Veinte.

1.3K 128 21
                                    

-¡Pesas demasiado!

-Creo que ya he corrido suficiente para el resto de mi vida.

Lo empujo encima de mi sofá para que deje de apoyarse en mi.

Moon corretea a mis pies reclamando atención. Siempre que salimos a correr acaba frenética.

Para mi sorpresa no ha hecho pipí encima de Keith.

Harry no puede decir lo mismo. Cuando lo conoció incluso hizo popo en su regazo.

Quizás Moon es un detector de capullos.

-¿Quieres agua?

-Una jarra entera, por favor -dice entre jadeos de cansancio.

No puedo evitar reír. Moon me sigue cuando voy a la cocina a por un par de botellas de agua. Keith bebe la suya en un segundo.

Definitivamente correr no es su especialidad. Está agotado, sudado y rojo como un tomate.

Quizás solo ha nacido para ser buen besador.

Me río sola ante ese pensamiento.

-Te recuerdo que fuiste tu él que quiso venir -paso un mechón de pelo detrás de su oreja.

-No pensé que fuésemos a correr tanto.

-Tampoco pensé que fueses tan lento.

Descansa unos segundos hasta normalizar su respiración.

-No soy lento. Iba despacio adrede porque las vistas eran buenas desde atrás.

Abro la boca incrédula.

¿Es eso un halago a mi trasero?

-¿Qué insinuas?

-Nada. Me gusta el color de tus pantalones de correr.

-Ya, el color -digo sarcástica.

-Sí, es un negro precioso -responde con una sonrisa resplandeciente.

No sé en qué momento se ha acercado pero estoy encantada de que junte nuestros labios.

-Estás sudado -finjo cara de asco pero se me escapa una risa.

-Tú también y me gusta.

Estira de mi, haciendo que me siente en su regazo. Nos damos unos besos inocentes y los prologamos gradualmente.

Me siento pequeñita cuando sus brazos me envuelven.

-¿Vas a hacer crepes? -pregunta divertido.

-Se me ocurre algo para hacer mejor que cocinar.

Es la primera vez que estamos realmente a solas. Ni un restaurante, ni una cafetería, ni una heladería, ni un parque. Los dos juntos en el sofá de mi casa, sudados, pegados y sin intención de dejar de besarnos.

Abro los ojos como platos.

Su mano esta en mi trasero, y no como una caricia, más bien como si intentase hacer zumo con mi nalga.

Ay, madre. ¡Qué calor!

Si me toca con tanto esmero es normal que se me escape un gemido vergonzosamente fuerte.

Seguimos besandonos, incluso nos da la vuelta y me tumba en el sofá.

Keith tiene un lado dominante cuando quiere.

Tardo varios segundos en darme cuenta de que Moon esta ladrando como loca.

-¿Qué le pasa?

No puedo evitar reír.

-Cree que me estás haciendo daño.

-¿En serio?

-No está acostumbrada a estas cosas -toco la cabeza de mi perrita e inmediatamente se calla.

La pequeña Moon nos ha cortado todo el rollo.

-Tendrás que irte acostumbrando a verme por aquí, Moon -le da una caricia en el lomo y ella inmediatamente se gira para que le rasque la tripita-. Así, así. No vuelvas a ladrarme, pequeñita.

Se me derrite el corazón ante una escena tan adorable.

-Creo que le gusto -dice satisfecho.

Parece ser que Moon le gusta lo mismo que a su mami.

-¿Seguimos? -pregunta con una sonrisita ladeada que me convierte en un charco.

¿Cómo voy a resistirme a algo tan tentador?

____________________________

Pido un segundo para admirar la ternurita que es el perrito de la foto de multimedia 😍

#AKeithLeGustanLosPantalones
#MoonLaDetectaCapullos

El color de sus cariciasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora