FINAL

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Después de dos intentos fallidos, por hacer una carta a Simón disculpándome por no poder ir. En otro caso, no querer o tener miedo y dejarlo, solo le escribí una larga lista que le explicara como mis hermanos acabaron teniendo un partido en otra ciudad y no poder asistir. En fin, me siento terrible. 

Ninguno de mis compañeros se ha animado a entregarle la carta, muchos aun siguen resentidos por lo de hace semanas y no es que me queje. Pero sigo considerando esto de las rivalidades como algo estúpido.

Vuelvo a agitar la carta en frente de mi y suspiro tomando fuerzas. Solo una vez, tres segundos. Entro, corro, la tiro por entre los pequeños espacios y me voy como si nada hubiera ocurrido.

Muy bien, Acacia, ¡Ya!

Mis pies comienzan a moverse como si no hubiera mañana y a cada paso mi corazón se acelera aun mas. Los pisos están resbaladizos por lo que procuro mantener el equilibrio y no caerme. Después de recorrer dos pasillos por fin encuentro el casillero numero 250 y mi ceño se frunce... es  tan  Déjà vu.

Tiro la carta en su lugar y antes de poder correr, una mano toma de mi brazo, tirándome escaleras arriba. No puedo ver la cara de la chica pero las veces que he pedido que me dejara, ha volteado regalándome una sonrisa complise ¿Esperen?¿Ella no es la que beso a Simón?

  —Déjame—  gruño y ella sigue subiendo, trato de apartar mi brazo, pero es imposible.

—  Quédate quieta— su voz solo me hace saber que esta perdiendo la paciencia, y comienzo a entrar en pánico ¿Si es esa clase de loca ex-novia resentida que busca vengarse de toda chica que se acerque a su chico?

Esta bien, fue una pregunta muy larga.

— Solo... quiero irme.

No contesta, no lo hace desde que me dijo aquello ultimo, y no vuelo a insistir. Este es mi fin.

Finalmente dejamos de subir las escaleras y suelto un bocanada formada por el alivio que generan el aire en mis pulmones. Caminamos por entre los pasillos hasta que finalmente llegamos al aula 89, sus manos decoradas con esmalta color rosa empujan la puerta y me tira dentro de allí, dejándome sola. 

Mis ojos no dejan de ver a través de la ventana, mi salón. Eso significa que estoy en el salón de el.

  —No me sorprende saber que intentaste escapar—  doy un alto aterrada al oír su voz. Giro y lo encuentro parado detrás de mi.

— Simón, yo...

No puedo continuar, porque hay un pequeño detalle que no deja de llamarme la atención. Todos y cada uno de los bordes de la pared estan cubiertos por notas. Notas que reconozco al instante, es todo lo que alguna vez llego a escribirme y eso me emociona. Mucho. En el centro, separado por una pequeña linea azul marino y escrito cada letra por hojas separadas, cubierto por distintas formas de corazones, flores y hasta besos de pintalabios esta lo que no ha dejado de cautivarme desde que lo vi

 "Puede que por un tiempo yo aya sido tu Romeo  y tu mi Julieta, en el que no dejábamos de pelear por miedo a que nos descubrieran... No te lo quise decir antes por miedo, porque sabia que tal vez me dirías que no, pero, Niña del otro salón, ¿Quieres ser mi novia? Aseguro que te quiero mucho mas de los metros que separan nuestros salones,  las notas que nos escribimos, las miradas fulminantes que me regalabas cada que te decía algo que te molestara y la cantidad de mariposas que se formaban en mi estomago las pocas veces que te bes ¡Mas que los malditos años de esta escuela!...(No es publicidad, acepta por favor)"

  — Todos—  comienza a decir y puedo ver como sus ojos se convirtieron en pequeños ojos grises con miedo y vergüenza a la vez—  los chicos me ayudaron.—  dice sin mas vuelta. Asiento.

No se que decir y debo admitir que me ha tomado por sorpresa, pero... ¿Como se puede querer a alguien con que solo compartes cartas durante clases? Ni siquiera hemos pasado tiempo juntos... Es imposible. Pero yo siento lo mismo, y sera porque cada día en el que venia sin ganas de soportar el mundo, ya sea por el sueño o mi asquerosa vida, el me regalaba una sonrisa que a pesar de la distancia que nos separaba lograba iluminar mi mañana. O me miraba hasta que no podía soportar y estallaba de la vergüenza,  tal vez cuando criticamos a nuestros profesores y no parábamos de reír. Tampoco puedo olvidar cuando comenzó a dibujar sobre los vidrios empañados de la ventana para ayudarme en mi examen de matemáticas...

¡Y MALDITA SEA! Mi mano actuó mucho mas rápido que lo que imagine y saco el papel del bolsillo trasero de mis jeans, se lo tendí y el lo acepto.

Sus ojos me miran con temor antes de abrirlo. La nota que pensé que nunca llegaría a leer.

  "De idiota de pasas ¿Alguna vez has pensado en pedirme ser tu novia? Seguro que después de lo de hoy hasta me casaría contigo." (Hoja 1)

  —Ignora lo ultimo y-yo no sabia que decir... Eso lo escribí cuan...

Dejo de hablar cuando sus labios chocan con los míos, pidiéndome de alguna forma que me calle. Tomo su remera con mi puño y lo acerco mas a mi dejando que nuestros labios hagan el trabajo, puedo sentir su sonrisa sobre mi boca y no puedo evitar hacer lo mismo.

Simón, mi novio.


250 Hojas, 250 Notas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora