Perdidos

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La tarde había avanzado lentamente para Coral y no podía esperar a la hora de salida, nadie entendía cómo podía estar tan contenta y tan golpeada al mismo tiempo, ni siquiera sus amigas que ya no la apoyaban en lo que ella llamaba "el reencuentro del verdadero amor", pero a la pelinegra no podía importarle menos lo que decía o pensaba el resto sobre ella, por fin llegaba el día en que Louis la buscaba a ella, que se interesaba por ella a un nivel más íntimo y eso no podría haberla hecho más feliz.

Así que al tocar la campana de salida no solamente corrió escaleras abajo como si se le fuera la vida en ella, sino que también empujó a muchas personas, ya no parecía la elegante y callada Coral que todo el mundo solía ver con gestos premeditados y sutiles, ahora parecía escandalosa y relajada, cuando estuvo a pocos pasos de la puerta se arregló la falda de tablas rosa y alisó el chaleco blanco con rosas semitrasparente que traía, tomó un respiro hondo, se miró al espejo y, a pesar del enorme moretón, creía verse radiante y relajada... entonces también vio a Louis en el espejo, él sonreía aguantándose la risa sentado en la banca, sus ojos miel brillantes y su pelo desordenado, se veía ardiente, eso fue lo primero que pensó Coral, con la camisa celeste abierta y la camiseta blanca, incluso traía los pantalones negros que tanto le gustaban a ella, como si le hubiera leído la mente.

-¿No piensas saludarme? –Preguntó divertido levantándose de la banca, su sonrisa blanca resplandeciendo y haciéndola sentir más y más avergonzada, no podía ni moverse-Bueno, entonces supongo que yo tendré que acercarme –Reconoció entre risas acercándose, entonces puso una mano en su cintura acercándola y le besó la mejilla, como si fueran los mejores amigos de toda la vida, finalmente Coral era incapaz de decir nada, su cara completamente roja y caliente- ¿Tienes calor?

-S-sí, el ca-calor es in-infernal –Tartamudeó empezando a caminar con rapidez, dejando a Louis tras ella y tapándose la boca esperando no soltar otra cosa estúpida, él la alcanzó en un par de pasos.

-¿Qué pasa, Coral? –Interrogó mordiendo su labio, ella tragó saliva con fuerza.

-¿Dónde vamos a ir? –Graznó aún nerviosa, él simplemente levantó las cejas vocalizando que sería una sorpresa, así que al principio caminaron en silencio bajo el intenso sol, a pesar de estar muriendo de calor, ninguno de los dos dijo nada, no valía la pena quejarse sobre algo que solo arruinaría el ambiente de misterio que habían formado.

Finalmente luego de un largo trayecto entre calles desconocidas, Louis la agarró por la muñeca y la arrastró hacia una heladería, ahí el espacio era pequeño, pero agradable, era como una cafetería de los cincuenta con el rock y los colores, y a pesar de que a Coral nada de eso le llamaba demasiado la atención, se sentía vestida para la ocasión como por arte de magia, quizás un poco demasiado femenina, pero daba igual. Louis puso un brazo sobre sus hombros acercándola al mesón de sabores, todo el cuerpo de la chica temblaba con nerviosismo y antelación con la cercanía.

-Yo quiero uno de limón doble –Dijo Louis con una sonrisa ladeada, sus labios gruesos en perfecta armonía, estuvo a punto de agregar que ella querría uno de chocolate belga con chispas por una corazonada, pero en vez de eso la chica pidió uno de crema americana y chirimoya, por lo que él sólo desechó la idea como si fuera una completa tontería.

Se sentaron juntos en una mesa con un agradable sillón rojo, quizás más cerca de lo que deberían, pero sintiéndose bien y después de tanto empezaron a charlar, acerca de las clase y los profesores, Coral le contó anécdotas divertidas sobre su estadía en la escuela, anécdotas que de antemano había preguntado si serían seguras al doctor, estaban a punto de terminar sus helados cuando Alessa entró junto a un chico bronceado y alto que insistía en poner su mano en su cintura, a lo que ella solo suspiraba quitándosela de encima. Coral se ocultó un poco y Louis puso mala cara, pero la castaña ni siquiera los había notado, toda su atención estaba enfocada en la barra de sabores. Intentaron seguir conversando como si nada, lo que no era tarea demasiado fácil ya que Louis desviaba la mirada cada veinte segundos para mirar Alessa quien había salido con un cono de chocolate belga y chispas de la caja y se había sentado cuatro mesas más allá.

De nuevo túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora