XXXIV.- "Secadores & Cremas."

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Me desperté a las 5:30am. A pesar de ahora sentir frío en las piernas y que tendría que ocupar un vestido, sentía que algo bueno estaba por venir.
Me levanté, intentando no meter bulla para no despertar a May, para dirigirme a la cocina. Bajé por el barandal de las escaleras y al llegar al final de estas, empecé a caminar de puntitas para no despertar a nadie.
Ahora que estoy un poco más nervioso y más urgido, la casa se agrandó un 80%.
Viva mi vida.
Sin embargo no impedía que fuese por mi propósito. La harina.
Me dirigí a los muebles de la cocina para encontrar mi ingrediente no tan secreto, pero esencial en todo esto.
Prácticamente mi plan de "tomar prestada la harina" sería robo, de todas formas encontraría alguna forma de reponerla.
Una vez que hallé la harina, la saqué de su lugar, mostrándome un pote con crema Chantilly. Por lo que se me ocurrió la parte dos de mi gran idea. Lo saqué también y cerré con cuidado el muebles para que no metiera ruido.
Subí con extrema delicadeza las escaleras, llegué al segundo piso y entré al cuarto de May. Ella seguía durmiendo. Tenía las sábanas a la altura del busto y tenía levemente la boca abierta. Aunque tuviese una pequeña poza de baba a su lado derecho, la encontraba hermosa. Dejé de mirarla para no desconcetrarme.
Me fijé en que una de sus manos estaba afuera del colchón y abierta.
Perfecto... Pensé.
Saqué la tapa de la crema, la agité y empecé a ponerla en toda la mano. Luego en el sector de la cara, dejándole unas enormes cejas, unos lentes y un sensual bigote.
La madurez ante todo amigos.
Después de terminar mi obra de arte, me fui al baño junto la harina. Entre todos los cajones que May tenía en ese reducido lugar, encontré el secador. Abrí la parte trasera de este y le coloqué aproximadamente un cuarto del paquete. Lo cerré dejándolo en su forma inicial y o regresé a su hábitad natural y me fui al cuarto de May, lancé la crema y la harina bajo la cama de ella.
Esperaré pacientemente hasta que la magia ocurra.

❄ ❄ ❄ 

—¡Henderson! —Un grito me hizo salir de mi trance. Por lo visto me había quedado dormido nuevamente.
No sabía como la flojera se había adueñado de mi cuerpo en tan poco tiempo.
Algo líquido me estaba cayendo en la cara.
«Por favor que no sea un cuchillo con sangre. Por favor que no sea un cuchillo con sangre.»
Abrí los ojos con sumo cuidado, encontrándome a una May embarrada en crema. Estaba goteando levemente, por lo que suponía que eso era lo que estaba cayéndome.
—Buenos días, May. —La saludé con toda normalidad. —Yo que tú, me quito esa cosa blanca de la cara, porque estoy pensando seriamente en que después de todo el jaleo de ayer, te fuiste a divertir por ahí. —Levanté una de las esquinas de mi labio.
—Asqueroso. —Dicho esto, raspó con su mano la crema y me la echó en la cara. Cuando pasó su mano por el sector de la boca, la lamí. Ella me fulminó con la mirada y se fue al baño.

Narra May:
Haber despertado con esa cosa blanca en mi cara, creo que fue lo más asqueroso que había pasado por mi mente. Más encima los fanfics de "Kellin y tú" no son de gran ayuda.
Nota mental:
Dejar los fanfics si no quieres volver al psiquiatra.
Fin de nota mental.
Negué con la cabeza para eliminar todo rastro de perversión. Apagué la llave de la bañera y me cubrí con una toalla, odiaba completamente bañarme por la mañana, pero como he estado dos días sin tocar el agua por el maldito resfriado, no me queda otra opción.
Estrujé mi cabello, agaché la cabeza y coloqué una segunda toalla.
Malditos martes, malditos martes. Me tocaba gimnasia y era en verdad un asco. No lo digo por mí, yo soy genial, sin embargo las clases, son correr diez minutos, ejercicios y luego nos dejan libre para hacer lo que queramos.
Mientras nosotros hacemos todo eso, la que se hace llamar profesora, pasa metida en el celular. Nosotros retorciéndonos en el suelo como morsas y ella limpiecita.
En fin, no me sirve de nada amargarme más de lo que acostumbro. Saqué el secador de cabello del mueble, para luego enchufarlo. Tomé un cepillo, comenzando a desenredar mi pelo. Daba algunos tirones, pero no se comparaban a los que mi mamá me daba cuándo yo era pequeña. Trauma de muchas.
Cogí el secador, lo encendí y quedé blanca. Literalmente. Un polvo blanco salía de este y no sé cual es la manía de nosotros los humanos, dejar las cosas como están en vez de retirarlo.
—¡Logan, por la mierda! —Grité. —Parece que cuando saqué tus vellos, saqué parte de tu cerebro. —Espeté furiosa. —¡Te puedes ir a la mierda tú y tu madurez! —Salí del baño con la vena del cuello hinchada, con la intención de cortarle las pelotas y que luego él mismo se la tragara.
Pero algo cambió el destino.
Logan se encontraba solamente con un bóxer puesto mientras estaba buscando probablemente su bolso, ya que estaba agachado, dejándome una espectacular vista a su trasero.
¡Santa virgen de la papaya! ¿Por qué tengo debilidad por los traseros de los hombres? Siempre me imagino que estoy con ellos y lo apreto. Su espalda se veía tan rasguñable y sus piernas... por más depiladas que estuvieran, tenía que admitir, que eran súper bonitas, incluso mejor que las mías.
—¿Aún piensas que mi trasero es una pérdida? —Me preguntó Logan, guirándose prácticamente como la niña del exorcista. Lo meneó un poco de izquierda a derecha y de izquierda a derecha. No, por favor.
—S-sí. —Tartamudeé. Estúpida, mierda de lengua. Se me traba. —E-es una p-pérdida de t-trasero, así como t-tú eres una p-pérdida de h-hombre. —No podía decirle esto mirándolo a los ojos, me arrepentiría después.
Sentía como se ponía en frente de mí, ya que podía ver parte de su abdomen. No bajes la pinche vista, May.
—Mírame y dime eso a los ojos. —Me susurró al oído, mandando un escalofrío por todo mi cuerpo. Las mariposas rodeada de telarañas, ya prácticamente muertas, se pusieron a la bailar. Y yo estaba con el sudor en toda la nuca.
Si analizo la situación, de otro punto de vista, sería gracioso. Una chica, cubierta en una simple toalla, con harina en la cara, discutiendo con un pedófilo, contando que Logan tiene tres años más que yo.
Alcé la mirada y lo miré a cualquier lado menos a sus ojos.—Yo venía aquí a contarte las pe..., digo cortarte las pelotas. —Dije casi firme. Sentía que la mirada de Logan me estaba quemando la cara.
Se acercó un poco más, yo no tenía mi espacio vital. —Son dos y quiero ver como lo intentas. —Me guiñó el ojo y se alejó de mí.
Tenía sentimientos encontrados en este minuto. Sentía que mi cabeza estaba hecha una mierda en este minuto. Mi corazón estaba en mi garganta, palpitando. Observé que seguía agachado buscando su bolso. Era el momento. Agarré un cuchillo de utilería que tenía en mi cajón, cinco la idea de asustarlo. Cerré el cajón fuerte, llamando la atención de Logan.
—¿Qué haces? —Preguntó parándose. Veía el miedo en sus ojos, perfecto.
—¿No me escuchaste lo que dije? Debes darle la noticia a tu mamá de que no será abuela. —Sonreí y me acerqué a él lentamente.
La música de psicosis, aquí, sería fenomenal.
—May, no, lo que te dije hace poco era broma. —Ladeó su labio, nervioso. —Él estaba echándose hacia atrás y yo me estaba acercando. ¿No la situación debería ser al revés? Él chocó con la pared y yo lo arrinconé más. —Sólo espero que me dejes hacer un funeral digno para Logan Francisco y a María Elizabeth. —Me puse a reír como loca. Él me miró extrañado. Jugué con el cuchillo moviéndolo de lado a lado. Pinché su brazo y lo traceé por él. Me miró con el ceño fruncido.
—Es de utilería. —Sonreí y me alejé para dirigirme a la ducha a quitarme la harina. —Ah, hazme el favor de quitarle lo que resta de... —De un segundo a otro, tenía a Logan sobre mí.
Se supone que esta sería la parte en donde él discute, discuto también y nos odiamos y todo. Pero no. Nos estábamos mirando a los ojos. No me había fijado en lo hermoso que era el color de sus ojos. Sentía el 85% de su anatomía pegada a la mía. Esto me estaba poniendo nerviosa.
—Oye, m-me tengo que ir a qui-quitar la harina del pelo. —Dije levemente. No quería pelear, aunque no quería admitirlo, disfrutaba este momento de una forma u otra.
—Uh, sí, claro. Lo siento. —Se separó y me dejó salir.
Una vez en mi baño, tranquila, alejada de Logan, me puse a pensar.
Había leído una vez, en un cuaderno de Hanna, el tamaño de eso por accidente. Decía que el de Logan medía 25.3cm.
Pero por Dios, podía asegurarle que era más...

Adopta A Un Famoso «Logan Henderson» ||Terminada♥||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora