Capítulo 14: Recuerdos

2.2K 160 59
                                    

El viento soplaba ligeramente, formando una fresca y agradable brisa que chocaba contra el rostro de Stanley.
Sus párpados cerrados se fueron abriendo en el momento justo para observar a la silueta de un hombre vestido con un traje negro.
-¡Stanley! -sollozó.
Confuso, se preguntó por qué tendría su mismo aspecto físico, o al menos muy parecido.

Se sorprendió también al ver a una niña a punto de estallar en llanto, corriendo hacia él para abrazarlo.
-¡TÍO STAAAN! -chilló, agarrada por otro muchacho que parecía ser su mellizo.
-Uhh... ¡Hola, niñita! -murmuró el hombre, muy confundido-. ¿Te conozco?
La pequeña ahogó un grito, gimiendo de pura tristeza.
-¡TÍO STAN! ¡Soy yo, Mabel...! ¡¡TÍO STAAN!
Rompió a llorar angustiosamente mientras su hermano la llevaba a otro lugar para consolarla.
El hombre que había visto antes (y que, a decir verdad, le parecía muy atractivo) se dirigió hacia él con una expresión de dolor emocional absoluto.
-Stanley... Lo siento, Stanley... -murmuró en un tono ahogado, sorbiéndose la nariz.

Le pegó tal abrazo que casi lo ahoga.
-Te quiero, Stanley, te amo... -musitó el individuo a la vez que se deshacía en lágrimas sobre el hombro de Stan.

El pobre hombre estaba muy perdido en la situación. No sabía qué narices hacía ahí o quién era esa gente; no les había visto en la vida.
Lo único medio bueno que le había pasado era que aquel tío tan guapo, aparentemente, de su edad, lo había abrazado y le había dicho que le quería. Hala, novio exprés en un momento. Estaba hecho todo un ligón aún con amnesia.

Decidió dejar de pensar en cosas absurdas como esa y concentrarse en lo que estaba ocurriendo.
-...Eres un héroe, Stanley -le oyó decir al otro entre pequeños sollozos-. Un héroe, siempre lo fuiste...
-Estoo... Lo siento, pero no logro recordar quiénes sois todos vosotros.

-Me empiezo a preguntar si mereció la pena sacrificar sus recuerdos con nosotros para salvar el mundo... -dijo Dipper con la voz quebrada.

Todos se dirigieron hacia el Mystery Shack, Mabel desesperada por hacer recordar a Stan todas los eventos ocurridos en el verano.

De repente, tropezó con su scrapbook, lo cual la dio una excelente idea.
-¡Tío Stan! ¡Mira esto!
Le enseñó varias fotos, señalándolas frenéticamente.
-Niña, lo siento, ya te he dicho que no recuerdo nada...

Waddles el cerdito decidió que aquel era el mejor momento para asaltar la pierna de Stanley.
¡Bendita acción!
-¡AAH! -gritó-. ¡Déjame tranquilo, Waddles!
Los otros tres se miraron con euforia.
-¡Ha funcionado! ¡Sigue, Mabel!

Ésta se aclaró la voz y se sentó en el regazo de su tío.
-Mira, esto fue hace dos meses. Aquí llegábamos a Gravity Falls para quedarnos a pasar el verano contigo...
Stan iba sonriendo más a cada foto que veía, estrechando ligeramente contra sí a sus dos sobrinos, a los que ya iba recordando.

-¡Ah, mira! Esta es de cuando apareció el tío Ford a través de un portal. Es tu hermano -aclaró la chica.

¿Su hermano? ¿Cómo se habría enamorado de su hermano? Eso era un disparate.

Ford lo miró con una agradable sonrisa que hacía compañía a sus tremendos ojos. Espera... Había algo que no recordaba del todo.

-¿Stanford? -interrumpió a Mabel.
-¿S-Sí?
-...Dime algo que me ayude a acordarme de ti.
El hombre resopló, como si hubiera tantas cosas por contar que era imposible escoger sólo una.

-"¿...Hasta el fin de los tiempos?"
Stanley ahogó una carcajada.
-¿Qué patochada es esa?
Ford sonrió, y siguió diciéndole la letra entera de la canción que los unió.
Esa melodía que los enamoró en aquel baile de graduación.

Stanford no podía contener las lágrimas cuando vio que su gemelo comenzaba a cantar con él, recordando perfectamente aquella balada.

Cuando acabaron, estallaron en risas.
-¡Ven aquíii, Sixer!

Se abrazaron con tanta fuerza que parecía que no se iban a soltar en la vida.
-Has vuelto...
-A tu lado, siempre, Stanford.

***

La fiesta organizada en el Mystery Shack fue sorprendente. Ahora, todo el mundo debía sus vidas a los Pines, y les estaban más que agradecidos.
Eso sí, los pequeños no estaban demasiado contentos con cumplir años. Y cuánta razón tenían...

-¡Chicos! ¡EEYYY! -chillaba Mabel desde la mesa de mezclas-. ¡Vamos a darle un poco al esqueleto! ¡Wiiiii!
Una ronda de estupendas canciones animó a los presentes. Parecía que se estaban divirtiendo a más no poder.

En cambio, los dos gemelos Stan estaban en el interior de la casa, sintiendo el ritmo de la música rebotando en el suelo.
-Stanley, necesito disculparme.
-¿Huh? ¿Por qué, Fordsie?
-Pues... por todo lo que te he hecho. No te lo merecías -murmuró, mirando hacia el suelo-. Soy un egoísta que sólo piensa en sí mismo. Tenías razón...
-Eh, no digas eso -dijo el otro, sonriente-. Claro que te perdono, hermanito, siempre lo haré. Me porté muy mal contigo, y por eso también te pido perdón.

Stanford volvió a poner esa sonrisa que tanto le gustaba a Lee. Era tan, tan dulce...
Sin dejar de mirarse los pies, Ford entrelazó sus manos con las de Stan, parándose en medio del pasillo.
-Stanley... S-Sabes que yo te quiero, ¿no?

El hombre le echó una mirada cálida, a pesar de no encontrarse con la suya.
-No sé si tú me querrás, pero tengo una cosa clarísima; yo a ti te quiero con locura, y nunca nada me hará cambiar de idea.

Ford se ruborizó, mordiéndose el labio con timidez.
-Ey, Stanford -susurró Stanley, levantándole el rostro con cuidado-. ...Estoy aquí.
El pobre se estaba muriendo de vergüenza. Parecía un niño pequeño.

-Es que... no sé cómo decírtelo.
Se estremeció cuando las manos de Stanley se posaron en su cintura.
-¿Decirme el qué, exactamente?
-N-no sé cómo describirte lo mucho que te amo -dijo, muy bajito-. eso era to--
Se calló repentinamente al sentir los labios de Stanley sobre los suyos propios. Los saboreó con pasión, separándose tras unos largos segundos para tomar aire.

-Tranquilo, sé de lo que me estás hablando -murmuró Stanley a través de una mueca bobalicona-. Yo tampoco sé cómo decírtelo sin que resulte aburrido.

-No lo es, Lee -rió Ford, dejándose arrastrar en otro beso más apasionado que el anterior.

***

-¡EHH, GENTEEE! -tras ocho o nueve canciones, la lista de música de Mabel llegaba a su fin-. ¡La última canción es lenta! ¡REPITO, LENTA! ¡La he incorporado en el último momento! -guiñó un ojo a los gemelos Stan, éstos poniéndose rojos como tomates.

Cuando comenzó, no lo podían creer.

La misma canción que habían recordado antes.

La misma canción del baile que ensayaron una y otra vez hasta enamorarse.

La misma canción que juntó sus corazones para siempre.

Alejados de la pista de baile, entre las sombras que proyectaba el Mystery Shack, Stanley y Stanford comenzaron a bailar agarrados, lentamente, al son de la música.

Lee susurraba cada palabra de la canción en la oreja de Stanford, éste soltando pequeñas risitas. Intercalaba la letra de la balada con suaves besos en su mejilla, haciendo que Ford se estremeciera con cada uno.

Fue un momento mágico, de esos que no se olvidan ni aunque tengas amnesia.

Hermanos. (Stancest - StanleyXFord Pines)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora