1. Una segunda oportunidad, Hagrid

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Después de otro largo día reparando los destrozos que había sufrido el castillo hacía menos de un mes, Hagrid regresaba a su cabaña junto al Bosque Prohibido. Ya había oscurecido, pero aún podía ver a los profesores y a varios empleados del Ministerio de Magia yendo de aquí para allá haciendo salir chispas de colores de sus varitas para levantar escombros y ponerlos en su  lugar. El guardabosque deseó poder seguir ayudándolos, pero estaba exhausto. Sin nada más que toda su fuerza y una que otra cosa pequeña que conseguía mover con su paraguas rosado (y que siempre resultaba más fácil mover con las manos) no podía hacer gran cosa.

    Fang, el perro jabalinero, lo esperaba en la puerta de su cabaña, como todos los días. A pesar del cansancio, Hagrid se tomó su tiempo para darle de cenar, dejar que se fuera a merodear por los límites del bosque un rato y esperar a que regresara. Después ambos se metieron en la cabaña para poder dormir y descansar de todo el trabajo duro que habían hecho ese día.

•  •  •

Era por lo menos media mañana cuando Hagrid se despertó al día siguiente. Aún se sentía bastante cansado y estaba seguro de que podría haber seguido durmiendo otro par de horas si no fuese por la lechuza parda picoteando el cristal de la ventana. Con un gruñido se levantó para dejar entrar al animal.

    La lechuza se posó en la mesa, soltó la carta que traía en el pico y revoloteó hasta el alféizar de la ventana, donde se quedó observándolo.

    El guardabosque recogió el sobre un poco dudoso. ¿Quién le mandaría una carta aquél día? El sobre era grueso y pesado, de pergamino amarillento y el destinatario estaba escrito con tinta verde esmeralda:

Señor R. Hagrid
Cabaña junto al Bosque Prohibido
Terrenos de Hogwarts

     El sello era el de la escuela. Un escudo de armas con un león, una serpiente, un tejón y un águila rodeando una letra H.

    Las piernas de Hagrid comenzaron a temblar tanto que tuvo que sentarse ruidosamente en una de las silla del comedor con la carta aún en las manos. ¿De verdad eso significaba lo que él creía que significaba? Era imposible. Tenía que seguir dormido. El Ministerio había dejado muy clara su opinión al respecto hacía mucho tiempo.

    Con los dedos temblorosos, abrió el sobre y comenzó a leer:

COLEGIO HOGWARTS DE MAGIA Y HECHICERÍA
Directora: Minerva McGonagall

Querido señor Hagrid:
Tenemos el placer de informarle de que dispone de un puesto en el Colegio Hogwarts de Magia. Por favor, observe la lista del equipo y los libros necesarios.
Las clases comienzan el 1 de septiembre. Esperamos su lechuza antes del 31 de julio.

Muy cordialmente,
Minerva McGonagall
Directora del Colegio

    Una nota aparte escrita con la misma tinta verde venía en el sobre:

    Una segunda oportunidad, Hagrid, te la mereces.

    Los ojos del semigigante se empañaron y pronto tuvo que sacárselos con un horrible mantel que tenía el tamaño ideal para servirle de pañuelo. También se sonó la nariz de un trompetazo que despertó a Fang.

    Hagrid releyó un montón de veces la carta y la nota para convencerse de que era real.

    Fang percibió las emociones de su sueño y fue a recargar su hocico lleno de baba en la enorme rodilla. Hagrid se limitó a acariciarse entre las orejas mientras daba otro sonoro trompetazo.

    Después de lo que pareció una eternidad, el guardabosques intentó recomponerse, pero no lo consiguió hasta unos pocos minutos después. Se levantó para darle de comer a Fang y después lo dejó salir. A continuación se acercó a uno de sus cajones y sacó un pedazo de pergamino, una pluma y un bote con tinta. Rápidamente garabateó con mano temblorosa lo siguiente:

Profesora McGonagall:
Acepto. Muchísimas gracias.
Hagrid

    Habría querido escribir una carta muy larga, pero sabía que se pondía más sentimental si lo hacía: ¡Una nueva oportunidad en Hogwarts! ¡Esta vez como esudiante! Ni siquiera Albus Dumbledore había logrado convencer al ministro para que lo aceptaran de nuevo. Claro que lo más probable era que se debiera a que ahora Kingsley tenía ese puesto, pero aun así...

    Hagrid dobló su nota algo emborronada, despertó a lechuza de su ventana y le ató el pergamino a una de sus patas, para luego verla alejarse rumbo al castillo.

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¡Lumos!
Juro solemnemente que mis intenciones no son buenas.

¡Hola! Aquí Ana.
Hace tiempo que tenía ganas de compartir esta historia, pero simplemente no me animaba. Hoy una de mis amigas Potterhead's (gretellmoyron115) le dio el visto bueno, así que aquí estoy.

    Esta idea no es 100% mía, sino que un día me encontré con el post que se encuentra en multimedia y me gustó mucho, pero después de buscar un buen rato no encontré una historia sobre eso, así que ¿por qué no escribirla yo? Hagrid es uno de mis personajes favoritos y siento que mucha gente no le da ni la mitad del reconocimiento que se merece.

    Mi objetivo es subir un capítulo nuevo cada semana. Ojalá les guste.

Travesura realizada.
Nox.

P.D. No es que sea insegura, pero si me regalaras un voto me harías muy feliz :-)

Una segunda oportunidad, HagridDonde viven las historias. Descúbrelo ahora