(Cuando aparezcan las cursivas, estarán hablando en inglés, y cuando esté en negrita será porque habla el hermano de Juliet, que no pronuncia bien las palabras)
Mi madre llega hacia las cinco y media con mi hermano. Bajo y les saludo. Le doy un beso a mi hermano, que me saluda con tanta efusividad y tanto cariño como siempre y luego le doy un beso a mi madre.
-Hola. ¿Cómo ha ido hoy el taller?
-Bien.
-¿Qué habéis hecho hoy?-le pregunto. Mi hermano se queda un rato callado y luego arruga las cejas.
-No sé. -dice, y hace un ruido de fastidio.
-Bueno, no te preocupes. Luego me lo cuentas, ¿vale?-mi hermano va hacia la cocina y yo me siento en la silla de escritorio del despacho.
-Los vecinos nuevos se han acercado a saludar. Nos han invitado a cenar. -Informo a mi madre, y ella se termina de quitar el pañuelo y el bolso.
-¿A cenar?
-A las ocho. Les he dicho que sí, por educación. Ya sabes que en Inglaterra es muy típico.
-Está bien. Ay, pero con tu hermano no me da tiempo de ir a comprar algo ni de ir a la tienda a por vino. Nos han invitado ellos, pero no nos podemos presentar con las manos vacías.
-No te preocupes, puedo hacer un pastel. -Contesto tranquila.
-Bien. Voy a hacer que tu hermano se duche. ¿Necesitas comprar algo?
-Eh... Creo que no.
-Bueno, míralo y dime si necesitas algo. -Mi madre va a buscar a mi hermano, que está merendando en la cocina. Subo a buscar la tablet y entro en la App de Nestlé Cocina para buscar una receta de pastel de chocolate.
Hacia las siete y media el pastel está listo y en la nevera, mi hermano duchado, arreglado y jugando con su Play y yo me siento tentada a volver a cambiarme de ropa. Sí, lo sé, como siga así llegaré a unos límites que ni Madonna. Reviso mi vestuario actual. Los mismos pantalones cortos de antes, las Converse viejas y la camiseta de Osadía manchada de harina y chocolate. Bien, definitivamente tengo que hacerle caso a mi madre y ponerme el dichoso delantal de cocina. Antes de tener una decisión clara oigo subir a mi madre y entrar en mi habitación.
-Ya te estás cambiando esa camiseta. ¿Cuántas veces te he dicho que te pongas un delantal en la cocina?¿O que no hagas cosas con la ropa de calle?
-No lo sé, mamá. Muchas. Pero es que no me acuerdo, y el delantal es horroroso...
-Bueno, date prisa que tenemos que llegar puntuales. ¡Juan! Vamos, ponte los zapatos cariño, que ya nos vamos.
-¿A ónde mamos?
-A la casa de los vecinos, que nos han invitado a cenar. Vamos, va, que te ayudo. -mi madre baja con mi hermano y yo abro el armario. Cojo lo primero que veo (una blusa roja con algo parecido a cordones por delante que en otra persona se vería sensual) y decido recogerme el pelo en un moño. Cuando bajo, cojo el pastel y veo que mi hermano y mi madre ya están listos.
-Hola. ¿Puedo ayudarles en algo?-un hombre alto nos abre la puerta, y nos regala una sonrisa amable.
-Somos los vecinos. ¿Es usted el señor Robbins? Su mujer nos ha invitado a cenar.
-¡Oh, sí, es verdad!-dice el señor Robbins con un marcado acento inglés. -Pasen, por favor. Mi mujer está en el salón.
-Muchas gracias.
Seguimos el pasillo recto, y llegamos a un bonito salón comedor conectado con la cocina.
-¿Señora Robbins?
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Inadaptados
Novela JuvenilEsto es un mensaje para ti. Sí, para ti, para la persona que lo está leyendo. O bien... Más que un mensaje, una advertencia. Esta no es una bella historia de amor donde los protagonistas aprenden bellas lecciones. Sí, admito que la última frase es...