Capítulo VI: Un hijo no es un juego

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Frank jamás hubiera pensado que sería padre a la corta edad de diecinueve años. Y no de uno, sino de dos. Si alguien se lo hubiera dicho se le habría reído en la cara, pero estaba ocurriendo y era una realidad que debía afrontar con la debida responsabilidad. Mikey le había dicho que tenía como mínimo mes y medio de embarazo, Gerard quizás uno. ¿Qué mierda haría con dos bebés? Él no sabía cómo ser un padre, no sabía nada del cuidado infantil, ni muchos menos como haría para explicarle a los señores Way que había preñado a sus dos hijos al mismo tiempo, no le daría la cara para hacerlo. Seguramente le harían castrar para que no se le ocurriese embarazar a nadie más.

Tampoco sabía cómo reaccionaría Gerard al respecto, había confiado en que le diría acerca de la relación con su hermano en algún momento, pero el asunto del embarazo lo cambió todo. Era mucho más serio y temía que no se lo tomase bien. Todo el asunto era de hecho complicado, se imaginaba el lío que se crearían los pequeños en sus cabezitas al darse cuenta de que además de hermanos eran también primos. O cuando sus propios padres se enterasen que iban a ser abuelos de dos niños. Frank ni siquiera quería pensar en ello, su madre se desmayaría y su padre lo regañaría y hasta quizás lo echase de la casa. Era un poco exagerado, pero conociéndolo en todo su esplendor como él lo hacía, nada parecía imposible. No le sorprendería si también lo mandaría a castrar a la fuerza.

Mikey parecía tomarse la noticia del embarazo bastante bien, incluso mejor que él. El hecho de que se convertiría en padre con apenas diecisiete años de vida no lo perturbaba o al menos eso era lo que él decía.

— Si es niño le pondré Alexandre. Si es niña entonces será Elena, como mi abuela —solía divagar el menor mirando hacia su vientre aún plano con ojos soñadores. Frank solo asentía en silencio, mirando la escena que se desarrollaba frente a él con demasiadas dudas sobre el futuro.

Por su parte, Gerard si parecía estar más consciente de la situación actual.

— Esto no es un juego, Frank —le había dicho Gerard— Un hijo es para siempre, para toda la vida. No es una mascota que puedes devolver a la tienda si te cansas de ella. Entiendes eso, ¿verdad?

— No te imaginas cuánto —contestó esté. Se encontraban en su cuarto, Frank sentado en el borde de la cama mientras miraba a Gerard caminar de un lado a otro.

— Tendremos que priorizar al bebé, las cosas no serán iguales cuando nazca. Él tendrá que ir primero en todo, siempre tendrá que ir primero. Cielos, ¿qué se supone que haré con la universidad? Apenas si tengo tiempo para mí mismo —se llevó ambas manos a la cabeza al tan solo pensar en que maniobra mágica tendría que hacer para poder seguir con sus estudios y cuidar de un bebé. Tomó asiento junto a él, abatido— ¿Qué se supone que haremos con nuestro futuro, Frank? ¿Cómo nos mantendremos? ¿Cómo lo criaremos? —le preguntó, pero Frank no supo contestarle, él tampoco tenía idea de que hacer.

— ¡Di algo, Frank! ¡Esto también es tu responsabilidad! ¡No te quedes callado, por favor! —le exigió, entrando en exasperación muy justificada.

— Nunca estuvo en mis planes ser padre, Gerard —dijo Frank con honestidad, nunca lo había estado.

— ¡¿Acaso crees que yo también deseé esto?! —exclamó señalándose a sí mismo, victimizado— Pero no importa cuánto nos lamentemos, ya no hay vuelta atrás. Ahora debemos afrontar las consecuencias como adultos. Porqué eso somos, adultos. Si tuvimos la suficiente madurez como para cojer, entonces también la tendremos para hacernos cargo de lo que vino después —Gerard suspiró, en que estupidez se habían metido.

— Entonces deberíamos terminarlo —comentó Frank luego de un momento pensándolo. Era la única solución que parecía adecuada para esa difícil situación, no la mejor ni la más fácil, pero definitivamente la adecuada.

Gerard le miró con el ceño fruncido— ¿Qué coño tratas de decir?

— Ninguno de los dos está en condiciones de criar a un bebé, amor —Frank tomó sus manos entre las suyas, Gerard parecía aún más confuso que antes— Somos jóvenes, yo apenas tengo diecinueve y tu veinte recién cumplidos. Somos inexpertos en el tema, no estamos listos, sin mencionar el hecho de que con tu carrera y mi trabajo no tendremos nada de tiempo para él. Y a veces lo mejor que se puede hacer en estos casos es... No traer al mundo a un niño que se verá envuelto en esas condiciones.

— ¿Estás insinuando que debería abortar? —el razonamiento brillo en los ojos avellana de Gerard, su rostro se contorsiono en una horrible mueca— ¡¿Qué clase de idiota eres?!

— Solo estoy diciendo lo mejor que podemos hacer para él, Gerard. Sé que no es fácil...

— No, no acabaré con la vida de un ser inocente solo porqué tú crees que 'es lo mejor'. Él o ella no tiene la culpa de que no supiéramos como cuidarnos. Jamás podría hacerlo, es una vida. ¡Una maldita vida! —exclamó, librando sus manos de las suyas— Y pienso hacerme cargo del bebé, con o sin tu ayuda, Frank —le espetó seriamente.

Gerard se puso de pie y tomó sus cosas para salir de allí. No podía creer que su pareja insinúase algo como aquello, tan poco humanitario y correcto. No podían deshacerse de algo ni mucho menos de un ser en crecimiento porqué no lo creían apropiado, era de cobardes y asesinos. Acabar con una vida nunca era la solución, nunca.

— Si cambias de parecer, avísame —murmuró, para luego comenzar a salir de aquel lugar.

— ¡Gerard, espera! —Frank lo llamó cuando ya había abierto la puerta y se disponía salir. Se volteó para encararlo.

— ¿Sí?

— Creo que... podríamos intentar ser buenos padres, después de todo —sonrío, o al menos lo intentó, no podía dejar a Gerard solo, él lo amaba.

Poligamia ↠ Frerard/Frikey Donde viven las historias. Descúbrelo ahora