Prólogo

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- Vamos Mia, solo una rama más. No hay nada que temer, yo estoy aquí.- La voz de mi mejor amigo era un susurro pero lo suficientemente alta para poder escucharlo.
Nos escabullimos esa noche hacia mi patio para ver la lluvia de estrellas que tanto ansiábamos desde que nos enteramos. Estábamos escalando el árbol más alto que encontramos para tener una buena vista.

- Matthew me voy a caer.- le susurré temerosa a dar un paso falso y caer, ya estábamos apuntó de llegar a la cima. Sentí un brazo jalarme desde arriba y me ayudó a subir.- Gracias..

- Te tengo que dar más lecciones de escalar, no siempre podré estar ayudándote.- Dijo mientras se sentaba en la rama.- Eres muy débil para tener 14 años Mia.

Baje la mirada a mis brazos, eran mis delgados al igual que mis piernas. Era muy delgada, cosa que no entendía por qué comía muchos dulces en especial los chocolates.

- Lo sé, creo que nací delgada y así me quedaré de por vida.- le dije mirando al cielo, estaba completamente despejado, en poco iniciaría la lluvia de estrellas. - Tu eres muy regordete para tener 15 años.
Reí mientras le picaba su pancita la cual era un bulto debajo de su camisa, no era tan gordo pero si lo ponían alado mío se podría decir que era gordo.

- Eh, deja mi pancita,- dijo mientras bajaba su mirada a su estómago.- sabes que la adoras, es como una almohada y lo sabes.

- Shh, calla, nos van a oír.- le cubrí la boca y mire al cielo. Un destello iluminó el cielo, después cientos siguieron iluminando el cielo. Decidí pararme para ver mejor, era completamente hermoso, miles de destellos de luz atravesaban el cielo iluminando la ciudad. - Matthew, esto es hermoso.

- Si, es lo más hermoso que he visto en mi vida.- Siguió viendo al cielo, no se percató de algo que yo sí, un destello aterrizó muy cerca de mi casa. Quise estar más alta para ver más, así que me puse de puntitas para ver un poco más.

Fue un gran error. Resbale, estaba cayendo mientras gritaba el nombre de Matthew, el intento coger mi mano, pero no alcanzó. Cerré mis ojos esperando lo peor, pero en vez de caer sobre la tierra unos brazos me atraparon. Me aferré rápidamente a ellos temiendo caer de nuevo.

- Hey, ¿Te encuentras bien?- al abrir mis ojos los vi, unos ojos verdes, era un verde tan profundo y brillante que se distinguía en la obscuridad. Al seguir examinando su rostro mis ojos captaron su pelo, era de color gris, al ser iluminado por los destellos se volvían casi blancos.

- Este.. Si...- susurre tímidamente. Me bajo de sus brazos y poder observar lo alto que era, un metro ochenta creo. Algo capto mi atención en su espalda, era imposible que fuera lo que pensaba.

Unas alas.

Seguí viéndolas y examinándolas, eran blancas y muy grandes eran tan largas como él y anchas como la longitud de mis brazos. Quise tocarlas pero al acercarme, él se hizo para atrás.

- Acaso tú.. Puedes ver mis alas?- preguntó sorprendido, ¿acaso eso no era normal? Claro que no Mía, son alas, como los ángeles. - Tengo que irme.

Dio la vuelta y empezó a caminar, al ver su espalda observe mejor el inicio de sus alas, empezaban un poco más abajo de su cuello y se abrían en una V invertida y terminaban en sus omóplatos. Eran impresionantes.

-Espera.. ¿Quién eres y por qué tienes alas?- le hable un poco más alto de la cuenta, el paro y pude oír su risa por lo bajo. Era muy armónica y cuando paró, dio la vuelta y me miro.

- Soy tu ángel de la guardia Mía, no tengas más miedo, estaré aquí para cuidarte.- dijo con una sonrisa ladeada y siguió caminando hasta desaparecer. No sabía qué decir o que pensar. ¿Quién era el?

- Mia! ¿Estás Bien? He bajado lo más rápido que pude.- bajo rápidamente y me examino con la mirada. - ¿Te hiciste daño?

- ¿Acaso no viste? - lo mire y pude ver su expresión de preocupación, en realidad no vio nada, ¿Qué pasó?

- Solo he visto que resbalabas y al gritarte no me contestaste, esperaba lo peor Mia!- dijo fingiendo un llanto muy exageradamente y abrazándome. - Me alegra que estés bien, ahora me tengo que ir antes de que mi mama no me encuentre en la cama. Descansa Mia.

No espero mi respuesta, simplemente salió corriendo a la casa de alado. Me quede un rato pensando sin saber qué decir. ¿Tenía un ángel guardián? ¿Por qué Matthew no vio lo que ocurrió? ¿Soy la única que puede verlo?

Miles de preguntas y ninguna respuesta. Me he quedado confundida. No pude dormir tranquila esa noche, no creo poder sacar esas alas de mi cabeza.

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Hola! Prólogo nuevo! Que les parece?
Solo es una idea, no esperen tan pronto el siguiente capítulo!

Les agradecería si la compartieran y les dijeran a sus amiguitas hahaha

Besos! MUA!

Don't Be AfraidWhere stories live. Discover now