Capítulo 12: Weirdmageddon

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A pesar de lo ocurrido el día anterior, las dos mitades no conseguían encajar del todo. Las discusiones se repetían una y otra vez, aunque no de forma tan grave como antes.
Stanley seguía muy frustrado con el carácter indomable de su hermano.
A veces era simplemente insoportable.

Ya se lo habían dicho todo el uno al otro... ¿qué más barreras había?

La cosa es que el miedo de Stanford creció. No solo no quería que los niños se enterasen de su romance; eso era lo de menos. Lo peor de todo era que sentía a su mayor enemigo cada vez más cerca.

Pasaba día y noche encerrado en el sótano, intentando sellar una brecha interdimensional que podía causar la perdición del universo entero.
Mantuvo esto en secreto, pero terminó contándoselo a su querido sobrino Dipper. Le parecía un muchacho con un gran potencial, capaz de heredar las dotes de su tío científico.

Ya que no llevaba mucho tiempo en aquel universo, quizá le pareció correcto confiar una auténtica bomba espacio-temporal a un niño de doce años. Pero, bueno, quién sabe, igual la cuidaba bien y todo.

Lee seguía echando en falta a su gemelo. Echaba de menos a alguien a quien abrazar en la cama por las noches, a alguien a quien decorarle el cuerpo con besos. Los únicos momentos en los que conseguía dar un mísero pico a Stanford eran cuando no estaba enfadado. Y, créeme, mira que eso era difícil.

Estaba harto de no poder estar con su hermano ni un minuto.
Cuando lo intentaba abrazar o darle un mísero beso en la mejilla, el otro lo apartaba con una cara tremenda de preocupación, acompañada de un "Ahora no, Stanley".

A la quinta vez que le hizo ese desagradable gesto, Lee le respondió algo más duramente.
-¡Nunca es un buen momento para ti! No lo entiendo... ¡¿Acaso he hecho algo mal?! -exclamó.
-Mira, Stanley, ahora mismo estoy muy ocupado. ¡Nos va a destruir a todos! ¡Si bajo la guardia un segundo, él puede venir y...!
-¡Siempre, SIEMPRE la misma excusa! Sólo te pido un momento, Ford, un momento para compensar esos fríos cuarenta años sin ti.

El corazón de Stanford se encogió, apresando aún más al pobre Fordsie que se encontraba dentro. Las murallas de dentro se endurecieron, y los gritos del pobre muchacho se ahogaron una vez más en un sentimiento de furia.
-¡Lee, no lo entiendes! ¡Estoy intentando salvar el mundo mientras tú holgazaneas por ahí indebidamente!
-¡Conque salvando el mundo! Ahora lo entiendo todo. Eso sí, siempre excluyéndome a mí, porque soy un idiota y no sé del tema -bufó-. Genial. Yo también sufrí por culpa de esa bestia, ¿lo sabías, no?

-Stanley, no me hagas discutir contigo de nuevo...
-No será necesario. Entiendo que no quieres estar conmigo, y eso está bien -musitó Lee, tragando saliva amargamente.
Stanford dirigió los ojos al suelo, intentando controlar su ira.
-No he querido decir eso en ningún momento -murmuró.
-¡Que no me des explicaciones, maldita sea! Ya sé que no me las merezco. Soy despreciable, lo sé...
-¡Entonces para qué me dices nada! -se quejó Ford-. Ni que fuéramos pareja...

Lee sintió cómo el cielo de su alma se derrumbaba sobre ésta, y los cristales cubiertos de nubes inacabadas se incrustaban dolorosamente en el núcleo de su ser.
Así que no eran pareja.
Al parecer, no eran ni medio pareja, a juzgar por el tono en el que Stanford lo había graznado.

Ni siquiera un poquito.

No era un gran comentario, pero vaya que si dolía.
Se quedó en silencio, mordiéndose el labio.
Stanford debió de escuchar el sonido de la atmósfera de Lee haciéndose pedazos, porque se percató de que no había hecho algo bien.
Cual buscado forajido, en vez de enfrentarse a la situación con valentía, decidió escapar de ella.

-¡Dipper! -gritó-. ¡Nos vamos ahora!
Un "Ya voy" quebrado se oyó como respuesta. Qué casualidad que los otros hermanos hubieran tenido otra discusión tan doliente como la suya.
En ese momento, el niño cometió un grave error que lo cambiaría todo.

Hermanos. (Stancest - StanleyXFord Pines)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora