Capítulo 5

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Llegue a mi casa y lo único que quería hacer era abrir mis heridas, esos recuerdos me hacen sentir como un monstruo pero que iba a esperar, si yo sé que el mismo demonio vive dentro de mí.

Comienzo a llorar y a gritar una y otra vez – Todo es mi culpa, todo es mi culpa... – diciendo eso cogí la cuchilla y... me corto, de nuevo.

– Ah... me siento mucho mejor.

Sé que es la peor forma de tratar de solucionar mis problemas, pero cortarme es para mí como el cigarrillo y el alcohol para los demás.

Mientras voy subiendo a mi habitación, reviso mi teléfono.

8 llamadas perdidas de Rose.

– ¿Qué? Eso me pasa por no tener el celular siempre conmigo, mi tía debe estar preocupada.

Mi celular empieza a vibrar.

– ¿Hola?

Rose: Hola ¿porque no me contestabas? estaba muy preocupada, cariño.

– Ah... pues no tenía cerca el celular.

Rose: trata de siempre tenerlo cerca, porque no quiero asustarme de nuevo ¿Ok?

– Ok.

Rose: Bueno, solo te llamaba para saber cómo estabas y para decirte que tu primo llega en unos cuantos meses y que se encuentra muy bien.

– En unos meses?

Rose: Bueno más o menos en seis meses.

– seis meses, tanto?

Rose: Si Sam, bueno ya me tengo que ir tengo unos asuntos que atender.

– Bueno, adiós.

Después de aquella llamada me acuerdo que tengo muchas tareas que hacer, pero pensándolo bien en este momento no porque debo admitir que estoy exhausta.

Me voy a cenar. Cuando termino ordeno la cocina y me dirijo al baño para darme una ducha. Al rato me fui a revisar el correo.

Noto que alguien me ha enviado algo, es un sobre, observándolo bien me doy cuenta que este no tiene nombre simplemente es una carta anónima, entro a la casa con bastante curiosidad por saber que tiene adentro, abro el sobre y me encuentro solo con una palabra – Perdóname – el resto estaba en blanco, pude notar que alguien trato de quemar esa hoja por alguna razón, pero algo se lo había impedido.

Un simple perdóname no tiene nada de malo la pregunta es ¿quién es la persona que envió esta carta?
Subo las escaleras y no puedo evitar entrar a la habitación de mis padres. Por muy extraño que parezca, la habitación de mis padres es un lugar que muy pocas veces visto, no me siento cómoda en ella. Comienzo a pensar ¿quién me está pidiendo perdón, me pide perdón de qué? Se me vienen a la cabeza todas las personas que me han hecho daño, pero estoy segura que no tienen los pantalones para hacer semejante cosa.

De tanto pensar me ha dado dolor de cabeza, empiezo a escuchar música. La música me traslada a otro mundo, me relaja y me distrae, me saca de la realidad, por eso me encanta.

(...)

La alarma de mi teléfono comienza a sonar, gruño al percatarme de la hora, no puedo quedarme ni cinco minutos más en la cama, me alisto tan rápido como puedo, no quiero estar más en esta casa, es como si me faltara algo, a veces me da tanto miedo la soledad y pensar que hace un año este preciso día estábamos todos juntos celebrando mi cumpleaños.

Salgo de mi casa.
Llegando a el instituto Eileen se me acerca, y me pide perdón por lo de ayer, le digo que olvidemos lo que había ocurrido, que eso solo había sido una estupidez, caminando hacia el aula ella para en mitad de camino.

Andrew: Oye huerfanita, porque te me escapaste, eso no es hace. Además, alguien me dijo que te habías chocado con alguno de mis amigos, recuerda que no debes acercarte mucho a nosotros.

Eileen: Andrew, no la amenaces.

Andrew: Vamos baby, tú sabes como soy cuando se meten con mis amigos – Le hace un puchero para luego acercársele y mirarla fijamente.

Eileen: A-Andrew, no me intimides, eres demasiado precioso para mí.

Andrew: Jum... lo sé.

Andrew, Mike y sus amigos no le prestaron mucha atención puesto que es lo que todas las chicas hacen, halagar a Andrew. Ellos se fueron riendo y murmurando.
Nos dirigimos al salón y al llegar me siento en mi puesto.
El profesor de algebra entra en el aula y todos callan.

Profesor: Samantha Wesley – Alzo mi mano, entrecierro mis ojos amenazante cuando todos me miran, el profesor asiente para empezar con la clase.

Tener a Mike al frente mío es incómodo, pero él me agrada a pesar de su indiferencia.

Eileen: Que estarás pensando ahora.

– En nadie.

Eileen: Yo dije que estarás pensando no en quien estás pensando.

– Bueno en todo caso tengo mi mente en blanco.

Eileen: ¿Por quién suspiras?

– Por nadie en especial.

Eileen: No me creas boba, sé que estas sintiendo mariposas en el estómago, es la primera vez que estas así.

– Sigues con el cliché de las mariposas en el estómago? Mejor yo diría abejas reinas en el estómago.

Eileen: Estas enamorada.

– Déjate de tonterías – porque nadie se enamora de alguien en tan poco tiempo, pienso.

(...)

Eileen: Y bien ¿ya la terminaste?

– Si - respondo segura.

Eileen: ¿Si le pusiste todo el empeño posible?

– Supongo, ni que esto fuera tan importante.

Eileen: ¿Si estoy perfecta? – Pone un poco de labial en sus labios, mientras se mira al espejo.

– Y dices que yo soy la enamorada.

Eileen: No es pecado organizarse y tampoco quiere decir que me esté organizando para alguien.

– Primera vez que lo niegas.

Andrew: ¿Que niega?

Eileen: Ah, Andrew

– Siempre llegando en estos momentos.

El castaño alza su ceja divertido, se inclina hacia Eileen, no puedo dudar que el corazón de aquella esta que explota cuando Andrew la coge de su barbilla y roza sus labios con los de mi amiga que en el instante no lo puede creer, cuando se separan; él queda con los labios rojizos, pasa su mano por su boca y se va con una sonrisa que desde lejos se nota que es falsa.

Eileen: M-me b-besó, Andrew me besó.

Me quedo en silencio, no sé qué decirle, si, sé que la beso, pero también sé que ese beso fue una farsa, un viejo truco; mi mente me pide a gritos que diga la verdad, pero no quiero dañarle más el corazón a ella. No sé si estoy haciendo las cosas bien o mal.
Eileen quita esa sonrisa y frunce el ceño, ya me puedo ir imaginando lo que está pensando.

Profesor: Ya pueden entregarlas.

Todos se levantan de sus asientos y se dirigen a donde su compañero, yo me quedo de ultima, estoy muy nerviosa e indecisa no sé si entregársela o no.

Profesor: Samantha, tu faltas.

Trago saliva y con la carta en mis manos me dirijo a donde Mike, para suerte mía el también viene hacia mí, intercambiamos de cartas. El sin decir ni una palabra se aleja – ¡beso, beso, beso! – decían unos – Escuché que son novios - decían unos pocos, un tanto sonrojada me voy a mi lugar y guardo la carta dispuesta a abrirla en mi casa.



***

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