Capítulo 1: La Confesión

7K 365 285
                                    

No fue hasta el día del baile de graduación que Ford se atrevió a hacer lo que ese día realizó.
Tenía miedo a decirlo; no sería aceptado en la sociedad, y arruinaría la vida a su hermano Stanley, el cual muy probablemente le rechazaría.

Ese día era el más importante de todo el curso, ya que todo el mundo iba a llevar sus mejores galas acompañado de su pareja. Todos...

Menos él.

Él no tenía; era el típico cerebrito al que nadie gustaba, aunque detrás de esas gafas se escondían unos ojos claros e inocentes que muchos envidiarían de no ser por el obstáculo que los ocultaba.

Sus anteojos de gran tamaño le hacían parecer un pringado, y su nariz no ayudaba.
En resumen, sufría rechazo por todos y cada uno de sus compañeros, y sólo le podía defender su querido hermano Stanley.
Stanford lo admiraba, porque siempre le parecía una versión idéntica aunque más fuerte y popular que él, dos ventajas de las que carecía.

Se llevaban maravillosamente, y en ocasiones le consideraba más que su querido hermanito.

Se sentó en el borde de la cama, lamentando su soledad.
Stanley le vio por la rendija de la puerta, y entró con preocupación.
-Hey, Fordie, ¿a qué viene esa cara tan larga?
-...El baile es dentro de dos días y no tengo pareja -suspiró-. Aunque supongo que es lo que le pasa siempre a un incomprendido como yo.
-¡Pffff! Va, venga, deja de decir tonterías, te entiendo perfectamente -Stanley se sentó a su lado-. La tía que iba a ir conmigo me acaba de dejar tirado, ¿y crees que me importa algo? Buah. Tú tranqui que si vas solo, yo también -dijo, sonriendo tiernamente.

Stanford puso una media sonrisa mientras sentía a su hermano revolviéndole el pelo.
-¡Vaaa, alegra ese careto! Mira, si te sirve de consuelo, puedo ser yo tu pareja.
La sangre de Ford se heló por un momento. Giró la vista hacia el otro con desconcierto.
-¿C-cómo...?
-Di que sí, que va a ser mazo divertido -rió Stanley-. ¡Te enseño a bailar en un momentito y verás que bien!
El chico tembló de emoción sin saber qué decir. Sabía que lo estaba deseando, pero desconocía la posible reacción de la gente ignorante...
Tímidamente, añadió con un débil hilillo de voz:
-...V-vale...
-Lo que sea para alegrar a mi Sixer -sonrió.

Escasos minutos después, ambos se encontraban bailando una de las canciones que iban a sonar en el baile.
-Ahora unimos manos, cogemos cintura, y... ¡vamos! Paso adelante, paso al lado, paso atrás, media vuelta...
Stanford, con movimientos patosos, intentaba seguir las instrucciones de su hermano, aunque no lo consiguió.
Tropezó varias veces, pero Stan siempre estaba ahí para estabilizarle.

-¡Cuidao', que te la pegas! -decía, algo preocupado por un momento.
-Estoy bien, ¡creo que ya lo he pillado! -exclamó Ford.
-¿Ah, sí? Pues demuéstramelo; imagina que soy una tía ahí todo buena y con ganas de marcha -rió.
Stanford soltó una dulce risita que divirtió al contrario. Stan, aliviado al ver que su hermanito volvía a sonreír, sintió su corazón ablandarse.
Nunca le había tenido tan cerca. Se sorprendió al fijarse en sus marcados rasgos, y se hundió en el iris de sus bonitos ojos. La verdad es que no estaba nada mal... Un momento.

¡¿En qué narices estaba pensando?! ¡Era su hermano, por el amor de Dios! ¿Cómo podía estar pensando en eso? Además, a él le iban las chicas... ¿no?
Intentó olvidar todo mientras cerraba los ojos, y se dio cuenta del error que acababa de cometer.
Tropezó y estaba cayendo hacia atrás, cuando Ford le sostuvo con fuerza casi a ras del suelo. Escasos centímetros separaban sus rostros sonrojados. Stanley observó por unos segundos de nuevo la dulce cara de su hermano.

-Te tengo -sonrió Stanford, incorporando a Lee.
Éste se empezó a reír, incómodo.
-¡Joé, casi me mato! Buenos reflejos, hermanito -dijo, jovial, aunque en el fondo muy incomodado por la situación.

Hermanos. (Stancest - StanleyXFord Pines)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora