Vestido azul

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Louis se sentó en un jardín que aún le parecía desconocido a pesar de que era en su propia casa, le parecía tan extraño simplemente sentarse ahí como si nada, fingiendo que seguía siendo el mismo chico de siempre cuando ni siquiera sabía quién era ese "mismo chico de siempre" que mencionaba su madre a cada momento.

Se encontraba nervioso y por alguna razón, tenía ganas de tomarse una cerveza, aunque él no tenía idea si ese era el gusto que se suponía debía tener para no preocupar a su madre o si la preocuparía más. Por suerte, los medicamentos le permitían beber alcohol, en caso de que decidiera comprobar sus teorías.

Hoy era la gran noche, conocerían a sus amigos de "toda la vida" por segunda vez y tendrían una velada llena de alegría fingida y compasión hacia el "estúpido y amnésico Louis", no esperaba disfrutarlo, ni siquiera quería hacerlo, pero no quería decepcionar a mamá y comportarse como un niño malcriado con un berrinche, además si eran sus amigos probablemente le agradaban y no estaba mal tener personas a su lado, simplemente se sentía enfermo de que todo el mundo sintiera pena por él.

Coral en casa, miraba el reloj como poseída intentando que cada minuto avanzara un poco más rápido, lo cual no parecía nada sano para su hermana, ya que simplemente estaba sentada ahí en el vestido que la hacía sentir más amada que nunca por Louis porque antes cuando ella parecía en ese preciso vestido, los ojos de él se iluminaban y todo en ella parecía resplandecer, entonces la besaba con más efusividad que nunca y decía que el azul sería siempre su color favorito. Coral no estaba segura por qué lo estaba usando en ese momento, sabía que probablemente se iba a decepcionar porque la reacción ni siquiera iba a llegar a los talones de la que tenía cuando salían juntos, pero se sentía cómoda y le traía buenos recuerdos, además... tenía la esperanza de que a él también le trajera algún recuerdo.

-Aún falta toda una hora para que nos vayamos, ¿podrías dejar de mirar el reloj? Me estás poniendo nerviosa –Gruñó su hermana detrás de su revista, Coral suspiró, estaba ansiosa y sabía que esa noche terminaría en llantos, pero no podía esperar por verlo una vez más. Esperaba que no la última vez- Ve a llamar a alguna de tus amigas o algo, estás desquiciándome.

Coral salió de la habitación en otro suspiro, pero ignoró el consejo de su hermana y en vez de llamar a sus amigas se dirigió a su habitación con paso ligero, directo al armario y debajo de un montón de zapatos, sacó un pequeño baúl y con la llave que traía colgada al cuello, lo abrió y esparció las fotos sobre la cama, también hizo lo mismo con las cartas y la caja de terciopelo que estaba al final en un compartimiento secreto, pero lo más importante era la rosa seca y algo marchita que estaba ahí. Acercó la rosa a su cara e intento oler algún fragmento de la esencia de ese día, el día en que Louis había pedido que fueran novios finalmente con una rosa en su mano sobre el puente de los enamorados de la ciudad y ella saltó a sus brazos, conmovida y risueña con lágrimas en los ojos y él bromeó diciendo que ella lloraba porque era la peor pedida de noviazgo jamás contada, pero todo era perfecto. Y ella usaba el vestido azul.

Luego de dejar la rosa otra vez dentro del baúl, limpió las pequeñas lágrimas que habían saltado de sus ojos y empezó a apreciar cada una de las fotos, rememorando alguna instancia en específico, como su día en la playa dos meses antes de que a él le detectaran la enfermedad, donde ella salía tomada como una princesa gritando con una risa entre los labios que la bajara y él sonreía como si fuera superman rescatando a una chica del enorme mar que en la foto apenas les llegaba a los tobillos. También la guardo, todo como si cada cosa fuera de cristal, casi con guantes de seda dejó cada cosa en su lugar... hasta que encontró la carta que él le escribió en el hospital mientras las sesiones avanzaban.

De nuevo túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora