Anillo de Estrellas

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Capítulo 4: Anillo de Estrellas

Thorin se levantó, llevó el anillo hasta la mitad del delicado dedo de ella y le dijo:

— Este anillo no representa una unión por conveniencia, Mariel. Este anillo lleva parte del corazón de la montaña, cambiando su forma para siempre y no sólo lleva el corazón de este reino, lleva el mío —la princesa levantó la mirada de la prenda y lo miró a los ojos—. Quiero y deseo que no sólo seas mi reina, o mi esposa, porque así le conviene a Erabor y Lorien, quiero que seas mi compañera, mi amante, mi amiga y mi guía a cada paso por el resto de mi vida. Juro que me entregaré por completo a ti, te amaré y te cuidaré siempre, con tan solo la esperanza que algún día tú también me ames, siempre...

Thorin no pudo terminar de hablar, Mariel lo besó con toda la pasión que poseía. Él no le debía nada, no la conocía de nada, no sabía nada de su pasado, ni de sus gustos, mucho menos de sus odios y sin importar nada de eso, Thorin aceptaba por completo que ella fuese su esposa, su mujer, su reina, su amiga, su todo, sin condiciones, sin pedir nada a cambio.

No sólo le entregaba su corazón y su ser, sino que le acababa de dar un pedazo de lo más valioso que tenía su pueblo, su gente, su raza; todo sin ningún tipo de exigencia ¿Cómo no amar a alguien con semejante entrega?

El besó fue tan intensó que Mariel lo pegó contra la pared a la vez que le devoraba los labios. El herrero presente de manera discreta se retiró ante tal acto de amor que por donde lo viese debía ser privado.

El rey rompió delicadamente con el beso pues si no lo hacía luego le costaría un mundo detenerse.

— Existe un futuro brillante para ambos, un destino que nos colmará de bienestar y amor, sólo debemos decidir que lo queremos —dijo sabiamente Thorin.

— Y lo quiero —dijo la princesa emocionada—. Es lo que deseo pero ¿por qué? ¿Por qué darme todo esto? Es imposible que me ames, apenas nos conocemos... yo...

Se hizo hacía atrás y bajó la mirada, se sentía feliz y consternada a la vez.

— Y es imposible que tú me ames a mí pues es verdad, apenas nos conocemos —la tomó de las manos e hizo que lo mirara—, pero nos conoceremos Mariel, viviremos juntos, tendremos hijos juntos y reinaremos juntos, por eso y por más sé que seremos felices y que nos amaremos porque así lo he decidido y deseado.

— Es amor es algo que nace Thorin, no podemos decidir a quién querer —repuso con los ojos vidriosos.

— Hace muchos años atrás no creía en el amor, jamás me case, jamás tuve una compañera o una mujer que calentara mi cama por más de una noche —la elfa se sorprendió y lo vio con algo parecido a los celos—. No era así porque fuese un sinvergüenza que iba de flor en flor, era así porque sólo tenía una cosa en mente: reconquistar esta montaña.

«Pero una noche, cuando mi hermana Therina tuvo a Kili. La vi agotada sobre su cama con un pequeño ser en sus manos y su esposo junto a ella. Esa noche me permití fantasear con eso, con una esposa que amara, con unos hijos y me prometí a mí mismo que si algún día tuviese esa dicha, daría todo de mí para ser el mejor matrimonio posible.

«Sé que te amaré con todas mis fuerzas porque lo poco que he visto de ti es adorable Mariel. Eres hermosa, delicada, dulce y aunque seguro debajo de tanta ternura hay un pequeño demonio que domar, yo también tengo el mío para competir con el tuyo.

La elfa se echó a reír.

— Ciertamente existe un pequeño demonio para domar —confesó divertida.

Bajo la Montaña COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora