Aun después de tantos siglos aun lo recuerdo, el día en que nací, lo primero que recuerdo cuando desperté fue el sentirme rodeado de una agradable calidez que te alguna forma me parecía conocida, como si siempre hubiera estado junto a mi todo mi existencia hasta antes de ese suceso no era más que los borroso recuerdos y una luz cegadora y el difuminado recuerdo de un hombre de apariencia andrógina de cabello rubio y lente con que solía hablarme de ves en cuándo. No podía creerlo...Yo tenía un cuerpo, yo podía moverme, yo estaba vivo....Pero pronto mi asombro se convirtió un confusión.
-Veo que al fin despertarte, Bien venido a mi mundo, pequeño- escucho la delicada voz de un hombre pero no podía abrir mis ojos para verlo, sin embargo de alguna forma sabía quién era, mi creador, el ser que le debía mi existencia pero de alguna forma, por alguna razón el en ese entonces no era mi objeto de atención.
Ya lo recordaba, esa calidez que se me hacía familiar era algo que siempre me había acompañado, siempre estuvo junto a mi lado y ahora ya no podía sentirla como antes, sentía que me faltara algo que era parte vital de mí, ya no me sentía completo y rápido me levante pues me hallaba acostado en una especie de liso suelo y sentado mvi mi cabeza asía todos lados para intentar encontrar esa calidez perdida.
-¡Wuaaaa!- escuche un llanto y mi rostro se dirigió en su dirección y a pesar de que todavía no podía abrir mis ojos puede detectar la presencia de otro individuo y de manera torpe e impulsiva intente levantarme del suelo para dar mis primeros pasos en dirección hacia el llantos, escucho al hombre que suponía mi creador diciéndome que me detuviera mas no le hice caso.
Con pasos torpes y descuidados intente seguir el corto plazo que me separaba del llanto, era muy difícil para mi ya que mi pequeño cuerpo de niño recién creado no estaba para nada acostumbrado a este tipo de acción, sin embargo eso no me detiene para seguir, estaba determinado a llegar al ser que lloraba.
-¡Wua...auu..¿?- de pronto el llanto infantil se calla y es en ese momento que me doy cuenta que estoy cara a cara con el que provocaba ese sonido, seguía con mis ojos cerrados pero podía escucharlo gimotear muy levemente por debajo de mi así que supuse que estaba sentado así que me arrodille para estar de cara a cara a él.
No sé por qué pero me llego el deseo de tocar su rostro para saber cómo era, sin avisar puse mis pequeñas manitas de niño en el delicado rostro del contrario y pude sentí su tersa y suave piel, estaba mojada por lo que suponía experimentaba el sentimiento de tristeza, no tenía idea de lo que pasaba en verdad o de quien era pero ese tacto con su rostro me hizo sentirlo que tanto buscaba, ese calor que había estado conmigo desde antes de nacer, la tercera emoción que siento ahora es muy agradable, quería estar más cerca de ese calor así que decidido sin pensarlo mucho como todo recién nacido, empezar a tocar todo lo que podía al que ahora era mi calor.
No me fue muy difícil inspeccionarlo de manera torpe pues al parecer a quien tocaba o le desangraba mi tacto o al menos eso quería creer pues aunque temblaba no hacia esfuerzo alguno por separarse y pude sentir como con timidez coloco lo que creía sus manos en mis rostro pero a diferencia de las mías que las sentía suaves las suyas eran muy rasposas y duras, sin embargo no me molesto para nada al contrario, me lleno de felicidad el sentir ese calor que tanto anhelaba también de su parte.
Empecé con mi inspección por donde comencé, su rostro, me lo imagine como alguien de belleza solamente comparada con el hombre de anteojos y cabello rubio que me había dado la vida, con cuidado toque lo que creía el contorno de sus ojos y por alguna razón me la imagine con unos grandes ojos amarillos parecidos a mi creador, seguir un poco más arriba de su cabeza y pude notar el sedoso cabello que tenía entre mis dedos y dos protuberancias algo punzantes que salían de su cabeza.
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La maldición de la luz y la llama (Yaoi)
Fiksi PenggemarSoy un cobarde, si tan solo hubiera echo algo, si tan solo hubiera estado hay, ¿Porque no pude decir que no? ¡Maldigo a mi mismo por ser un miedoso! Maldito sea el día en que le jure lealtad de eterna y lo peor de todo...Es que jamas pude decirte lo...