CAPÍTULO 2º EFECTOS

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CAPÍTULO 2º

EFECTOS

Han pasado veinticuatro horas desde que al recluta James Hannigan le fuera inyectado un pintoresco compuesto a base de enzimas mezcladas con ADN de araña, y nuestro joven protagonista está empezando a notar los primeros cambios en su cuerpo.

Es Viernes y está en casa, viendo la televisión en compañía de su tío Frank, viudo desde hace veinte años, y que ha cuidado de él desde que sus padres falleciesen en un trágico accidente de automóvil diez años atrás.

―¿Jim...?

―¿Sí, tío Frank?

―¿Te encuentras bien, muchacho? Tienes mala cara.

―Y-yo..., s-sí –entonces, James Hannigan se levanta del sofá, da un par de pasos y se desploma redondo en el suelo.

―¡Por todos los Santos, James! –Alarmado, su tío se lanza sobre él y lo ayuda a incorporarse.

Cinco minutos más tarde, y mientras James Hannigan se toma a pequeños sorbos la infusión que le ha preparado su tío...

―¿Vas a decirme qué diablos te pasa, muchacho? Desde que volviste ayer de permiso de la base estás de lo más raro. ¿No te habrás metido en problemas de drogas?

―¡Tío Frank, por favor! –El joven soldado clava en su tío una mirada cargada de reproche―. Sabes que yo nunca...

―Lo sé, hijo, lo sé –Frank Hannigan suspira y agacha la mirada, avergonzado por el comentario que acaba de hacer.

―Se me pasará, no te preocupes –James sonríe y hace amago de levantarse de la silla, para volver a caer de nuevo sintiéndose repentinamente mareado.

―¡Por el amor de Dios, James! Ahora mismo vamos al hospital y que nos digan qué diablos te ocurre.

―¡Pero, tío Frank! –Replica el muchacho mientras ve como su tío coge su chaqueta y luego se acerca a él para ayudarle a levantarse de la silla, por miedo a que vuelva a caerse.

―No hay peros que valgan –con firmeza, el buen hombre toma a su sobrino de la mano y, literalmente, tira de él hacia el coche aparcado a la puerta de la pequeña casita donde conviven ambos―; vamos ahora mismo al hospital.

―¡Qué no tío, que te he dicho que estoy bien! –Vuelve a replicar James Hannigan mientras sale de la casa y se encamina hacia la puerta del cuidado jardincito de su tío Frank, que lo ve marcharse sin poder hacer otra cosa que encogerse de hombros y lanzar un...:

―Esta juventud de hoy...

Mientras, su sobrino sigue andando y notando como, poco a poco, el mareo y el malestar van desapareciendo, dando paso a otra sensación más rara e inexplicable.

Está cruzando por un oscuro callejón cuando...

―¡Eh, tú, pringao!

―¿E-es a mí? –Inquiere al tiempo que recula al ver a los dos individuos que se le acercan con intenciones claramente poco amistosas.

―¿Es a mí? ¿Es a mí? –Se burla uno de los tipos, un joven de raza negra con aspecto de meterse de todo en el cuerpo, mientras revolotea alrededor de nuestro protagonista.

A partir de ese instante todo sucede muy rápido.

Sin saber cómo, James Hannigan comienza a moverse de una manera que muchos tildarían de coreográfica, esquivando las navajas de los dos delincuentes, mientras sus puños salen disparados y golpean a sus dos rivales lanzándolos contra un enorme contenedor cercano, todo ello mezclado con saltos y piruetas dignos del mejor acróbata y gimnasta.

Cuando la peculiar escena de lucha concluye, los dos criminales yacen en el suelo gravemente contusionados y semiinconscientes y nuestro joven protagonista se mira las manos mientras las abre y las cierra, sintiendo como una fuerza asombrosa recorre cada centímetro de su cuerpo, haciéndole lanzar un poderoso grito y salir corriendo del callejón.

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EL ORIGEN DE CAPTAIN SPIDERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora