Capítulo 8: El Regreso

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-¡NIÑOS! ¡Haced el favor de no correr por la cocina, que me vais a romper la vajilla!
-¡Es que Mabel no me deja en paz! ¡Me ha robado mi libro de lectura!
-"¡Esh que Mabel no me dehja en pashh!" -dijo la niña, imitando a su mellizo en tono de burla-. Me has robado la revista que estaba leyendo, pedorro.
-¡Porque estaba harto de que estuvieras riéndote TOOODO el rato!
-Eres un quejica.
-¡MIRA QUIÉN HABLA!

-Que-ji-ca. BLEH.
-Ey, Mabel, no le saques la lengua a tu hermano -intervino Stan-. ¡...Es más efectivo si haces una pedorreta!
-¡¿EN SERIO?! -gritó Dipper, indignado con la actitud de su tío abuelo.

No sólo había apoyado a Mabel en ese juego de niños; eso era lo de menos. Lo que le empezaba a rondar en la cabeza era por qué había cogido sus dos diarios. ¡Le había costado tanto conseguirlos!

Además, Stan no parecía estar interesado en lo paranormal. ¿Para qué los querría?
¿Acaso les estaba ocultando algo?

A partir de ese momento, él y Mabel se pusieron a investigar la actividad de su tío abuelo. Cada día iban encontrando cosas más sospechosas, y empezaban a creer que ese hombre no era su pariente.
Un escalofrío les recorrió la espalda al leer un antiguo artículo de un periódico que encontraron oculto: "Stan Pines Muerto".

-Pero Dipper... Grunkle Stan no haría una cosa así jamás... -murmuró Mabel tras escuchar las descabelladas teorías de su hermano.
-Mabel, es MUY probable que ese pavo ni siquiera sea nuestro tío. Hay que darle caza, si no, será imposible detenerlo.
La niña palideció.
-Yo...
-Tú me vas a ayudar con esto. Será lo mejor. No te preocupes, estaremos a salvo después de eso.
-¡...NO TE CREO! ¡Esto es de locos! -chilló.
-Ya verás como no me equivoco esta vez...

***

Su cuerpo.
Su rostro.
Su carácter.
...Él.

Eso era en lo que Stanley no podía dejar de pensar. A pesar de todo ese tiempo, él lo seguía amando terriblemente.
De no ser por los niños, Stan seguiría con sus hábitos alcohólicos pensando en Stanford.
Ahora, simplemente, pensaba en Stanford sin emborracharse, a diferencia de como lo hacía tiempo atrás.

Había jurado varias veces que no volvería a probar una sola gota, por el bien de sus sobrinos. ¿Qué pensarían de él si le vieran desmayado en el sillón...?

Stanley se sentía orgulloso del progreso que había logrado aquel verano; dejar de beber, conseguir los otros dos diarios, arreglar la máquina con su ayuda...

De una vez por todas, su hermano iba a regresar. Estaba seguro de ello. Podría volver a abrazarlo, besarlo, decirle lo mucho que lo quiere...

Con la frente perlada de sudor y unos nervios tremendos, Stanley observó con satisfacción el resultado de su duro trabajo.
Treinta años trabajando. Treinta malditos años esperando su llegada. No podía creer que esa oscura época de martirio hubiera acabado.

-Por fin... -murmuró-. Por fin te traigo de vuelta.

***

La situación no podía ser peor. El portal estaba a punto de activarse, la cuenta atrás acabándose.
Todo esto se veía amenazado por el testarudo Dipper, quien estaba más que dispuesto a detener todo aquello por lo que Stan había luchado en secreto.

En ese momento, la inocente Mabel se encontraba agarrada al botón de desactivación total, dudando si confíar en su tío o en su hermano.
-¡MABEL! ¡PULSA EL BOTÓN!
-¡¡NOOO!! ¡POR FAVOR, NO LO HAGAS! -suplicaba Stanley.
El simple pensamiento de no volver a ver a su querido gemelo nunca más le revolvía las tripas.
Las perlas cristalinas que salían de sus ojos se perdían flotando por la sala por culpa de la falta de gravedad.

Mabel estaba muy confusa y atacada por lo que estaba ocurriendo. Ella también comenzó a llorar levemente.
-¡Es que...! -sollozó-. ¡Es que ni siquiera sé si eres mi tío...!
Stan tragó saliva. No soportaba ver a su niña favorita sufrir de esa manera.
Se arrepintió de haberles estado engañando tanto tiempo y de haberles ocultado la verdad.

-¡MABEL! ¡Escúchame! ¿De verdad crees que soy malo...?
La muchacha prefirió confiar en Stan, ya que era lo que su corazón la estaba pidiendo.
-¡No le hagas caso, Mabel! ¡Está mintiendo!
Sus lágrimas también flotando, Mabel soltó la barra, dejando que su cuerpo subiera hasta el techo.

-...Te creo, tío Stan.
-¡NOOOOOOOOO!

El grito de Dipper se fundió con la explosión de luz que se produjo en aquel momento.
Todos los presentes gritaron de horror hasta que la potente luminosidad se desvaneció.
La gravedad volvió a su estado normal, y Stan fue abriendo poco a poco los ojos al igual que sus sobrinos y Soos.

Asombrado, observó cómo una silueta oscura salía del portal con paso firme.
Había esperado tantos años para vivir aquel momento...

-...Finalmente, el autor de los diarios -musitó, sumido en la majestuosidad de aquel hombre.
El individuo se retiró la tela que le cubría el rostro, revelando una expresión seria y unas facciones exactamente iguales a las de Stanley.

-...Mi hermano.

Hermanos. (Stancest - StanleyXFord Pines)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora