Julia.

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-Cuando tu mamá vino la primera vez a hablar conmigo me dijo que había algo más que te tenía mal, además de la situación con tu papá. - Dijo la psicóloga.

-Si. El cambio de escuela.

-¿Cómo te sentís en tu nueva escuela?

-Horrible. Es un asco, conocí muy pocas personas que me caigan bien y valgan la pena.

-No se necesita más que pocas. - Aclaró mientras anotaba algo en su libreta.

-Bueno, entonces digamos escasas.

-¿Cuánto es "escasas?"

-Dos personas. - Sentencié.

-No se necesita más, dale más tiempo. Ingresaste hace poco. Con el paso de los días vas a encontrar personas con tus gustos y con quien te lleves bien.

A veces me daban ganas de golpearla, no podía entender como esa mujer era psicóloga, nunca sumaba nada. Todo lo que decía parecía carecer de sentido y, sinceramente, no me ayudaba para nada.

-Está bien. - Respondí al fin.

-Nos vemos en dos semanas Emi, que pases unas lindas pascuas.

-Igualmente.

Me guió hasta la puerta y dejó entrar a su siguiente paciente. Aunque todo lo que ella decía me parecían puras idioteces, decidí hacerle caso y esperar un tiempo a conocer mejores personas.

Pasaron las pascuas, pasaron más semanas y seguía teniendo el mismo problema. Un círculo social súper escaso. Lo peor de la situación es que comenzaba a sentir que ni siquiera esas dos chicas valían la pena como amigas. Pero no tenía a nadie, no quería agrandar el vacío que sentía y, a pesar de que muchas cosas sobre ellas no me cuadraban, seguí fomentando nuestra amistad. Hasta que apareció una persona que, al principio, creí que iba a ser alguien pasajera y me demostró que estaba equivocada.

Mentiría si dijese que tengo un claro recuerdo de como conocí a Julia porque, ciertamente, no lo tengo. Pero nuestra amistad surgió de pura casualidad en una clase de Educación Física en la escuela. Ambas estábamos en el mismo grado, pero en diferentes divisiones (mi escuela dividía los grados en colores, nosotros teníamos rojo, azul y amarillo). Aunque nuestro comienzo fue completamente casual y no intencionado, comenzó a ser una persona muy cercana a mi con el paso de los días.

Nos juntábamos en los recreos, charlábamos, nos contábamos chismes, mirábamos chicos. Después descubrimos que vivíamos muy cerca y comenzamos a volver juntas de la escuela. Muchas veces, nos quedábamos hablando en la puerta de casa y descargábamos furia en mi mochila, la pateábamos.

Con el paso del tiempo, yo iba a su casa, ella venía a la mía. Muchas veces yo dormía siesta y ella llegaba a despertarme ideando nuevos métodos para poder lograr su cometido. Pasó por varios intentos hasta descubrir que no hay nada más efectivo que un poco de desodorante detrás de la oreja. A veces nos quedábamos en casa, otras, me hacía levantarme e irme con ella.

Cuando nos juntábamos jamás la pasábamos mal. Teníamos nuestras peleas pero siempre avanzábamos, nunca pusimos el freno a nuestra amistad. Llegamos al punto en el que, incluso, habíamos estado juntas en el hospital esperando a que nos atiendan. Nos hacíamos cartas, ella celaba a mis amigas y odiaba a algunas por copiar los apodos que ella me asignaba.

Uno de los recuerdos más claros que tengo con ella fue una vez en su casa que se cortó la luz y nos encerramos en la pieza a cantar la canción del programa infantil "La casa de Mickey Mouse" y le hicimos una versión adaptándola a nuestro estilo. Donde yo era "Emi Mouse". Reíamos a carcajadas siempre. También lo hacíamos con canciones populares del momento usando tonterías que se nos ocurrían en esos momentos (quiero aclarar que, al día de hoy, lo seguimos haciendo).

Otro pasatiempo era escribir notas en Facebook. Casi siempre eran completamente carentes de sentido y de humor absurdo, que es nuestro estilo. Todos sus amigos comentaban y se reían a carcajadas de las idioteces que se nos ocurrían y que inventábamos. Canciones, poemas, historias... Nuestra nota favorita y más recordada es una que tenía un cuento sobre una pareja, y él le escribía un poema que comenzaba diciendo "Roberta, peluda de mi alma... No pierdas la calma". Realmente, ese tipo de cosas jamás se olvidan.

Su familia parece mi familia adoptiva, su casa es como mi casa. Muchas veces nos trataron de hermanas y si, somos hermanas del alma. Si hubiese sabido el día que la conocí que ella iba a ser una amiga tan duradera e incondicional, probablemente habría socializado más con ella desde el principio.

Julia es una persona simple, pero compleja al mismo tiempo. Muchas veces se enojó u ofendió conmigo por cosas que yo no supe ver y que para ellas fueron evidente. Siempre tenía que chocarme contra la pared para entender que le pasaba y por qué se enojaba. Ella misma asume que yo soy una persona completamente "colgada", es decir, una persona que casi nunca presta atención, se distrae fácil y no cae en cuenta de las cosas hasta que alguien le dice.

Pasamos situaciones muy difíciles en nuestras vidas, las dos tuvimos nuestras desgracias, y nos han querido separar, hacernos distanciar, convencernos de que éramos personas diferentes a lo que nos mostrábamos... Por mi parte, agradezco que eso haya pasado. Les doy las gracias a las personas que patentaron contra nuestra amistad porque, en primer lugar, demostraron ser gente que no merecía nuestro tiempo y, en segundo lugar, reforzaron nuestra amistad.

Sería incapaz de olvidar muchos momentos que pasamos juntas. Nuestras vidas serían algo completamente diferente si nos hubiésemos dejado llevar por nuestros enojos o hubiésemos escuchado lo que otros decían de nosotras para separarnos, no sabría donde estaría ahora.

Desde siempre Julia tuvo la capacidad de contenerme y ayudarme en cada paso. En los momentos que peor sufrí me recibió con los brazos abiertos para escucharme y hacerme sentir mejor. Jamás me negó y yo jamás la negué. Ambas tuvimos nuestros errores (yo más que ella) pero, gracias a Dios, supimos aprender y continuar.

Ella fue gran parte y gran ayuda en mi historia. Y hoy en día lo sigue siendo. Quisiera y amaría poder hacer por ella todo lo que hizo por mi. Pero jamás, ni aunque me esforzara al máximo, podría devolver todos los favores y la ayuda que me dio.

El final del túnel.Onde histórias criam vida. Descubra agora