Capítulo 52

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Capítulo 52

Diego

Después de que Ambra apareció en nuestras vidas nuevamente, una semana desde ese episodio, hemos intentado distraer a Marcus, que él sienta el cariño que le tenemos, y para eso, especialmente para que no tenga tiempo de recordar a su madre, lo sacamos todos los días después de clases a un parque, para que comparta al aire libre con chicos de su edad, hasta el punto, de que ha formado un nuevo grupo de amigos, algo que lo tiene muy contento.

El año escolar está por culminar, y nuestras preciadas vacaciones están esperando por nosotros, un evento que no solo a mi me tiene entusiasmando, sino qué, a mi familia también, pues son las pláticas habituales a la hora de cenar, y comentarios, de parte de Antonella, enérgicos a la hora de hablar del hospedaje. El Hotel Resorte Le Brun sin duda es un lujo, y a Antonella delira con con estar allá, pues recuerda la vez en que tuvimos un encuentro fascinante, cuando nuestro amor era clandestino, prohíbo para la sociedad.

Dejo a mis amores en el colegio y me voy al hospital, aunque no tengo pacientes a primera hora, pero me sirve para pasar a saludar a papá y de paso ver como va la remodelación del hospital.

— Buen día —saludo a la asistente de papá, la que me devuelve el saludo, no sin antes avisarme que puedo entrar a la consulta pues mi padre está solo.

Abro la puerta sigilosamente, sonriente con todo lo bueno que estoy viviendo últimamente, pero el rostro cumpingido de mi padre tras su escritorio, me indica que algo le aqueja—. Hola papá...

— Diego...

— ¿Sucede algo? —pregunto, pero él solo se limita a tomar un documento de arriba de su escritorio, acercándose a mi para que charlemos.

— Toma asiento por favor —indica, y mientras hago lo que me pide me extiende una carpeta, la cual recibo sin entender de que se trata.

— ¿Qué es esto? —pregunto, y sin entender mi corazón empieza a bombear más rápido de lo normal.

Miro a mi padre a los ojos, y su mirada me dice que no hay nada bueno dentro de la carpeta, por lo que me doy valor y abro con el cuidado suficiente, como si de una bomba se tratase.

— Lo siento —se disculpa mi padre, y solo me limito a a dar un grito de frustración, y un odio profundo se acuna en mi ser, sin creer tener este sentimiento para la mujer que tanto amé un día.

— ¡Ambra está loca si cree que le daré a mi hijo! —exclamo leyendo la demanda por custodia que ha interpuesto en mi contra.

— Contrataremos a los mejores abogados —asegura mi padre—. ¿Quieres algo de beber?

— Agua —me limito a decir, sacando de mi bolsillo un analgésico.

— ¿Qué piensas con respecto a la demanda? —mi padre extiende el vaso, lo recibo y me meto la pastilla a la boca.

— ¿Qué pienso? ¡Qué es una completa locura! No puedo creer que estuve viviendo tantos años con una maldita loca desquiciada.

— Es cierto hijo, yo tampoco lo puedo creer. ¿Qué pasará si gana el juicio?

— ¡No lo ganará papá! —exclamo—. De eso estoy seguro. Marcus no desea verla ni en pintura, además tengo demasiados testigos de como ella trataba a Marcus, ningún juez le dará la custodia, y conociéndola como lo hago, se pondrá histérica y en tribunales se darán cuenta de su actuación.

— ¡Tienes razón! ¿Crees que quiere la custodia para poder estar contigo?

— Si, pero su mayor ambición ahora es el dinero. Ella jamás ha trabajado, y no recibe ni un centavo de mi parte. Por cierto ¿Por qué tenías la demanda?

MIRAMEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora