Recuerdo esa noche con muchísima claridad y creo que es lo único de esa época que quedó tan grabado en mi memoria. Había oscurecido, mamá se había juntado con sus mejores amigas: Silvina (la madre de Miranda) y Virginia. Esta vez, Agostina y su mamá, Graciela, no habían asistido.
Fran miraba la tele mientras Miranda y yo nos hacíamos cartitas que, más adelante, tendríamos como tierno recuerdo dentro de una vieja caja de zapatos. Pude ver por la ventana una sombra que se densificaba, alguien estaba por entrar a la habitación. Muy suavemente se abrió la puerta, era Silvina.
-Chicos, vengan un segundo que María les quiere decir algo. – Dijo casi susurrando y con una sonrisa muy cómplice.
Miranda y yo nos miramos encogiéndonos de los hombros. Fran se acercó y participó de ese cruce de miradas confusas e intrigadas. En silencio, al igual que Silvina, fuimos hasta el comedor. Mamá se encontraba recostada en una reposera con una enorme sonrisa en su rostro. Sus amigas, muy cómplices, se miraban y sonreían ansiosas por ver nuestras reacciones. Todos nos mirábamos pero nadie decía nada. Entonces, Virginia decidió romper el silencio.
-Fran, Emi, ¿A ustedes les gustaría tener un hermanito o una hermanita? – Preguntó sin dejar de sonreír.
Nuevamente con mi hermano nos miramos encogiéndonos los hombros sin entender bien cuál era el punto de la pregunta.
-Un hermano si, otra Emilia no. – Respondió Fran con un poco de indiferencia.
-¡Yo si quiero otra yo! – Exclamé bruscamente mientras le clavaba la, según él, "mirada mala".
-Bueno... Les quiero contar que van a tener un hermanito. – Confesó por fin mamá riendo y esperando a ver nuestras reacciones.
Quedamos completamente boquiabiertos unos instantes. No podía asociar lo que mamá nos acababa de decir, miré a Fran, el estaba igual de impactado que yo. Sentí unos brazos rodeándome y al oír "Emilia, vas a tener un hermanito", reaccioné. Respondí el abrazo de Miranda y empezamos a saltar de la felicidad. Mamá, Silvina y Virginia sonreían emocionadas.
Después de un tiempo, mamá empezó con el asunto de los nombres. Yo llevaba un cuadernito y un lápiz a todos lados y anotaba muchos, de niños y de niñas. Cuando llegué a tener una lista larga, en vez de que me sugieran más, hacía que voten uno de los que teníamos.
Una tarde llegaron a casa Silvina y Miranda, venían a acompañarnos a Fran y a mi mientras mamá y papá se iban al doctor a hacer el control mensual.
-Cuando su mamá vuelva van a saber si es un hermanito o una hermanita. – Comentó graciosamente Silvina.
-Ojalá sea nena así juega con Emi y conmigo. – Dijo Miranda mientras observaba a Fran esperando ansiosa su respuesta.
-Va a ser nene y va a jugar conmigo. – Respondió Fran con bastante frialdad mientras seguía haciendo su tarea de matemática.
Merendamos chocolatada con galletitas charlando de los nombres que se habían votado y cuáles nos gustaban más a cada uno.
-A mi me gustan Unai y Jazmín. – Dije esperando que alguien estuviera de mi lado.
Silvina se quedó pensativa durante unos momentos y enseguida respondió.
-Jazmín es lindo. Pero Unai no tanto. Me gusta más Emanuel.
Miranda y Fran asintieron con complicidad.
-Emilia y Franco son comunes, a tu mamá no le gustan los nombres raros. – Sentenció para terminar de finalizar su idea.
Me entristeció un poco saber que ella tenía razón.
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El final del túnel.
SaggisticaSoy Emilia, una joven de veinte años que atravesó una adolescencia que se había tornado completamente catastrófica, al punto de convertirme en una víctima de depresión y ansiedad. Durante el transcurso de los capítulos relataré mi vida o, al menos...