Querida amiga soledad.

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Ni lloras, ni lamentas, aunque todas las personas con las que haces compañía sienten esas penas, quien quisiera llevarse tal desgracia de que te lleves su alma, ya me has encadenado a la tristeza, una vez más no seré capaz de soportar, ahora más que nunca se como se sentían los demás, que siempre felices estaban. ¿Por qué me escogiste a mi de todas las almas que rondaban? ¿Por qué fui yo el que te abandona? Si más lecciones dieras, sería ahora una fuente de esperanza, pero aunque te vallas siempre dejas la huella en la memoria, me debes la sonrisa verdadera, aquella no es como esta, se ve de igual forma, se siente de otra manera y solo el portador lo nota, si fueras más rencorosa serías contagiosa, que las desgracias no están en como mueres, si no en como vives, siempre dices que una compañía es efímera, pero la tuya es eterna. Cada paso que daba solo era una forma más de escapar de esa condena que no parecía que uno pudiera salir de ella, no con vida, ojalá los que comprendan estas palabras tengan la misma suerte.

Recorrido de una memoriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora