Capítulo 2

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Capítulo 2

Diego

Le comento a Bernardo los planes para salvar mi matrimonio, y al parecer, no está muy convencido, al contrario, su rostro descompuesto me indica que no confía en que pueda lograrlo, y en el fondo lo entiendo, he pasado quejándome los últimos años, haciendo que se convierte en mi paño de lágrimas, pero es inevitable querer arreglar mi vida, porque tengo un hijo maravilloso, que lo único que desea es tener a su madre cerca, y quiero intentarlo por él.

Bernardo sigue su camino, y yo el mío hacia el subterráneo en busca de mi auto.
Camino a casa, me pongo a planear la salida improvisada, pensando en que llegaré, y le diré a Ambra que se arregle, pues iremos a cenar; después de eso, la llevaré a un hotel, y hacer de esta cita una noche inolvidable.

«Ya deseo ver la sorpresa en su rostro»

Al llegar a mi hogar me encuentro con Marcus en el jardín, cuando me ve, corre a mi encuentro para darme un abrazo, como si esta tarde no hubiéramos estado juntos; sin dudarlo un segundo, me inclino para recibir ese gesto de amor, pues él, es mi motor de vida.

─ ¡Hola, campeón! ─exclamo feliz─. ¿Qué haces en el jardín? ¿No crees que ya es tarde? pregunto mirando mi reloj de pulsera, para verificar que son las ocho de la tarde; por lo general a esta hora esta cenando, para luego ir por un baño y a la cama.

─Te estaba esperando papá ─comenta cariñoso, a lo que sonrío para coger su mano y caminar juntos hacia el interior.
Adentro me encuentro con Roberta, recordando que es una pieza fundamental en los planes de esta noche, y paso por alto de que es Ambra quién debiera estar esperándome, y no es que sea un machista, solo espero ese gesto de compañerismo, no obstante, creo que jamás sucederá, aunque, dice no poder vivir sin mí.

─ ¿Podemos hablar? ─pregunto a Roberta, quien asiente con la misma simpatía que la ha caracterizado siempre─. ¿Marcus ya cenó?

─ Si señor.

─De acuerdo... ─digo, para después mirar a Marcus─. Hijo, espérame arriba, te daré un baño y te leeré un cuento.

─ ¡Si papá! ─responde, para salir corriendo hacia las escaleras.

─ ¿De qué desea hablar conmigo señor? ─hago una mueca deseando que pueda quedarse está noche, de lo contrario, mis planes se irían por la borda, aunque, entendería una respuesta negativa, ya que no avisé con anticipación.

─Necesito saber si puedes quedarte está noche... ─pregunto con cautela, poniendo cara de súplica para que me diga que sí.

«Se sonríe, me dirá que si»

─De acuerdo, me quedaré ─responde, y sin dudarlo un segundo, la abrazo efusivamente y deposito un sonoro beso en su mejilla.

─ ¡Te adoro, gracias! ─exclamo sin borrar la sonrisa de mi rostro─. ¿Ambra está en su habitación?

─Si señor.

─ ¡Bien! ─exclamo dando un suspiro─. La invitaré a cenar, deseo quedarme fuera..., tal vez así se le pase el mal genio.

─ ¡Dios quiera señor! ¡Dios quiera! ─repite luego de hacer una mueca, y no la culpo, al contrario, no entiendo como ha durado trabajando tanto tiempo en esta casa.

Corro escaleras arriba directo a la habitación de Marcus; él está sentado sobre la cama viendo un álbum de estampitas, al verme, se levanta dejando el álbum sobre un mueble y me sigue hacia el baño.
Llega la hora del cuento, por sus ojos adormilados puedo garantizar que no leeré mucho, y efectivamente, se queda dormido en el primer párrafo, pero lo más importante, es que está contento, pues sabe que está noche se quedará con Roberta, ya que su madre y yo saldremos a cenar.

MIRAMEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora