Cincuenta y cuatro.

1.1K 97 9
                                    

-¿Vas a quedarte ahí?

Keith me mira con ojos de cachorrito y finalmente sale del coche.

-¿Son muy protectores?

-No mucho. La última vez que traje un chico a casa papá fue muy simpático con él, lo acompañó hasta el coche con el bate para evitar que lo atacasen los ladrones.

No puedo evitar reírme de la cara que ha puesto.

-Solo bromeo.

-Pues a mi no me hace ni puta gracia -refunfuña.

Cojo sus mejillas y bajo su cara para poder darle un beso que le dé el valor que necesita.

Parece que no funciona porque casi lo tengo que arrastrar a la puerta del edificio de apartamentos en el que vivía antes de mudarme a Londres.

Saco mis llaves y lo obligo a entrar al bloque de apartamentos. En el ascensor esconde la cara en mi pelo, como un niño pequeño.

-Si no quieres conocerlos no tienes por qué hacerlo.

-No es que no quiera es que... Me acuesto con su hija, me van a odiar a muerte.

-Que no... -río-. Si mis padres son unos hippies. Amor libre y esas cosas.

Levanta la cabeza y me mira con un puchero que hace ver sus labios comestibles.

-¿De verdad?

-Que sí...-digo riendo.

Salimos del ascensor en cuanto las puertas se abren. Me hace mucha ilusión presentar a Keith y presumir de que es mi novio.

-¿Mamá? ¿Papá?

La cabeza de mamá no tarda en asomar por el pasillo.

-¿Qué haces aquí? Creíamos que no venías -parece sorprendida.

-He venido por carretera.

Papá llega segundos después. Me fijo en que está abrochandose los pantalones.

Creo que papá y mamá han tenido diversión.

-Nos alegramos mucho de tenerte aquí. ¡Qué ilusión le va a hacer a Zac!

-Yo también me alegro mucho de verte pero tengo una pregunta -dice papá-. ¿Quién es él?

Miro a Keith y sonrío.

Bueno. Ahí vamos.

El color de sus cariciasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora