Ya habían pasado tres días desde el incidente en casa de Louis y Alessa había logrado salir de su cama, ir a la escuela y evitar a Louis, pero sabía que eso no duraría demasiado tiempo, hoy tendrían clase juntos. Tampoco había hablado con sus amigos, tenía miedo de que la reprocharan o la intentaran consolar, así que al llegar a la escuela no se detuvo en la puerta principal como de costumbre, sino que fue directo a las galerías del campo de fútbol y con la boca sacó un cigarrillo de su cajetilla, sabía que si la atrapaban la expulsarían de la escuela y su madre lloraría a mares antes de enviarla a un internado de monjas, pero no le importaba demasiado, es decir, lo suficiente para esconderse bajo las bancas, pero no lo suficiente para no hacerlo. Cerró los ojos, sentía como un dolor pulsante le martillaba el cráneo y estaba a punto de levantarse e irse a casa cuando abrió los ojos y se encontró a un chico fumando junto a ella, él también tenía los ojos cerrados, le había visto alguna vez, tenía la piel oliva y el cabello corto, demasiado corto para su gusto, y negro, intentó recordar su nombre, sin embargo parecía una tarea imposible.
-Deja de mirarme -Ordenó el chico con voz profunda, Alessa no se inmutó, siguió con su escrutinio, era más alto que ella, 1.85 calculaba y sin duda estaba formado, tuvo el breve impulso de levantar su playera y comprobarlo cuando él abrió los ojos, verdes y furiosos- He dicho que dejes de mirarme, ¿no escuchaste? -No -Respondió la castaña dando una última calada a su cigarrillo y lanzándolo al suelo para pisarlo. -Tienes que lanzarlo al otro lado del muro o se enterarán que alguien fuma aquí y vendrán a vigilar -Gruñó el chico, el ambiente se cargaba con hostilidad a cada momento, ella se encogió de hombros y por un segundo estuvo segura que él la lanzaría al suelo y la obligaría a levantar la colilla, pero en vez de eso soltó un bufido y lo hizo él mismo- Sí que sabes cómo volver loco a alguien, ¿no?
-No me eches la culpa de tu locura, niño bonito -Soltó en un suspiro, el pelinegro sonrió por primera vez, aunque la sonrisa le pareció más sarcástica que otra cosa, apagó el tabaco contra su zapatilla y lo lanzó hacia el otro lado justo en el momento en que la campana sonó. Caminaron juntos hasta el salón, "Así que ahí es donde lo había visto antes" pensó Alessa, ya iban atrasados y todos voltearon a mirarlos cuando finalmente llegaron, Alessa esperaba un regaño del profesor, pero éste sólo se enfocó en su acompañante.
-Piadena, otra vez está atrasado, va a tener que hablar conmigo al terminar la clase. -Non capisco, mi dispiace -Respondió el chico en perfecto italiano, había impresionado a Alessa, pero el profesor sólo parecía más enojado. -Sé que puede entenderme, Piadena, hagame el favor de hablar mi idioma. -Non mi interessa, coglione, lasciami in pace.
-¿Qué se supone que significa eso? -Ladró de vuelta el maestro, el chico tomó el brazo de Alessa con fuerza y la arrastró hasta un asiento, la castaña tuvo que suprimir un chillido de dolor, el profesor intentó seguir la conversación, pero harto de la indiferencia continuó con la clase y Alessa tuvo la oportunidad de pegarle un puñetazo en el brazo a su acompañante. -Podrías haber sido más suave -Susurró con furia, él apretó la mandíbula. -No vuelvas a tocarme -Musitó enojado, la ira apoderándose de su rostro otra vez. -Ni que quisiera -Respondió con una mirada afilada y el silencio se asentó entre ellos durante largo rato, pero finalmente el aburrimiento que les causaba a ambos la clase de química los obligó a entablar una conversación - Gracias por lo de antes. -No sabía que pudieras dar las gracias -Soltó con burla, pero ya no había malicia en su voz- Me llamo Vincent, por cierto. -Alessa -Susurró ella acercándose ante la mirada de advertencia del maestro.
Louis los miraba desde el otro extremo del salón, le parecían íntimos, se preguntó si había imaginado la escena del viernes, si había deseado tanto que ella correspondiera sus sentimientos que había alucinado una escena de celos. No pudo despegar su mirada de ellos el resto de la clase, de la sonrisa de ella y las risas ahogadas de él, tenía ganas de golpear algo. Apenas terminó la clase se acercó a ella por la espalda, el chico italiano sonreía mirándola mientras ella bromeaba acerca de que él era un niño perdido de Peter Pan, no pudo aguantarlo más.

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De nuevo tú
Roman d'amourCada persona está hecha de algo, algunos de memorias, otros de palabras, muchos de sueños, pero cuando te quitan de los que has sido hecho, tienes que empezar de nuevo, aún sin eso significa no volver a ser quién solías ser. Siempre puedes ser algu...