notar algo diferente respecto a los años anteriores.

    Como ya es bien sabido, los thestrals eran caballos alados con cuerpos esqueléticos, ojos blancos y enormes alas que recordaban a las de un murciélago a los que sólo podían ver aquellos que habían visto la muerte.

Antes, era la mayoría la que no podía ver a los thestrals, ahora era al revés. De treinta alumnos que había en la clase, sólo dos o tres no podían ver a las criaturas. ¿A quiénes habrían visto morir todos esos chicos de apenas quince años?

—Estas criaturas son muy raras, y el Ministerio las tiene clasificadas como unas de las más peligrosas, aunque eso podría deberse a que su presencia es tomada por muchos como augurio de mala suerte porque sólo son visibles por aquellos que han visto morir a alguien. Criar a estas criaturas puede ser incluso ilegalizado sin la aprobación del Ministerio.

    Lisa Anderson estaba en la fila de enfrente, mirando bastante quieta a la pequeña cría que intentaba levantarse del suelo con patas temblorosas. Apartó la vista cuando el más grande caminó hasta pararse frente a ella y resopló, apartándole un mechón rubio de la cara. La chica que estaba al lado de Lisa dio un respingo y dio un pequeño salto hacia atrás, forzando un poco los ojos para intentar divisar a la criatura.

    —No hay por qué asustarse —le dijo Hagrid con amabilidad—. Los thestrals son generalmente inofensivos.

    —¿Generalmente? —preguntó June.

    —Bueno, como cualquier criatura su primer instinto es defenderse cuando algo los ataca —respondió él—, pero los thestrals son muy inteligentes y pueden ser domesticados. Muchos magos y brujas los usan como alternativa a los medios de transporte usuales, como la aparición o a la escoba.

A los chicos le pareció interesante clase, incluso a aquellos que tenían la "suerte" de no poder ver a las criaturas. Se turnaron para acercarse a acariciarlas y unos cuantos valientes se animaron a darles de comer.

    —Seguro que éste de aquí deja que lo monten. —Hagrid le dio unas palmaditas en la envergadura del caballo que tenía más cerca—. ¿Algún voluntario?

No dejó deberes esa mañana.

Una segunda oportunidad, HagridDonde viven las historias. Descúbrelo ahora